Mi anuncio dicho en voz alta provocó tantas expresiones que sería imposible definirlas en una sola frase. Por un lado estaban las asesoras del amor, el público y los ganchos, todos aplaudiendo y gritando de la emoción. Y cuando me refiero a los ganchos, quiero decir todos, incluyendo a Perla y Leo. La presentadora estaba sonriendo al ver que la mayoría estaban emocionados y encantados con esa propuesta que me habían ofrecido. Detrás de las cámaras vi de lejos a Lucía. Ella sonreía y aprovechando que nuestras miradas se cruzaron, me guiñó un ojo.
Por un lado estaba Jordan y sus pretendientas, que parecían contentos, aunque como el asunto no iba mucho con ellos tampoco no mostraron tanto su opinión. Eché un vistazo rápido a las pretendientas del bando izquierdo. Alexa, Lidia y la nueva pretendienta sin nombre estaban con la boca abierta, Carla sonreía ampliamente e incluso parecía que tenía ganas de felicitarme y abrazarme. Pero luego estaba Erika, que si tuviera la capacidad de transformar su ira en fuego, todo el decorado del plató -e incluyéndome a mí- hubiéramos ardido en cero coma.
Y finalmente, estaba Axel. Él se había quedado completamente de piedra. Destrozado. Esa era la mejor palabra para definirlo de las muchas que podría usar. Fue como mirarme a mí misma, cuando me di cuenta que podía perderlo cuando Erika dijo que dejaba el trono de Jairo para conquistar a Axel. De hecho, podía sentir ese dolor por qué justamente es el que yo vivía. Que la persona que amases fuera tronista era una gran mierda.
Pero la pregunta del millón era...
-¿Cómo te sientes tú, Carolina, después de recibir esta noticia?- Preguntó Anna.
-Yo... mmm... No tengo palabras, la verdad.- Volví a mirar la pregunta escrita en el papel y por más que lo hacía no me lo creía. Yo podría tener mi propio trono, mis propios pretendientes. Sería la princesa del plató, la protagonista, ganaría más dinero y fama, y sobre todo: tendría la posibilidad de dejar que me enamorasen y que alguien intentase arrancarme a Axel de la cabeza. Pero el problema es que eso era imposible.
La gente se mantuvo en silencio, expectante. Supongo que la gente estaba es
perando una respuesta más concreta o algún argumento respecto a lo que sea que fuese a contestar, pero Melisa con sus preguntas se adelantó.
-Yo tengo una pregunta, Anna. En el caso hipotético que Carolina aceptase el trono, ¿cuál ocuparía? Por qué en estos momentos tanto los dos tronos de chicas como los dos tronos de chicos están ocupados.
-A ver si me pueden contestar a esa pregunta.- Anunció Anna mientras escuchaba por el pinganillo que llevaba en su oreja y oculto tras su pelo.- Me informan que habría un tritrono: Axel, Jordan y Carolina.
-¿Y qué vas a responder, Carolina?- Cuando Melisa me planteó de nuevo esa pregunta, escuché como mi corazón y mi cabeza se peleaban.
Mi cabeza decía que lo mejor para mí era coger el trono. Era una gran oportunidad por muchos motivos, no solo iba a ser una experiencia que cambiaría mi vida durante seis meses, e incluso para siempre. Además se me brindaba la oportunidad de olvidar –o al menos, intentar de verdad- a Axel. Pero luego estaba mi corazón, esa jodida máquina que late en mi pecho y que decide el noventa por ciento de las acciones que hago día tras día. Él es quién por desgracia decide como vamos a ser felices, incluso si durante el trayecto vamos a sufrir.
Y dentro de esa batalla interna, yo decidí:
-No puedo aceptar el trono.- Mi respuesta hizo que todo el mundo se quedase de piedra. Nadie, absolutamente nadie esperaba que yo fuera a responder una negación ante esa pregunta.- Quiero agradecer al programa por brindarme esta increíble oportunidad, pero si la aceptase, todo mi trono sería una mentira. No se puede ocupar un corazón cuando alguien ya reside en él.