Ingredients: Daddy, Billie+Tú, sumisión, BDSM
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La clase es lo mismo de siempre, la profesora habla con un tono de voz inquietante sin nadie que la escuche realmente.
Los compañeros de al lado hablan sin parar, la tipa de cerebro astuto que empezó a maquillarse el semestre pasado finge no escuchar la clase y soltar maldiciones sin sentido llamando la atención de la pelirroja "cero cerebro" del frente con un montón de chicos riendo alrededor. La presidenta estudiantil y su mejor amiga están atentas a cada apunte así como a sus charlas sobre ex parejas de cada quién y productos para el pelo.
Los demás, simplemente hablan entre sí.Suspiró dejando de ver el aburrido salón, y miró impaciente la hora en mi celular, sólo cinco minutos para las ocho cuarenta.
Mis dedos llegan al collar en mi cuello y sonrío, es una correa negra ajustada de broche, con dos aros metálicos en él. Es mi objeto favorito en el mundo, es un regalo, un regalo que fue elegido por Daddy en su viaje a Nueva York, y soy tan afortunada de llevarlo puesto.
El timbre suena y brinco de mi asiento con la mochila en mi espalda, mis pasos son rápidos hacia la puerta y luego por el pasillo hacía prefectura; pongo mi mejor cara de enferma falsa y consigo un pase para irme "a casa".
Antes de bajar hacia la salida me encargo de ver que todo esté bien, hago lo mejor que puedo con mi cabello, me quito el espantoso suéter del colegio y odio mi propio reflejo, pero me convenzo de que estoy presentable.
—Hola ¿cómo...—
Ignoro el llamado de un chico de chaqueta de mezclilla con botas raras y granos en la cara, entrego mi pase a la señora de la puerta y salgo hacia la libertad, fuera del olor de comida, goma de mascar y tinta.
Salir de esa cárcel llamado colegio es lo mejor del día.
Sigo mi camino hasta un establecimiento que hay en la esquina, donde los autos pasan más deprisa por la avenida, faltan dos minutos para las nueve, parece una eternidad.
Recuerdo la primera vez que hice ésto, recuerdo bien cuando mis piernas temblaban más, lo nerviosa que estaba de ser vista por algún familiar, por ejemplo mi abuela que conducía por esos rumbos. Aún se me ponían los vellos de punta ante la posibilidad de que, mi familia se enterara. Pero ¿Qué de malo tiene tener novio?.
Bueno, por así llamarlo.
Un bonito BMW se estaciona en la esquina, es blanco, con líneas preciosas, limpio y de cristales polarizados. Miró a mi alrededor con cautela, hasta que baja la ventanilla y puedo mirar sus ojos, el hermoso color esmeralda en ellos, y su cabello bajo una capa de gel, aunque lo prefiero cuando está alocado, con los mechones oscuros por todos lados.
Mis pies se mueven por si solos hacia él, como bajo trance, sin dejar de mirarle, arreglando por última vez mi cabello; cuando abro la puerta el olor a perfume inunda el ambiente, me envuelve y embriaga, está usando Dior ese aroma que yo elegí.
Cuando cierro, me siento segura por fin, relajo los hombros y me acomodo en el asiento, mirándole con una sonrisa.
—¿Extrañaste a tu papi cariño?—