Capítulo VIII

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—¿Qué te trae por aquí Jisoo? —el hermano mayor del azabache lo miraba con cierta curiosidad.

Era medianoche y llegó de la nada al hospital, cualquiera estaría preocupado.

—¿Podemos hablar?

—Estoy de guardia, solo tienes cinco minutos —respondió con simpleza.

Hong caminaba en círculos sin ninguna razón, la ansiedad se apoderaba de su cuerpo. Debía contarle a alguien de confianza su hallazgo.

—Detente, me estás mareando.

—Lo siento —suspiro antes de observar el rostro del mayor en busca de alguna respuesta a sus problemas.

—¿Sucedió algo malo?

—Lo contrario.

—Entonces... ¿Por que estás así?

—No sé que debería hacer Seokmin.

Corrió desde el departamento de Hao, sudaba frío y sus piernas al perder fuerza lo obligaron a ponerse en cuclillas mientras miraba el suelo un tanto consternado.

—¿Esa persona volvió a aparecer en tus sueños? —extendio su mano para acariciar el cabello del azabache—, creo que deberías detenerte. No es saludable que vayas de un lado a otro buscando un fantasma.

—Lo encontré —susurro cansado.

—¿En serio? —dijo confundido—, no pareces feliz por la noticia.

— Hyung, aquel niño aún me recuerda —sonrió de costado.

—Eso es bueno, ¿Cómo reaccionó al verte?

—Él no sabe que soy Shua —se puso de pie de nuevo—, cuando vi el anillo no fui capaz de decirle la verdad. Tuve miedo de no ser quien tanto espero.

Seokmin tardó un poco en responder, por cuanto estaba buscando las palabras adecuadas, sabia lo importante que era para su hermano todo esto.

—Jisoo ¿Por qué no lo serías? —rió de la forma más tierna posible—, incluso te convertiste en policía ya que el protagonista del libro que te dejó lo era, ¿No es eso romántico?

El menor asintió inseguro y antes de que se diera cuenta había comenzado a llorar. Los pacientes del hospital observaban curiosos la escena. Seokmin lo abrazó y le dio un par de palmaditas en la espalda para brindarle apoyo.

—Después del accidente perdí gran parte de mis recuerdos —se aferró con fuerza a su cuerpo—, y no importa cuánto lo intente nunca podré ser la misma persona que él conoció.

—Deja de ser tarado, aún eres el niño llorón que vi por primera vez con mis padres en el orfanato —sonrió al apartarse para limpiar las lagrimas que se deslizaban por sus pómulos del contrario con ambos pulgares—, lo que intento decir, es que nunca perderás tu esencia Jisoo.

—Hubiera sido genial escuchar eso antes, acabo de arruinarlo todo —entre más pensaba en ello peor era la vergüenza que lo atormentaba.

—¿Que hiciste?

El chico de cabellos oscuros metió la mano en el bolsillo de sus jeans y tras sacarla le enseñó el pequeño objeto circular que descansaba en su palma. Su rostro solo demostraba culpa.

—Ni siquiera yo lo sé.

—¿Se lo robaste? —exclamó asombrado.

—No se dio cuenta —mordió su labio nervioso—, pero ese no es el punto, lo peor fue que tambien yo...

Lo siguiente no tuvo el valor de decirlo en voz alta, era un cobarde que salió corriendo cuando las cosas subieron de temperatura. Minghao sin dudas debería estar burlándose de él. Incluso compró una camisa en el camino ya que dejo la suya en la casa del castaño.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora