Capítulo II

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—Shua, ¿Estás bien? —susurro confundido el pequeño Hao.

Desde hace un par de minutos que la mirada de su amigo se encontraba perdida y sus labios formaban un adorable círculo, tal como si quisiese besar a alguien. Una risita se le escapo al castaño cuando el contrario entró en pánico. Intento disimular dicho gesto al cubrir sus labios con una mano pero no sirvió de nada.

En su interior, Minghao se preguntaba si era normal que su corazón palpitara de forma acelerada al estar a su lado.

Su infancia era bastante borrosa, de hecho, para ser exactos, solo recordaba el día en que su madre le regaló aquel libro y cuando ocurrió el accidente. Algunos médicos decían, que debido al estrés pos traumático el cerebro del castaño bloqueó como método de autodefensa la mayoría de ellos. Así que, luego de ser transferido de un orfanato a otro y el rechazo de numerosas parejas, para él, Joshua era lo más cercano que tenía a una familia, y por eso ponía en duda los sentimientos que afloraban en su pecho.

Nunca antes había forjado una relación de ese estilo, prefería estar encerrado con un libro que la incomodidad de convivir con otros. Nada mejor que sumergirse en páginas llenas de diversas aventuras con personajes que jamás te criticarían o excluirían por quien eres, pero... Shua era diferente, él no lo evadió ni se cambió de lugar durante el almuerzo, tampoco lo miró con lástima. Él simplemente se sentó a su lado y le pidió que recitara algunas líneas del libro que le regaló su madre.

—Y...yo no hice nada extraño ¿verdad?— hablo el mayor con un tono lleno de vergüenza.

—Depende de que consideres extraño —respondió divertido.

La cara de Shua se tornó rojiza y su mirada iba de aquí allá, decidido a evadir el rostro del menor.

¿Se habrá equivocado al besar su mano?

¿Le desagradó?

Interrogantes como esas invadían la mente de Minghao.

—Si te incomodó que profanara la inocencia de tú mano —susurro un poco apenado el menor—, te ofrezco mis más sinceras disculpas —le dedico una cálida sonrisa.

Joshua algo divertido por el término que utilizó el pequeño volvió a incorporarse a la realidad.

—Gracias por siempre levantarme el ánimo, solo tu me dirias algo así —sonrió enseñándole su perfecta dentadura—, por supuesto que no me incomodó, para serte sincero a quien lo haría.

—A muchas personas...

Minghao no comprendía del todo los sentimientos que tenía Shua por él, estaba claro que lo quería, nadie leería un libro que no es de su agrado solo para acercarse a ti, pero todo ese cariño hacia él, era el que tendría un hermano o ¿Había algo más allí?

—¡Oye Minghao! ¿En qué estas pensando?

—En...—musitó nervioso e intento crear una mentira decente—, en que habrá mañana para el desayuno.

—Eso no es cierto —contestó de inmediato con un tanto alegre—, nunca vas al comedor en la mañana y a parte, ¿Por qué tu rostro estaría así por eso?

El castaño confundido y preocupado por ser demasiado obvio, giro su cabeza a la derecha en busca de ver su reflejo en el espejo, al notar lo rojo que estaba, no tardó en llenarse de inseguridades.

¿Era normal sonrojarse al pensar en tu amigo?

—Creo que tengo fiebre —se excusó mientras colocaba la mano en su frente para checar la temperatura.

—Dejame ver —tomo el rostro del contrario entre sus manos mientras sonreía—, tienes razón, debería dejarte descansar.

El menor suspiro aliviado de no ser atrapado mintiendo, no obstante su corazón se volvió intranquilo cuando unos suaves labios impactaron en su frente. Algo curioso observó el rostro de Joshua y se topó con la tierna sorpresa de que también tenía un ligero rubor en los pómulos.

¿A caso ambos tuvieron una reacción alérgica al mismo tiempo?

—Buenas noches pequeño Hao —hablo con calidez al levantarse.

—¡Espera! —murmuró y este permaneció estático frente a él como si hubiese recibido una orden—, buenas noches Shua —sonrió al abrazar la cintura del mayor aún sentado en la cama.

El pequeño de nueve años no podía dormir sin antes abrazarlo, era la única forma de sentirse seguro, no sabía si sucedería algo por la noche, por ello le daba miedo que Shua se fuera sin despedirse igual que sus padres.

—Perdón, no quise olvidarlo —susurro mientras acariciaba el cabello del castaño.

Era su pequeño ritual nocturno. No había día en que no lo llevaran a cabo.

—Ahora si puedes irte —se apartó satisfecho.

¿Qué sería de él sin Shua? ¿Siquiera podría dormir?

Su único deseo era estar siempre a su lado, de hecho pedía continuamente en oración que no adoptaran a ninguno de los dos para así poder estar más tiempo juntos, sabia que estaba mal y era un poco egoísta de su parte, pero Shua era su mundo entero, lo único que le quedaba... no podía perderlo.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora