La mañana del lunes siguiente, cuando me subí al auto de Harry, lo que menos se encontraba en mi mente eran las ganas de querer llegar a clases. Estaba comenzando a aburrirme de las filas y filas de chicas que esperaban por Harry y me barrían sus miradas de asco como si fuera sólo una partícula de polvo molestoso. Nunca fui de aquellas chicas que se acomplejan de sus físicos, pero esas perras sí que me ponían insegura.
Miré por la ventana, esperando a que el auto de Harry avanzase y mordiéndome del labio inferior.
—¿Pasa algo, Scar? —la voz de Harry me sacó de mis fugaces pensamientos.
Le miré. Aquel día, particularmente, decidió verse más guapo de lo común. La bandana en su cabello, alborotando incluso más sus rizos; su camisa escocesa y sus tatuajes aparecieron bajo los botones abiertos de ésta le iban a la perfección. La verdad es que entendía completamente a las demás chicas cuando se preguntaban cómo es que alguien como él se había fijado en mí.
—Las chicas de la escuela son todas muy bonitas —comencé—. ¿Por qué me elegiste a mí?
Harry soltó una leve carcajada y posó su mano en mi muslo, acariciándolo suavemente. De inmediato me arrepentí de haberlo preguntado, pues comenzaba a sentirme una estúpida.
—¿Por qué no? —alzó un hombro—. Eres incluso más bonita que todas esas chicas, además de inteligente y graciosa. Eres como la chica perfecta, ¿sabes?
—Estás loco —reí negando con la cabeza. Era pésima aceptando cumplidos.
Harry se inclinó hacia mi asiento para tomar mi rostro y besarme. Nuestro beso se disipó cuando una sonrisa apareció en mis labios. Me sentía afortunada de tener a Harry a mi lado.
—Las clases no estarán interesantes hoy —él murmuró.
Negué con la cabeza, incapaz de pronunciar alguna oración al tener su rostro tan cerca del mío y saber que podía besarlo cuando yo quisiera.
—Podríamos ir a mi casa —volvió a decir.
—¿Y faltar a clases? —finalmente hablé.
—¡Claro! —se acomodó nuevamente en el respaldo de su asiento y una amplia sonrisa apareció en su rostro—. Sólo tú y yo. Podríamos prepararnos un rico desayuno, luego ver alguna película o simplemente dormir hasta cuando nos dé la gana.
—¿Y si alguien se entera? —comencé a jugar con las puntas de mi cabello, imaginándome, como siempre, el peor lado de las cosas.
—Nadie lo sabrá. ¿Qué dices?
—Bien, vamos —sonreí.
—¡Esa es mi chica! —celebró antes de que el auto comenzara su rumbo en dirección a la casa de Harry.
*
Una vez que entramos a la casa, quedé realmente sorprendida. Jamás me hubiera esperado que un chico de apenas dieciocho años como Harry viviera entre tantas comodidades. Era como un estilo rústico que mezclaba muy bien los aparatos electrónicos y modernos. No entendía cómo le hacía para vivir tan bien; ni siquiera tenía un trabajo... que al menos yo supiera.
—Tu casa es... guau —confesé mirando en todas las direcciones.
—Gracias. Ponte cómoda —me guió hasta el sofá—. Te traeré algo de desayuno.
Le sonreí como agradecimiento y le observé todo el camino hasta que desapareció por la cocina. Justo en el mismo instante, mi celular comenzó a sonar. Era Emma quien me llamaba.
—¿Hola? —contesté en voz baja.
—¿Dónde estás tú, pequeña zorra? —preguntó. A veces el amor de Emma era tan... adorable.
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Undercover |malik/styles|
Fanfiction"¿Por qué yo?" preguntó con voz débil. "¿Acaso no lo sabes?" rió con ironía, y sin esperar una respuesta, continuó: "Es por tus padres". "¿Mis padres?" "Considéralo una especie de trueque: ellos me dan lo que quiero y yo les devuelvo a su hija sana...