Capítulo XXXIV

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Una cita.

Minghao insistió en tener una, para descartar cualquier probabilidad de que el mafioso dijera la verdad.

No era cuestión de desconfianza, sabía muy bien que clase de persona dejo entrar a su hogar, pero tampoco podía ignorar el hecho, de que al hablar, a veces la conversación pareciera un interrogatorio. Tal vez estaba exagerando, y Jisoo pasó tanto tiempo dentro de la comisaría, que adoptó esa terrible manía. Su padre era igual, trataba a todos como sospechosos.

Escogió el lugar con una estrategia en mente, visitar la casa hogar en la que creció, era casi como una tradición, Vernon lo solía acompañar, entretenían a los niños y les llevaban regalos, convencer a su amigo de faltar para invitar a Jisoo, no fue complicado, al fin al cabo últimamente ya no eran tan cercanos, los planes fueron siendo cancelados al relacionarse con otros.

La vieja estructura de color desgastado, pudo desanimar a cualquiera, pero eso no pareció importarle a su pareja, al bajar del auto le ayudó con las cajas, fueron recibidos con cariño, los pequeños corrían de un lado otro, curiosos por las sorpresas.

A medida que transcurrió el día, recorrieron  los pasillos, Hao asumió el papel de guía turístico e iba señalando cada cosa que le traía de regreso un recuerdo, el patio de juegos en el que vio por primera vez a Shua, la cocina donde se escabullia a robar bocadillos, y como se olvidaría de enseñarle el comedor, el escenario en que hablaron horas sobre aquel libro y terminaron siendo amigos.

—Sabes...siento algo de envidia —dijo Jisoo tras escuchar varias veces el nombre que alguna vez tuvo. Al sujetarle la mano lo guío hasta un estante, procurando esconderse lo suficiente.

Minghao recorrió el perímetro con la mirada, para asegurarse de que nadie los viera, luego de pasar un tiempo deseando en silencio el encuentro, se atrevió a darle un beso.

—¿Por qué?, Para Shua solo era un hermano.

—Lo dudo —respondió tranquilo al recostar la cabeza a la madera, se perdió en sus pensamientos al reproducir los escasos momentos que compartieron—, te dió un anillo de compromiso, eso ya dice mucho.

—Un amuleto de buena suerte — corrigió en un susurro, atento a la más mínima reacción.
   
—Debió ser cruel, despertar y no encontrarte.

Aquel comentario, que en un descuido salió a la luz, generó desconcierto en ambos, pues Minghao nunca dió detalles y no habría razón para que Jisoo los conociera.

La barrera del pasado fue creciendo entre ellos, de pronto se sintieron completos extraños, se separaron notablemente confundidos para acabar admirando la nada, temiendo reflejar en sus ojos lo que en realidad pensaban.

—Olvide mostrarte mi habitación —Hao pretendió no haber escuchado, continuó avanzando por el pasillo hasta detenerse frente a una puerta.

Jisoo le siguió el paso, una vez que comprobaron que estuviera vacía, entraron arruinando la trama principal, ignorando las líneas que les correspondía cumplir para lograr enganchar al lector. Estaba igual que en sus memorias, cómo si en todos esos años nadie hubiera cambiado de lugar las cosas y fueran víctimas del tiempo, al quedar atrapados en ese momento.

—Jisoo...

—Minghao...

—Jisoo...

—Minghao...?

—¿Por qué tengo el presentimiento de que me has estado mintiendo? —cuestionó al abrir el armario, se sentó en la superficie llena de polvo, imitando a su yo más joven— ¿Acaso te estás vengando?, Por irme sin despedirme.

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora