Ingredients: Billie+Tú, Oral,
Porn Food†
Esperaba. Era lo que ella le había pedido. Así que aquí estaba, sentado impacientemente en una de las sillas del comedor, en medio de la cocina con las tenues luces amarillas.
Aún olía a comida italiana, coca colas y jabón para trastes. Los invitados hacía una hora que se habían marchado, y estaba a punto de abrir los regalos cuando escuchó las repentinas palabras de su chica: "quedate aquí y cierra los ojos".
Esperaba algún regalo, claro, de eso se trataba, quizá una guitarra nueva, porque eso le había prometido el mes pasado, una bonita gibson, o un cachorro. Aquello le pareció mejor, un lindo y pequeño cachorro. ¿Qué nombre le vendría bien?.
" ¿Tienes los ojos cerrados?" escuchó pisadas, tacones. Le extrañó un poco.
"Desde hace horas" se quejó un poco, las pisadas se detuvieron frente a él, no tan lejanas. Definitivamente estaba usando tacones de aguja. Se mordió los labios.
"Abrelos" dijo finalmente, como un susurro juguetón, casi avergonzado.
Billie abrió sus ojos, aferrándose a las coderas de la silla, dando gracias por no haber decidido sentarse sobre un banco de la barra, o hubiera caído de espaldas.
Sus ojos viajaron por todo el cuerpo de su chica, usaba unas medias de red blancas, jamás la había visto usándolas, con unas calcetas de encaje que resaltaban los —había adivinado— tacones negros. Sus pechos eran perfectamente envueltos por un traje, uno que parecía de alguna clase de sirvienta, negro con holanes de encaje, y un moño sobresaliendo tras su espalda. Agregando el collar de aro que se ajustaba a su cuello, y el pastel de chocolate con cereza que cargaba en sus manos, la sonrisa inocente en sus labios. Como si no vistiera con un diminuto vestido que lucía de maravilla sus muslos, que hacia de sus hombros más pequeños y pareciera más alta.
Se removió en la silla, tragando saliva, soltando una carcajada nerviosa para disimular."¿De dónde has sacado eso?"
"¿Te gusta?" batió sus pestañas, separando las piernas con un paso, como si mostrara sus tacones. Pero Billie no podía dejar de mirarle las piernas, imaginó la piel suave y la sensación de las medias en sus dedos, se imaginó la piel de su redondo trasero envuelto en ellas también, y quizá, si se lo permitía podría tirar de ellas.
"Así que el paquete que llegó en la mañana era eso"
"¿No te gusta?" mordió su labio, Billie tuvo una sensación de electricidad que le recorrió por la espalda. Su labio lucía tan lindo atrapado en sus dientes. Joder, se veía tan inocente y sexy al mismo tiempo, delicada y lista para ser corrompida. Billie suspiró, dándole otro vistazo mal disimulado volviendo a detenerse en sus senos.
"Me encanta" soltó, resoplando.
Ella sonrió aliviada, caminando hacía él, aún le costaba manejar los zapatos pero hizo de lado sus inseguridades. Solo quería comenzar con su plan-sorpresa para su querido novio.
"Que bueno que le guste señor Armstrong, ahora ¿deja que le sirva su pastel?" susurró cerca de su oído, con su respiración chocando en el cuello de él. Billie la sostuvo de la cintura, al borde de la locura, la sentó en su regazo y ella rió "No sea impaciente, espere..." se acomodó, moviéndose sobre él, cada vez rozando más con su entrepierna "...Abra la boca"