Capítulo 1.

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Primer día de clases y ya me había perdido los primeros cuarenta y cinco minutos del primer período. Los pasillos estaban vacíos, lo que hacía resonar mi rápida caminata a la oficina de la directora Jones, en donde debía ir a buscar mi horario. Una vez que hallé la puerta, toqué dos veces antes de entrar. La mirada castaña de la directora me miró por encima de sus anteojos y me regaló una de sus cálidas sonrisas.

—¡Señorita Lemarie! —saludó—. Llega algo tarde, ¿no?

—Sí, lo siento —dije entre dientes—. Olvidé activar la alarma.

—Y yo olvidaré este pequeño retraso si me promete no volver a llegar tarde.

—Trato —sonreí.

Comenzó a teclear en su computador lo que supuse que sería mi nombre, y un momento después apareció una hoja desde la impresora. Sin quitar su sonrisa, me la tendió. Ahí estaba mi horario, con cada clase en su correcta hora.

—Intente no perderlo.

—No lo haré, directora Jones. Gracias —y salí rápidamente de la oficina.

Fijé los ojos en la hoja mientras volvía a caminar por el pasillo, notando que la clase que me tocaba era la de Literatura, lo que significaba que debía ir al tercer piso. Gemí a modo de queja y comencé a arrastrar los pies por los escalones. Entré en un exhalo en la clase, donde el profesor Campbell explicaba algo, pero de inmediato se detuvo al verme en la puerta como una idiota.

—¿Empezamos mal el año otra vez, Scarlett? —alzó una de sus canosas cejas.

Me encogí de hombros y, con cautela, cerré la puerta a mis espaldas, obsequiándole una inocente sonrisa. Para mi mala suerte, todos los profesores me conocían por mi impecable reputación de ser quien más retrasos tenía archivados en el instituto durante todo el año pasado. Ahora me había prometido llegar siempre a la hora... comenzando desde mañana.

Escaneé la sala con la mirada y sólo hallé un pupitre disponible al final, desde donde todo el pizarrón se veía de un excelente difuminado que hacía arder mi cabeza. Me senté en el pupitre a un lado de la ventana y dejé mi bolso en la otra silla. Inmediatamente saqué mi cuaderno y comencé a atender a la clase.

Pero, sin embargo, cuando apenas habían pasado unos cinco minutos, en la puerta sonó un “toc, toc” que hizo resoplar al profesor e ir a abrir de inmediato. Desde el otro lado se escuchó una voz masculina que decía:

—¿Es aquí la clase de Literatura?

—Sí, sí. Aceptaré tu retraso sólo porque eres nuevo.

—Gracias.

Y en seguida entró un chico con una sonrisa de medio lado, la misma que causaba hoyuelos en sus mejillas. Alcé el cuello para verlo por encima de las demás cabezas. Era bastante alto -mucho más que el señor Campbell-, peinaba unos castaños rizos puestos hacia atrás y pude ver los dos tatuajes de pájaros por debajo de su camisa a medio abrochar. Los murmullos que las chicas comenzaron a ocasionar no fueron para nada disimulados, y estoy segura de que el chico nuevo estaba bastante incómodo. Aunque, debo admitirlo, sí era bastante... guau. No se veían chicos así todos los días en West London High.

—Bien, atención —llamó Campell—. Ha llegado un alumno nuevo —se dirigió al chico—. ¿Cuál es tu nombre?

—Harry Styles —habló el tipo con una muy, muy grave voz.

—Harry Styles, todo el mundo —anunció con una sonrisa—. Sean buenos, ¿quieren?

—Descuide —habló una voz chillona al otro lado del salón—. Lo seremos.

Su grupo de amigas comenzó a reír de inmediato, a lo que yo puse los ojos en blanco y comencé a revisarme las uñas como cada vez que alguna de esas cuatro chicas abría la boca. Era como una forma de decir “te ignoro” sin la necesidad de gastar saliva.

—Gracias, señorita Snow —masculló el profesor, también bastante cabreado de sus estupideces—. Harry, elige tu asiento, por favor.

Aquella frase podría simplemente reducirse a “Harry, siéntate a un lado de Scarlett Lemarie”, porque no había otro pupitre disponible aparte del que mi bolso estaba ocupando. Los ojos del chico nuevo de inmediato se centraron en mí y comenzó a caminar, así que, bajando la vista, dejé mi bolso a los pies de mi silla y erguí la espalda mientras intentaba no mirarle. En cambio pude sentir las miradas asesinas de cada chica en el salón en mi dirección. Luché demasiado por no encogerme en mi sitio una vez más.

Traté de no mirarlo durante el resto de la clase, pero su presencia venía con un aroma a Armani que no dejó de desconcentrarme. Cara bonita más aroma delicioso, igual a Scarlett completamente fuera de este mundo.

*

Cuando la campana anunció el comienzo del receso, me puse rápidamente de pie, tomé mis cosas e intenté salir, pero Harry fue más veloz y me impidió el paso. Llevaba en sus rosados labios una amplia sonrisa. Y era hasta ahora que notaba lo verdes que eran sus ojos.

—Soy Harry Styles —dijo.

—Um, lo sé —murmuré mirando a mis pies—. Lo has dicho hace un rato.

—Oh, cierto —rió adorablemente—. ¿Cuál es tu nombre?

—Scarlett...

Me extrendió su mano, así que no me quedó otra que estrechársela con cortesía, aún sin el coraje para mirarle. Sin embargo, cuando su mano encajó rápidamente con la mía y el tacto hizo que mi cuerpo se resaltara, encontré mi mirada con la suya y le sonreí sinceramente.

—Bueno, Scarlett, me estaba preguntando si podrías mostrarme la escuela.

—¿Yo? —no fui capaz de ocultar mi gran sorpresa.

—Claro —se encogió de hombros—. ¿Por qué reaccionas así?

—Porque, quizás, tienes a una fila de chicas literalmente muriendo por ocupar mi lugar.

Harry volteó hacia donde mis ojos se dirigían e inmediatamente todo el grupo de chicas que miraban babosas al chico nuevo sonrieron y saludaron en su dirección. Pero lo que más me causó sorpresa fue que Harry simplemente volvió sus ojos hacia mí y se encogió de hombros. ¿Pero es que este chico era estúpido? ¿O gay, tal vez? Estaba prácticamente toda la clase y parte de las otras observando su cuerpo con admiración y sedientas, mientras que él no hacía más que detenerse a hablar conmigo.

—Quizás yo quiero que me la enseñes tú.

—Oh... eh... claro, sí...

Esperé a que Harry ordenara sus cosas e, ignorando las miradas de odio hacia mí y deseo hacia Harry, salimos hacia el pasillo. De inmediato comencé a buscar a mi mejor amiga Emma, pero no la veía por ninguna parte. Miré de nuevo a Harry; también parecía buscar a alguien. Bajamos hasta llegar al primer piso, y hasta ahí Harry seguía en silencio, así que pregunté:

—¿Buscas a alguien?

—Sí, la verdad. Se supone que venía con un amigo, pero no ha llegado... Oh, espera. Ahí viene.

Y justamente por el pasillo, acaparando miradas, abriéndose paso de entre la multitud, un chico que jamás había visto en mi vida venía con destino a nosotros. Podía sentir incluso la música rock marcando su paso y cómo el viento imaginario movía las solapas de su chaqueta de mezclilla y batía sus pestañas lentamente. Un snapback rojo cubría parte de su cabello azabache, llevaba pantalones negros ajustados y una camiseta blanca lisa. Se detuvo delante de nosotros y chocó los cinco con Harry. Y no fue hasta ese momento que me di cuenta de que aquel tipo me había dejado en un inmenso trance.

—Ella es Scarlett —Harry me presentó mientras ponía una de sus manos en mi hombro—. Scarlett Lemarie.

Los grandes ojos marrones del chico me miraron de pies a cabeza y luego sonrió con una perfecta y blanca dentadura.

—Yo soy Zayn. Zayn Malik.

Y ahí estaba yo: apenas pudiendo creer que dos chicos de aquel calibre estuvieran de pie frente a mí y fueran siquiera un par de estudiantes como cualquier otro en esta institución. Insano.

Undercover |malik/styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora