Obviamente el anuncio de Axel no dejó indiferente a nadie. El público se revolucionó, todos nos miraron a Axel, a Leo y finalmente a mí. Una nueva confidencia no, por favor.
-Puedo asegurarte que ese rumor es falso.- Leo había dejado de sonreír. Estaba serio e incluso enfadado.- ¿Para qué narices iba a darle yo mi número a Carolina sabiendo que puedo perder mi trabajo?
-Creo que es obvio para todos que tienes un interés muy fuerte hacía mi pretendienta.- Las últimas palabras las dijo con más énfasis, dejando bien claro en qué posición me dejaba a mí: lejos del alcance de Leo.
-A ver, a ver.- La presentadora intentó poner orden.- Esta acusación que estás diciendo, Axel, es muy grave. No solo estás acusando a Leo, sino también a Carolina, de estar incumpliendo las normas.
-Carolina no tiene nada qué ver.
-¿Cómo qué no?- Protestó Maya.- Él le dio su número, pero Carolina lo ha cogido. Los dos se han saltado las normas.
-No, por qué a mí me han dicho que ella tiró el papel a la basura.
Después de la segunda declaración de Axel, ahora sí que estaba terminando de alucinar. ¿Quién podía haberle dicho ese rumor que una parte era cierta y la otra no? Y por no mencionar que no terminaba de creerme que era una casualidad que la parte incierta me salvase el culo de esta confidencia.
-¿Es eso cierto, Carolina?- Me preguntó la presentadora.
Ahora todo el mundo me miró a mí, incluso podía notar la mirada de mi tronista devorándome el cogote. Me quedé callada durante un segundo, uno muy corto, en el que me dio tiempo de procesar toda esta situación. Por un momento, tenía la tentación de afirmar esa acusación y así librarme de Leo para siempre. Mi paso como pretendienta sería mucho más relajado. Aunque me acordé de como Leo me había ayudado cuando Jairo se había presentado como detective de Axel en mi bolo, su apoyo en la enfermería cuando me había dado un bajón por no desayunar o simplemente, que él me dio su número de teléfono para intentar ayudarme y no para hacerme daño.
No podía hacerle esto.
-No.- Mi voz sonó segura. Bien. Me di la media vuelta y todavía sentada encima de sus piernas, miré a Axel.- No sé quién ha podido decirte ese rumor, pero esa persona miente. Leo no me ha dado su teléfono.
La mirada de Axel pasó por dos fases: sorpresa y credibilidad. A pesar de que yo estuviese refutando su afirmación, él parecía creerme y eso me hacía sentirme peor con él. Odiaba mentirle, pero después de todo lo que había hecho por mí Leo, no podía dejar que perdiese su trabajo.
-Vale.- Contestó Axel.- Si tú lo dices, te creo.
Doble patada en mi estómago.
-¿Así de simple?- Inquirió Andrea, una de mis rivales.- ¿Ella te dice que eso no es verdad y tú te lo crees sin más?
-¿Y para qué iba a mentirme?- Planteó Axel.- Ella no sale perjudicada en esta historia por qué no cogió el teléfono de Leo. Podría decir que sí y ella no saldría afectada.
-Pues por eso mismo.- Ahora quién empezó a hablar fue Oriana. La que faltaba.- Si dice que sí, Leo se irá de plató y no lo verá más. Pero si dice que no, él seguirá aquí y podrán seguir viniéndose.
-¿Tú piensas antes de hablar?- Le escupí a la nueva pretendienta. Ahora sí que me estaba hartando.- Creo que deberías de ir a un loquero, tanta imaginación no puede ser buena.
-¿Perdona? Creo que la que tendría que ir a un loquero eres tú y que arregle tu lengua que miente más que habla. Llevas un mes de pretendienta y ya te han salido dos novios.