Capítulo IX

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Habían pasado tres días desde la entrevista, largas horas que para algunos fueron más tortuosas. Vernon no estaba consciente de lo que ocurría, pero si le parecía extraño que Hao no diera señales de vida. Generalmente, él iba por las tardes a su departamento y hablaban de cosas sin sentido o al menos le ofrecía una taza de café en las mañanas. Sin dudas ocurría algo.

—¿En que piensas? —cuestionó su pareja intrigado.

Llevaba un buen tiempo recostado en sus piernas, y este no se movía. Solo observaba un punto fijo.

—Estoy preocupado, Kwannie.

—¿Por? —le sonrió de forma dulce.

—¿Recuerdas a Minghao? —el contrario asintió—, no lo he visto en varios días, estuve pendiente de si entraba o salía, pero no escuche siquiera su puerta abrirse.

—Tal vez está en casa de un amigo o quizás con su novio.

—Eso es imposible —nego de inmediato—, soy el único amigo que tiene Hao y si hubiera llegado el idiota de su novio créeme que podríamos escucharlos hacer cosas que no son de Dios —rió leve.

—Deberíamos hacer lo mismo —bromeo y tras sentarse le robo un beso.

—Me gustaría, pero tengo un mal presentimiento.

Seungkwan soltó un largo suspiro al cruzarse de brazos. No era la primera vez que sentía celos gracias al mejor amigo de su novio. Cuando tenían una cita o veían una película, Vernon siempre sacaba a relucir alguna experiencia que tuvo con él. Era frustrante que el poco tiempo que podían pasar juntos solo escuchara "Minghao esto y Minghao aquello"

—¿Y piensas quedarte sentado todo el día e investigar quién lo asesinó?

—No juegues con esas cosas, no es divertido —se puso de pie.

—Vernon, cariño puede que no te guste que diga esto, pero ese chico tiene veintidós ¿No? —hizo una mueca— sabe cuidarse solo.

—¿Escuchaste eso? —su corazón latio con fuerza y corrió hasta la puerta para abrirla.

—¿De que hablas? —lo siguió.

—Zhao Shu Yu, su gato —explicó—, esta adentro.

Los maullidos y los rasguños que ejercía contra la puerta eran cada vez más frecuentes.

—¿Y eso que?

—Hao nunca lo dejaría tres días solo, me pediría cuidarlo en su ausencia.

Kwannie rodo sus ojos aburrido y solo se recostó a la pared. No podía creer que desperdició su día libre para jugar a ser detective junto a su novio.

—Supongo que al ser tan unidos, sabes la clave del dispositivo de entrada ¿No es así? —lo miro—, solo entra y ve por ti mismo que todo esta bien.

Vernon sonrió amplio al oírlo decir eso, olvido por completo ese detalle. Por supuesto que lo sabía, era la fecha en que ambos se conocieron, igual que la suya. De la emoción besó a Boo como si fuera la última vez. Esto causó un sonrojo involuntario en el menor.

Luego de marcar con rapidez los dígitos en el dispositivo, la puerta se abrió en cuestión de segundos. Todas las ventanas y puertas en el interior estaban cerradas, causando que una profunda oscuridad reinara, gracias a que las luces se encontraban apagadas.

El pequeño gatito al ver la oportunidad avanzo con rapidez hasta Vernon e intento escalar por su pierna con ayuda de sus garras. Cosa que provocó que el rubio soltara un quejido debido al dolor. Poco después lo alzó para calmarlo.

Seungkwan por su parte, encendió la luz principal de la sala y lo que ambos vieron a continuación fue escalofriante. Era un caos. La mayoría de las cosas se encontraban en el suelo, libros, cojines, cuadros, incluso el sofá estaba al revés.

—Vernon...tengo miedo —el chico se escondió tras su espalda.

—Tranquilo, espera aquí —bajo el felino al piso—, iré a revisar las habitaciones.

Chwe caminó con cierta cautela en dirección al estudio, era el espacio más grande y como sospecho también parecía que un huracán arrasó con todo a su paso. Había pintura regada en el suelo y pinceles esparcidos en cada rincón. El portaretrato que mantenía en su interior la fotografía que se tomó junto al castaño cuando ambos fueron de excursión a la montaña, también estaba hecho trizas en el pasillo, al pisar los vidrios rotos por accidente un horrible sonido surgió.

Después de revisar gran parte del lugar sin éxito en su búsqueda, abrió la puerta de la habitación principal con un pánico incesante en su pecho. Cuando el bombillo se encargó de ahuyentar la oscuridad, lo primero que sus ojos lograron vislumbrar fue la ropa en el suelo y el colchón de la cama tapando la puerta del baño.

—¿Hao? —sus palabras por poco hacen eco.

En la esquina de la habitación, entre la biblioteca y la pared, una figura sentada abrazando sus piernas apareció en su campo de visión. Vernon corrió hacia la misma y recuperó el aliento al reconocer a su amigo.

Minghao estaba temblando y mantenía su frente apoyada en las rodillas.

—¡Hao! —insistió el rubio al tocarlo para hacerlo reaccionar, pero los sollozos del castaño no paraban— ¿Qué sucede?

El silencio era incluso peor que el hecho de ver a su amigo en ese estado. Esto no ocurría ni en los días lluviosos.

—Necesito que me digas que ocurre para poder ayudarte —susurro y tomo una de sus manos, la cual terminó acariciando con su pulgar.

Su piel estaba realmente helada. En ese momento Hansol estuvo apunto de llamar una ambulancia.

—Lo perdí —fue lo único que salió de sus labios.

—¿Qué cosa?

—El...anillo —su llanto aumentó y cuando levantó el rostro, Vernon abrió sus ojos a más no poder. Aquella expresión que tenía lo espantó.

No había dormido en días, su cara estaba hinchada de tanto llorar y su labio inferior sangraba por culpa de múltiples mordeduras. Vernon al salir del estado de shock observó detalladamente las manos del castaño, y en efecto se percató de la ausencia de aquel anillo en su dedo anular.

—¿Cómo?

—No lo sé —su voz era tan tenue que el rubio no entendió nada.

—¿Qué?

—¡NO LO SÉ! —le gritó desesperado.

Ese no era solo un regalo de su primer amor, también un amuleto de la buena suerte. Lo único que le permitía seguir con esperanza y le hacia sentir al menos una fracción de segundo que estaba a su lado.

—Tranquilo, te ayudaré a buscarlo.

—Ya lo hice, y no importa cuánto me esfuerce, desapareció —su respiración comenzó a descontrolarse— ¿Sabes lo que significa eso? ¡Que nunca podre encontrar a Shua!

Vernon lo observo perplejo. La vez pasada que Jun le comento que escondió el anillo y Hao tuvo una crisis, no le creyó. Sonaba ilógico, un poco tonto. No esperaba que tuviese razón.

—Calmate, piensa con cabeza fría que hiciste antes, en que momento te lo quitaste y cuando lo perdiste de vista.

—Y...yo —trago saliva intentando recordar—, no...no puede ser.

Allí fue cuando recapitulo lo sucedido aquel día, cada una de sus acciones, besos y caricias. Como se ilusionó y vio huir sin camisa al oficial Jisoo. La gracia que le generó eso y el miedo que sintió al perder su más preciado tesoro.

—¿Qué sucedió? —exclamó aliviado al notar que paro de llorar—, necesito todos los detalles.

Minghao lo miro a los ojos como si se cuestionara si era correcto contarle, decir que le fue infiel a su pareja no es algo de lo que se sintiera orgulloso. No obstante, Vernon era una de las pocas personas en las que confiaba, su secreto estaría a salvo con él.

—Jisoo y yo...

The Rain [HaoShua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora