Tengo los pies hechos polvo después de haber estado cuatro horas caminando por toda la rambla de Madrid. Cuando solo quedaba una hora para la cita, Max y yo hemos vuelto a su piso. En cuestión de minutos él me ha aconsejado que ropa ponerme y aunque casi me cuesta la vida, me he librado de ponerme tacones. Gracias a los estudios de Max sobre la moda, me siento más segura sobre mi aspecto y podre centrarme más en la cita.
Entre los dos hemos hecho una estrategia sobre mi imagen en televisión, adaptándose por supuesto a mi estilo. Max dice que siempre visto muy sencilla, colores básicos y tejanos. Que soy poco atrevida y que estoy “demodé”. No estoy muy segura que significa, pero creo que me ha insultado en su idioma de estilista. En conclusión, hemos decidido que en las citas lleve conjuntos más de calle y de mi estilo, y que en el plató vaya más arreglada para ser el centro de atención de Axel.
Hace quince minutos vino una furgoneta negra del programa a buscarme al piso de Max, donde estaría temporalmente hasta que tomase una decisión. De camino caigo en que todavía no he podido hablar con mi madre, esa mujer omnipotente que la quiero con locura y que está deseando que me saque un novio que invitar en las cenas de navidad. Sabía que iba a ir a Tronistas y Pretendientas a defender a Erika, pero con pocos detalles. No quiero ni imaginarme qué pensará cuando le explique todo lo ocurrido y vea el programa en un par de días, que es cuando lo emiten.
El conductor de la furgoneta me dice que ya hemos llegado, así que abro la puerta y bajo del vehículo. Me bajo un poco los tejanos, ya que son altos y no tapan mucho mis muslos. Llevo una camiseta negra de manga corta remetida por los pantalones, Vans negras y una camisa de cuadros rojos, blancos y negros, abierta. Max me había obligado a hacerme una coleta, para que se viera mejor mis facciones, pero en cuanto me había subido a la furgoneta había vuelto a soltar mi melena rubia.
Miro el lugar donde me han traído para hacer mi cita y me doy cuenta que es un hotel. En la entrada se encuentra Lucía y un hombre, con varios trabajadores, que llevan cámaras y libretas, preparándose para grabar mi cita. Mi cita con Axel. Miro por mí alrededor y lo busco, pero no lo encuentro. Cuando vuelvo al mundo real, me encuentro con Lucía y un hombre que se presenta con el nombre de Alfonso.
-Hola, Carolina. Antes no hemos podido hablar contigo, pero tienes que saber que todo lo que te ocurra, tienes que contárnoslo o bien a Lucía o bien a mí. Yo no estaré en todas las citas, pero me encontrarás siempre en plató y tendrás mi número de teléfono personal por si tienes que ponerte en contacto conmigo por alguna urgencia.
-Después de la cita te quedarás conmigo y te haré otro cuestionario.- Cuando Lucía me dice eso sonríe, por nuestra conversación anterior. Le devuelvo la sonrisa y le digo que no hay ningún problema.- Axel todavía no ha llegado. Los tronistas siempre suelen tardar más porque tenemos que grabar algunas escenas de ellos llegando a la cita.
Alfonso y Lucía me explican varias anotaciones mientras un chico me coloca un micro. Me siento incómoda y estoy demasiado nerviosa para poder escuchar todo lo que me dicen, así que asiento y voy soltando algún “vale” mientras sonrío. Es la palabra clave que sirve para todo tipo de conversación y que no sabes que decir.
Cinco minutos más tarde, ambos me dicen que me vaya con el resto del equipo en la zona donde transcurrirá la cita de una hora. Subo con un hombre que lleva una cámara y dos chicas que tendrán diez años más que yo, que están liadas con sus carpetas y que no dejan de hablar por walkie-talkie. Los nervios aumentan y pienso en la advertencia de Max. Al final tendrá razón y me encanta complicarme la vida, pero necesito saber que puede pasar con Axel.
El equipo me lleva hasta una sala que tiene una piscina cubierta. Me muerdo los labios de los nervios. No llevo bañador, ¿se supone que debería de haber traído uno? Una de las mujeres me dice que puedo sentarme en una hamaca y que ahora nos traerán algo de beber. Pido un vaso de agua. No tengo el estómago para nada más. Minutos más tarde colocan una mesita blanca delante de mí y colocan dos vasos llenos de coca-cola. Menos mal que he pedido un vaso de agua.
