Capítulo 32.

1.1K 111 18
                                    

Malik. Zayn también estaba involucrado en esto. ¿Cómo no lo vi venir?

Mi corazón dio un vuelco, y pareció como si Harry lo hubiera notado, pues soltó una amarga carcajada. Estaba a punto de decir algo, sin embargo el tipo que aún se encontraba frente a mí, se puso de pie y me miró desde su altura.

—¡Por fin estás aquí! —exhaló—. Ha sido una eterna espera. Permíteme presentarme...

Pero antes de que terminara, y con una valentía sacada del lugar más recóndito de mi alma, escupí en su camiseta. En seguida me arrepentí y me encogí en mi lugar, porque sabía que esto lo pagaría muy caro. Él, soltando un resoplo camuflado en una cínica risa que intentaba parecer paciente, sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió; acto seguido, lo arrojó al suelo con fuerza. Tragué saliva, aguardando su siguiente movimiento. Volvió a arrodillarse delante de mí, tocando mis muslos y escaneando mi rostro con esos dementes y asesinos ojos grises. Cerré los ojos.

—No, no... —susurró—. No los cierres. Déjame ver esas bellezas azules.

En seguida sentí algo frío y duro presionando contra mi cuello, como si se tratase de una fina hoja de metal que subía y bajaba por éste. Abrí los ojos rápidamente y noté la larga cuchilla que él sostenía. Sonrió.

—Ah, veo que ya nos estamos entendiendo...

—Aleja... eso... de mí —pedí con la voz quebrada.

—¿Las palabras mágicas? —se burlaba.

No tenía ni un remordimiento al jugar conmigo, y tampoco parecía tener problemas con matarme en ese mismo instante. Sentí cómo la hoja de la cuchilla se hundía más en mi cuello al punto de dolerme.

—Por favor —sollocé.

Se carcajeó en mi rostro y se puso de pie.

—Jefferson Martin —se inclinó hacia mí y susurró en mi rostro—: Tú sólo dime Jeff.

—¿Por qué haces esto? ¿Por qué yo? —seguía sollozando.

—¿Acaso no lo sabes? —rió con ironía, y sin esperar una respuesta, continuó—: Es por tus pades.

—¿Mis padres?

—Considéralo una especie de trueque: ellos me dan lo que quiero y yo les devuelvo a su hija sana y salva. De lo contrario, la tendrán de vuelta, sólo que con un profundo y bonito corte en su pequeña y preciosa garganta.

Me quedé congelada. Mis ojos comenzaron a nublarse incluso más. No estaba entendiendo absolutamente nada. ¿Qué tenían que ver mis padres en todo esto? Sólo deseaba una explicación; algo coherente y que no me dejara flotando en el aire. Necesitaba algo. Necesitaba a Zayn.

La puerta volvió a abrirse. Algo en mi interior se encogió en el instante en que la sonrisa de ambos tipos se ensanchó. Eran como calaveras que recibían a su más reciente alma en el infierno, invitándolo a observar cómo se divertían maltratando a una estúpida adolescente que no estaba comprendiendo nada.

—Eso ha sido rápido —dijo Harry.

Quien acababa de entrar no respondió nada, pero aún  así esuchaba sus pasos acercarse cada vez más, poniéndome tensa y curiosa al mismo tiempo.

—Ven aquí —demandó Jeff.

Sentí a alguien detenerse justo a un lado mío, pero cerré mis ojos, incapaz de observar a quienquiera que fuese que estaba tan cerca de mí y temiendo lo peor. Mi cuerpo temblaba y sentía las lágrimas escurrirse por mis mejillas.

—Tengo una sorpresa para ti, Scarlett —habló Jeff otra vez—. Abre tus ojitos, por favor.

Tardé en obedecer, pero cuando finalmente lo hice, un cuerpo más estaba a un lado de los dos que ya conocía, y, de hecho, le conocía aún más que a los dos primeros. No quería creerlo. Confié en él. ¿Por qué haría algo así? Parpadeé un par de veces para aclarar mi visión. Zayn estaba rígido, sus ojos fijos en mí; labios sellados, hechos una sola línea; los brazos a ambos lados de su cuerpo, tensos; puños cerrados con fuerza. Se hacía cada vez más irreal. Él parecía cada vez menos irreconocible.

Undercover |malik/styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora