Capítulo XVII

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Después de salir de la casa de Jisoo todo se nubló. Sabia que estaba dentro de la patrulla porque oía la radio sonar con interferencia, la voz de una mujer utilizando códigos que desconocía para mantener informados a los dos oficiales que lo acompañaban. De no ser por ello, estaría perdido en contexto.

Se sentía fuera de si. Incluso podía verse de lejos. Presenciar su cuerpo adormilado como si su alma estuviera separada de este. Era extraño el considerar que no eres real. Ser el narrador omnisciente de tus propias acciones.

The8 no entendía el como llego a ese estado o si se trataba de una pesadilla.

¿Se quedó dormido sin darse cuenta?

—¡Oigan! ¡Detengan el auto! —exclamó asustado.

Pero su voz también se vio afectada, el sonido se emitió en eco, al igual que un grito desgarrador en un oscuro túnel.

Intento moverse. Falló.

No tenía el control.

¿Nunca lo tuvo?

Era difícil saberlo cuando la principal razón de tu existencia era evitar que otro sufriera. No tenía derecho a salir a voluntad ni vivir sin dolor.

Al igual que una rosa, Minghao poseía espinas y él era una de ellas. Una parte importante que protegía su belleza sublime, pero insignificante para aquel que decide cortar dicha flor.

—Te extrañé, Haohao.

Ahora podía ver un rostro, sin embargo no el de un policía.

—¿Qué demonios? —The8 pensó en voz alta.

—Tu madre y yo lamentamos dejarte solo. Debiste sufrir mucho por nuestra culpa.

—Esto no es real —cerro sus ojos mientras repetia aquellas palabras.

Solo era un episodio más. Volvería a la normalidad.

—Sabes, aún puedo sentir el calor de tu pequeña manita cuando acariciaste mi rostro para despertarme igual que cada mañana esa noche lluviosa. No debiste hacerlo. Terminaste lleno de sangre.

—No estás aquí. No eres real.

—Si tu no hubieras...—comenzó toser— nosotros...

—¿Nosotros? —repitió intrigado.

Pero él ya no estaba. Se esfumó tras el primer disparo.

El castaño había vuelto en si, pero estaban rodeados por tres camionetas. En medio de un enfrentamiento.

The8 no tuvo otra opción más que cubrir su cuerpo con el oficial que yacía muerto en su asiento. Tomó el arma en el cinturón de este y espero atento.

Tenía miedo.

Con el tiempo las balas cesaron, los quejidos igual. Un bando había ganado y no era el suyo.

La puerta del asiento de copiloto de la patrulla en la que se encontra se abrió. El hombre corpulento que se dispuso a revisar el interior no tardó en recibir un disparo limpio en la cien.

Por suerte su puntería seguía siendo buena. Debía agradecerle a Junhui sus clases aburridas.

—Sal del auto Hoshi y no me hagas repetirlo.

Esa voz, ¿Podria ser...?

—Siendo honesto contigo, me agradas. No quiero darte un final doloroso. Después de todo eres como un hermano para Minghao —hizo una pausa—, planeo permitir que llore tu muerte. Que vea un cuerpo entero y no únicamente tu mano derecha. Incluso vine en persona a encargarme de alguien tan insignificante como tú ¿No es suficiente misericordia? —soltó una risita— ¡Diablos! Olvide por completo que no puedes responder. Más te vale salir con las manos en alto antes que mi paciencia se agote. No intentes ningún truco barato.

The8 salió un tanto asqueado por la sangre en su ropa. Aún mantenía el cubrebocas en el rostro y la gorra escondiendo su cabello.

A simple vista podía engañar a cualquiera. La contextura y la altura de Soonyoung era similar a la suya.

—¿No escuchaste? —dijo Jun con molestia—, suelta esa maldita arma.

—No quiero —The8 respondió y arrojó a un lado la gorra—, no tienes idea de cuanto odio escucharte hablar así. Verte comportarte como un asesino más.

—Ming...

—Detente ahí. Te equivocas de persona —se deshizo de la tela que cubría sus labios.

—¿Por que tú...?

—¡Cómo te atreves! —gritó enojado.

—Él cometió un error —le hizo una señal a los demás para que bajaran las armas.

—Te esperé por más de un mes, te escribí tantos mensajes que perdí la cuenta, ¿Y solo volviste para asesinar a mi amigo? —no apartó el dedo del gatillo ni un segundo.

—No voy a discutir aquí, si quieres una explicación te la daré en casa.

—¿Casa? —rió sarcástico—, tu hogar esta lejos de aquí. Con una mujer que mantiene caliente tu cama y un bebé que apenas balbucea papá.

—The8 baja el arma.

—No —contuvo las ganas de llorar. No quería verse debil—, esto no es lo que me prometiste.

—No hay nadie más en mi vida, ¿De acuerdo? —sonrió y se acercó con intenciones de calmarlo.

Debían irse de ese lugar.

—Mientes. Igual que todos.

—The8...—extendió su brazo y con cautela le quitó el arma—, te amo y sé que no he estado para ti últimamente, pero puedo asegurarte que cada latido de mi corazón te pertenece.

El castaño igual que años atrás volvió a golpear frustrado el pecho del más alto.

—No intentes ser romántico en un momento como este, no voy a caer Wen Junhui.

—¿Ya te dije lo hermoso que eres? —lo detuvo— ¿Que me vuelvo loco cuando no te tengo cerca?

—...

—Ni siquiera soy digno te tocarte. De sostenerte en mis brazos —acarició su rostro—, eres un preciado tesoro que encontré por casualidad. Mi alma gemela, mi otra mitad.

—No sigas —se sonrojo.

—La razón tras mis sonrisas. La melodía que escucharía toda la vida — junto sus frentes—, la pieza faltante en el rompecabezas. Por favor, no vuelvas a dudar de lo nuestro cariño.

—Jun... yo también te amo.

El mayor conocía su punto débil.

The8 era ese chico que nunca lo odiaría porque estaba perdidamente enamorado, de ese lado suyo que tras la muerte de su padre desapareció. De aquel amante de la literatura que alguna vez fue.

Él nunca lo dejaría, aún sí así lo quisiera.

Sabia que si Minghao intentaba irse, The8 lo impediría.

Por eso no se preocupó al enterarse de lo cercano que era el castaño con el oficial Hong.

Minghao era suyo. Al igual que el sol y la luna, serían amantes por la eternidad.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora