-No sé si en cinco minutos voy a poder decirte todo lo que quiero decirte, Carol.
-Pues no me digas nada.- Susurré volviéndome acercar a él. Sin coger su rostro con mis manos me acerqué a sus labios. Sabía que no iba a rechazar uno de mis besos. No tenía esa fuerza de voluntad.
Noté como no solo mis labios, sino también los de Axel, estaban cálidos. También podía percibir como la comisura de la boca de este chico tenía el rastro de mi pintalabios rosado. Aunque eso no parecía molestarle. Durante el beso, percibí como sus manos acariciaban mis muslos, con la intención de ponerme los pelos de punta y aproximarme más a su cuerpo.
-Creo que este no es el sitio indicado para hacer todo lo que está pasando por mi cabeza. Ya sabes, por el tema que los niños hacen aquí guerra de bolas y todas esas cosas.
-Shh.- Volví a besar la boca de Axel.- No estropees este momento.
Me deshice del amarré de Axel en mi cintura y me senté de nuevo encima de él, dejando mis piernas al lado de su cadera. Mientras inicié nuevos besos, introduje mis manos por el interior de su camiseta y toque su pecho. Axel no era esa clase de chico que se machaba en el gimnasio y tenía un cuerpo muy tonificado. Por decirlo en otras palabras: no estaba hinchado de músculos. Sus brazos eran fuertes y tenía unos pectorales y unos abdominales definidos, pero de forma débil. Algo que me gustó percibir fue ese bello ondulado que descansaba sobre su pecho.
Dejé de besar su boca para trazar un camino de besos por su cuello. Percibí como Axel encogía su cuello hacía la dirección donde lo besaba y como su cuerpo se tensaba. Era la primera vez que besaba su cuello y que reparaba en las diferentes sensaciones que podía hacerle sentir.
Seguí acariciando su pecho debajo de su camiseta y besándole con delicadeza el cuello, mientras percibía como una de sus manos ascendía por mi pierna y se detenía en mi ingle. Dejó su mano quieta y comenzó acariciarme esa zona, dejándome claro que quería ir más lejos, pero que no podíamos.
Dejé de besarlo en el cuello y me acerqué a su oído para murmurarle.
-Pensé que habías dicho que yo era oficialmente la que cortaba todos los momentos intensos.- Volví a bajar mis labios y esta vez besé su mandíbula.
-Sabes que quiero seguir.- Murmuró él, intentando ocultar sus ganas de realmente avanzar.
-Continua.- Volví a unir nuestras bocas y ambos nos concentramos en ese beso, que más que dulce y detenido como habían sido los últimos, eran más pasionales. De hecho, creo que era la primera vez que teníamos esa clase de intensidad a la hora de besarnos.
Cogí su mano y la acerqué hasta el cierre de mi pantalón. Entre los dos, desabrochamos el botón y bajamos la cremallera. Noté como sus dedos se introducían entre mi pantalón y mi ropa interior. Mi cuerpo empezó a estremecerse sin todavía poder notar como su piel tocaba la mía, separados por la suave tela de mi lencería. Hundí mis manos en su pelo y comencé acariciarlo, tal y como sabía que a él le gustaba.
Sus dedos se deslizaron más al interior y después descendieron. Su dedo pulgar empezó a juguetear con la última prenda que cubría mi parte íntima y percibí como se introducía. Poco a poco, el resto de sus dedos hicieron lo mismo y cuando prácticamente podía notar como su mano me acariciaba, a punto de perder el control, se detuvo.
-Carol, ponme las cosas más fáciles.
-¿Más?- Antes que Axel me quitase de encima suyo, me abrochó el pantalón, para asegurarse de no volver a caer.- Creo que más fácil no te lo puedo poner.
-Justamente estás haciendo que dejar de tocarte sea lo más complicado del mundo.
-Pues no dejes de hacerlo.