Capítulo VII

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Minghao terminó dejandolos pasar a su estudio, era más grande de lo que Jisoo imagino al entrar al departamento, las ventanas estaban abiertas permitiendo de este modo que la fina tela azulada de las cortinas se ondeara en el aire; las paredes eran inicialmente blancas, pero no te fijabas en ello al enfocarte en los mil y un trazos sobre las mismas de distintos colores, diseños abstractos que de acuerdo a la perspectiva de cada persona el significado cambiaría; había un estante lleno de pinturas al fondo; y un caballete de madera sosteniendo un lienzo, que al igual que la mayoría de las obras que se encontraban allí estaban cubiertas por una especie de sábana color crema.

—¿Te molestaría si grabo la entrevista? —Jeonghan se aventuro a preguntar.

Apenas Hao movió su cabeza para negar, este saco de su mochila una grabadora de voz, que luego encendió y colocó sobre la mesa rectangular de vidrio, frente al juego de muebles donde estaban sentados. La misma tenía el tamaño de un reproductor mp3.

—Muy bien The8, La primera pregunta que tengo preparada para usted es: ¿Por qué mantuvo anónima su identidad todo este tiempo?

—Soy una persona solitaria, el hecho de tener mucha gente a mi alrededor o ser el centro de atención me hace sentir incómodo. Sabia que si daba a conocer mi imagen no podría salir tranquilamente a la calle sin ser fotografiado o perseguido.

—Pero, el otro día te pidieron un autógrafo...—Jisoo pensó en voz alta sin darse cuenta.

—Esa chica vive cerca del vecindario de mis padres, su madre y la mía son buenas amigas, así que por accidente salió a la luz la verdad —explicó—, solo ellas dos lo saben.

—Eres chino ¿Cierto? —Jeonghan no solo lo notó en su acento sino también en algunas facciones de su rostro— ¿Acabas de mudarte o...?

—Asi es —desvio la mirada un momento al escuchar el flash de la cámara que sostenía Jisoo—, viví allí hasta cumplir siete años.

Hong no estaba muy seguro de lo que hacía con su vida, pero su dedo índice oprimía por inercia el botón de la cámara al ver sonreír a Minghao.

—¿Por qué? —eso no estaba dentro de la lista de preguntas, pero el pelirrojo se sentía intrigado.

Hao tragó saliva y tardó en dar una respuesta al recordar aquella época.

—Mis padres y yo realizamos un viaje a Corea, en el trayecto ocurrió un accidente y como consecuencia terminé en un orfanato —el ambiente se tornó incomodo—, y antes que lo preguntes, fue así, porque no tenía más familia en China.

Sus abuelos habían fallecido antes de que naciera y para su mala fortuna ambos padres eran hijos únicos.

Si pensaba con detenimiento al respecto, aquel accidente fue su culpa, aun podía ver la sangre en sus manos y sentir ese horrible vacío en su pecho. Cuando era un niño no comprendio en un principio porque sus padres no despertaban o el hecho de que a él lo subieran a un ambulancia y a ellos solo les colocaran una tela encima, creyó que era a causa del frio, pero esa idea se esfumó cuando vio los rostros consternados de las personas corriendo de un lado a otro entre la lluvia, y en el momento en el que una mujer dijo que lo llevaría a casa y terminó en un lugar que desconocía por completo, repleto de niños —algunos más grandes que otros—, que en cierto punto llegaron a disfrutar de lastimarlo a escondidas o escucharlo llorar por las noches. Ese no era un hogar y tampoco lo fueron los tres orfanatos por los que paso antes de conocer a Shua.

—Lo lamento, realmente no sabía que...

En ese punto, Jeonghan se sintió muy avergonzado, debió sospecharlo o continuar con la entrevista quedándose con la curiosidad.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora