Capítulo XXV

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El miedo no obliga al hombre a escoger el peor camino. Con o sin el, aquello de lo que se huye aparecerá para acabar con la falsa realidad en la que vivimos. Afrontar el peligro conduce al pecado. Es inevitable evadir lo que está destinado a ser.

Jun nunca tuvo problema en materializar las pesadillas del resto con tal de beneficiarse en el proceso, ni tampoco asumía el rol de villano, porque jamás sería un héroe frustrado.

Para él, cada una de sus acciones estan justificadas. Los sicarios que entrena no derraman sangre por desesperación y los chicos que utiliza para mover la mercancía no actúan a cambio de dinero fácil. Cada uno de ellos, lo quiera aceptar o no, siempre anhelo el poder de destruir.

Y él no tenía ningún inconveniente en dárselos.

-Cumplí mi parte del trato -afirmó el hombre con traje al ser arrastrado con poca sutileza-, prometiste dejar a mi familia en paz...no puedes hacerme esto...yo no...por favor...

-Olvide mencionar que hay un problema que interfiere en nuestros negocios -dijo Jun harto de escucharlo quejarse, con un ademán que realizó con la mano su gente soltó al fiscal de actitud patética-. Llevo pensando en ello varios días y si le soy honesto, siento un especial desagrado por tu cuñado. No puedo simplemente matarlo, se atrevió a tocar mis cosas con descaro ¿Qué clase de líder permite eso?

-¡Su padre puede compensarlo!, ese bastardo tiene mucho dinero y un puesto en el gobierno, eso te conviene...¿Cierto? -se arrodillo como último recurso, el orgullo lo había perdido hace mucho.

-Señor fiscal, creo que no estamos en la misma página -suspiro cansado al darse la vuelta, contuvo el impulso de perder los estribos y deshacerse de él de una vez por todas-, el oficial Hong se apoderó de mi juguete favorito. Apuesto a que debe entender porque tiene hijos, las peleas no deben faltar en casa debido a que uno se metió con lo del otro. Me temo que aquí sucede lo mismo -sonrió con cinismo al acercarse para ayudarlo a ponerse de pie-. Odio compartir.

Nervioso, el hombre sacudió la tierra de sus rodillas mientras consideraba aventurarse a quitarle el arma a uno de los guardias. Maldijo el día en que se enredó con la familia hong. Sabia que tarde o temprano la mala suerte de Jisoo lo alcanzaría.

-Ohhhh, ya veo, se trata de una mujer.

-Se equivoca -aclaro aburrido de invertir tantas palabras-, y le sugiero no seguir intentando adivinar. No lo traje con ese propósito.

-¿Entonces?

-Necesito que vea por si mismo lo que sucede cuando una persona decide traicionar mi confianza -Jun se adelantó en dirección al establo, sin gran esfuerzo deslizó la puerta de madera.

Los caballos relincharon con impaciencia, no estaban acostumbrados a interactuar con tantas personas, la mayoría guardó silencio luego de un par de caricias que el mafioso les proporcionó. El haber crecido bajo su cuidado les impidió alterarse por la mala energía que lo rodeaba.

Sin dar explicaciones Jun avanzó hasta el fondo y algo pensativo sacudió el heno del suelo con uno de sus zapatos, la previa discusión con Minghao lo habia desconcertado, la dramática ruptura a través de una carta y el rechazo rotundo de su cuerpo. No era parte del plan hablar del pasado, pero lo hizo para forzarlo a quedarse a su lado. Las personas empáticas siempre les conmueve las historias trágicas. Por otro lado, sin duda lo más raro de la noche, era que casi cree su propia mentira sobre el profundo deseo de reencontrarse con su hermano. Nada lo haría más feliz que acabar con él con sus propias manos.

Luego de despejar su mente al agitar la cabeza enojado, Jun levantó la compuerta que se reveló en la superficie.

-Señor Wen, yo jamás lo traicionaría -nervioso por adentrarse al lugar que aquella escotilla mantenía oculto, el fiscal trató de escapar, pero lo único que logró fue que los guardias lo empujarán al interior sin piedad.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora