Capítulo 37.

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Los ojos de Zayn estaban puestos en los míos, sin embargo un ruido parecido a un estallido resonó en la parte trasera del auto. Zayn miró hacia atrás.

—Nos están siguiendo —murmuró al momento en que aceleraba.

—Necesito ir a ver a mis padres —pedí en un suave susurro.

—No, Scar. No podemos.

Nuestros cuerpos eran bruscamente zarandeados a ambos lados gracias a las curvas y movimientos rápidos que Zayn efectuaba para que la distancia contra el auto de atrás aumentara.

—Por favor —pedí.

Me observó un instante con los labios apretados. Sabía que estábamos en un momento muy crucial y que mi petición podía costarnos la vida, pero sentía la inmensa necesidad de verificar si mis padres estaban bien. Finalmente asintió. Me aferré al asiento con fuerza al momento en que Zayn viraba por un callejón hasta la siguiente calle. Miré hacia atrás: ya nadie nos seguía, a excepción de la luna llena.

Cada vez estábamos más cerca de mi casa; podía reconocer las calles y tiendas de alrededor. Y una vez que el auto frenó en seco frente a mi casa, en un suspiro se fue el miedo. Me sentía segura. Quería creer que al abrir esa puerta, mis padres estarían esperando por mí y todo terminaría.

No obstante, cuando abrí la puerta, ni siquiera me fue necesario encender la luz, porque en seguida reconocí sus siluetas. La iluminación de la luna caía sobre sus cuerpos sin vida. Llevé mis manos a mi boca y corrí hacia ellos, sintiendo cómo las lágrimas ya caían por mis mejillas. Estaban totalmente masacrados. En sus cuellos habían cortes bastantes profundos y la sangre coagulada parecía llevar días. Llevaban más de 24 horas muertos y yo no estaba ni enterada. Me aferré a sus cuerpos, devastada, incapaz de hacer nada por ellos.

—¡Oh, Dios, oh, Dios, oh, Dios! —era todo lo que podía decir a través de mis sollozos—. ¿Por qué carajo alguien les haría algo así? ¡Oh, Dios!

—Scar —sentí a Zayn arrodillarse a mi lado y poner su mano en mi hombro—, nos tenemos que ir. Jeff y Harry no tardarán en aparecer por aquí. Sabes que lo lamento, pero debemos irnos ahora.

Tenía razón. No podíamos seguir aquí más tiempo. Deprisa me puse de pie y sequé mis lágrimas. Su mano tomó la mía y me sacó de ahí. Me di vuelta una vez más. No podía creer que ni siquiera me había despedido de ellos como corresponde. Una vez que nos subimos en el auto, la velocidad aumentó de inmediato. Pasamos calles y callejones. Para nuestra suerte, era de madrugada, por lo que no había nadie transitando a esas horas.

—¿Tienes idea de a dónde vamos? —pregunté acelerada.

Pero dos estruendos interrumpieron, y en seguida el auto comenzó a detenerse poco a poco. Ambos miramos hacia atrás: ahí venían ambos.

—Scar, a unos metros de aquí está la escuela. Tendremos que correr como nunca, ¿oíste? A la cuenta de tres, sal del auto. Uno, dos... ¡Tres!

Al mismo tiempo, ambos abrimos nuestras puertas y mis piernas corrieron tanto como nunca lo habían hecho. Incluso en mi débil estado sentía como si fuese capaz de volar si tan sólo agregara un poco más de velocidad. Zayn tomó mi mano, lo que me hizo correr incluso un poco más rápido. Comenzó a faltarme el aire, pero finalmente la escuela se encontraba frente a nosotros y al auto de Jeff aún le faltaba unos metros para alcanzarnos. Nos fuimos hacia la entrada principal. Estaba cerrada

—Sígueme —ordenó Zayn.

Corrí detrás de él, pasando por el estacionamiento del instituto y llegando a la entrada trasera de éste. La cual cedió con un sólo empujón. Corrimos por el pasillo oscuro como si la vida se nos fuese en ello, y en efecto así era.

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