Aquella tarde de lunes, Emma y yo nos bajamos juntas del auto de Harry, ya que planeábamos hacer cupcakes. Antes de despedirnos de Harry, me apoyé en la ventana del copiloto con una sonrisa emocionada.
—Hey, ¿no quieres entrar? Haremos pastelitos y todo eso.
—Me encantaría, pero debo ir con Zayn a un lugar.
A un lugar... Sonaba algo bastante secreto.
—Oh, bueno. Pero, si quieres, pueden pasarse después.
—Suena bien —guiñó un ojo—. Nos vemos.
—Adiós.
El auto emprendió su camino y yo di media vuelta hacia mi casa. En seguida sentí los ojos de Emma mirarme con ganas de querer matarme.
—¿Por qué esa cara? —reí.
—¿Por qué invitaste a ambos? Quiero decir, no tengo problema con Harry, pero...
—¿Disculpa? —la interrumpí—. Zayn me agrada, no entiendo por qué a ti no.
—Porque es... ¿raro? —arrugó la nariz.
—¡Tú eres rara! —pasé por su lado para abrir la puerta de la casa y entré rápidamente—. Y si no estás dispuesta a aceptar a mis amigos, será mejor que te vayas.
Emma cerró la puerta a sus espaldas, sin decir nada y cabizbaja. Acto seguido, arrastró sus pies al sofá y, resoplando, se sentó de piernas cruzadas.
—Bien, lo siento.
La observé, aún sin mirarme y jugando con sus perfectas uñas limadas. Me senté a su lado mirando hacia el techo.
—No puedes andar tachando a la gente por ahí sin conocerla.
—Sí, tienes razón.
—Bien. Vamos, que esos pastelitos no se cocinarán solos.
Me miró al fin, con su sonrisa ampliándose a medida que pasaba cada segundo. Le sonreí de la misma forma. Corrimos en dirección a la cocina y, una vez que preparamos los utensilios, nos pusimos manos a la obra.
*
Una hora más tarde, ya estaba metiendo una bandeja de cincuenta pastelitos al horno cuando el timbre sonó.
—¡Yo voy! —gritó Emma desde el salón.
Me saqué el delantal, lavé mis manos y arreglé mi cabello rápidamente cuando escuché la voz de los chicos en la entrada. Me puse algo nerviosa, no obstante me calmé respirando profundo un par de veces.
—¡Mira quiénes llegaron! —tarareó Emma entrando a la cocina con sus brazos enlazados a los de los chicos—. Zayn, ¿esa chaqueta es nueva? ¡Está bastante bonita! Resalta el color de tus ojos.
—Eh... estuve con ella esta mañana —rió confundido—. Pero gracias.
—¡Qué tonta fui al no notarlo! —exclamó ella dándose en la frente con la palma de su mano—. Lo siento, en serio. ¿Pasamos a la sala?
Sin esperar su respuesta, llevó a Zayn casi a rastras al salón principal. Sabía lo que estaba haciendo, pero de igual manera era raro verla actuando de aquella forma. Y, al parecer, para Harry fue igual de raro, pues se quedó observando a los chicos hasta que desaparecieron y rió.
—Emma parece distinta con Zayn.
—Está emocionada porque cumplirá años el viernes, supongo —me encogí de hombros. Aquello no era del todo verdad, pero tampoco era del todo falso, así que prácticamente no fue una mentira.
—Debería cumplir años más seguido, entonces —bromeó.
—¡Hey! —golpeé su brazo sin dejar de reír.
Antes de que fuera capaz de alejar por completo mi mano del brazo de Harry, lo tomó y se encargó de entrelazar nuestras manos a la altura de nuestros rostros. La forma en la que nuestros dedos eran tan diferentes hacía que me fuera imposible creer que encajaran tan bien. Comenzamos a bajarlas lentamente, sin dejar de mirarnos a los ojos. Noté cómo se acercaba un par de pasos hacia mí, haciendo que la distancia fuera en descenso. No pude evitar mirar sus labios; estaban tan cerca de mí, siendo tan carnosos, tan rosados, tan bonitos. Sentí unas ganas de besarlo tan intensas que ocasionaron que mi cabeza se ladeara unos centímetros, esperando por aquel momento que jamás hubiera imaginado entre nosotros.
Sin embargo, me alejé antes de que mis impulsos me llevaran a hacer cosas que quizás ni siquiera estaban pasando por la mente de Harry. Bajé la vista y aclaré mi garganta. Estaba ridículamente nerviosa.
—Será mejor que vayamos donde los chicos —reí incómoda.
—Sí, mejor...
Solté sus manos y nos encaminamos al salón para escuchar a Emma, que tenía un magíster en no callarse nunca.
*
La hora se pasó volando entre tanto comer, reírnos y ver películas. Ya eran pasado las siete de la tarde y la que estaba pasándose en la televisión era la tercera película de Narnia. Yo estaba sentada entre Emma y Harry mientras que la espalda de Zayn estaba apoyada en mis piernas. Mi castaño amigo ojiverde no dejaba de acercar su rostro al mío, interrumpiendo mi concentración de la película y ocasionando que mi piel se erizara en cada minuto. Podía sentir su respiración en mi oído, en mi mejilla y en mi cuello, causando más cosquillas de las que normalmente sentía. Yo no sabía qué más hacer además de sonreír y entrelazar nuestros dedos por lo bajo. Me di el valor para mirarle de reojo y noté su rostro muy cerca del mío. Si pusiera mi cabeza de frente, podría jurar que nuestras narices rozarían, si es que no nuestros labios de inmediato. El tan sólo volver a pensar en besar a Harry, me hacía mirar sus labios fijamente, perdiéndome en mis pensamientos sobre cómo se sentiría tocar su boca con la mía.
Aparté la vista nuevamente cuando el cerrojo de la puerta sonó y supe que mis padres habían llegado. Harry se irguió en su postura inmediatamente. Una vez que ambos entraron, mamá encendió la luz, haciendo que mis ojos dolieran levemente. Me levanté en un exhalo y ordené mi camiseta aun cuando estaba intacta.
—¿Visitas? —dijo papá alzando una ceja.
Lo miré ceñuda, sin embargo él no pareció inmutarse.
—Papá, ellos son mis amigos.
—¿Zayn, verdad? —mamá apuntón a Zayn.
—Sí, señora Lemarie. Es un gusto volver a verla.
—Oh, el gusto es mío —ella sonrió con su característico aire despistado.
—A este no lo conozco —papá, con el ceño fruncido, ofreció una mano a Harry, la cual él estrechó en seguida.
—Soy Harry Styles, un placer.
—Ajá... —murmuró él; parecía evaluarle muy bien.
Todo quedó en un silencio incómodo por un momento antes de que Zayn hablara.
—Bien —dijo—. Creo que es hora de que nosotros partamos.
—Sí, tienes razón —asintió Harry; luego se dirigió a mis padres—. Fue un gusto conocerlos, señores Lemarie.
Ambos estrecharon la mano de mamá y papá y luego, con una sonrisa tensa dirigida hacia mí, dijeron adiós. Salieron rápidamente de casa. No podrían haberse visto más tensos e incómodos. Aunque los entendía: la mirada de mi padre podía ser bastante intimidante.
Un par de segundos más donde Emma, papá, mamá y yo compartimos miradas incómodas, y luego mi mejor amiga aclaró su garganta.
—Supongo que yo también me voy —tomó su bolso del sillón—. Gracias por todo, Scar. Recuerda que mañana iremos a ver los disfraces, ¿oíste? ¡Adiós, señores Lemarie, los quiero!
Dio pequeños saltitos hasta la salida y desapareció por la puerta, cerrando de un golpe detrás de sí, ni siquiera dándole tiempo a mis padres para decir algo. Me senté nuevamente en el sillón, observando los rostros confundidos de mis progenitores.
—Tienes unos amigos muy raros —dijo mamá.
—Dímelo a mí —resoplé.
ESTÁS LEYENDO
Undercover |malik/styles|
Fanfiction"¿Por qué yo?" preguntó con voz débil. "¿Acaso no lo sabes?" rió con ironía, y sin esperar una respuesta, continuó: "Es por tus padres". "¿Mis padres?" "Considéralo una especie de trueque: ellos me dan lo que quiero y yo les devuelvo a su hija sana...