Ingredients: religión, iglesia, duro, Billie+Tré+Mike+tú
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Mis padres entraron tomados de la mano, no sin antes reprocharme que el vestido era muy corto, pero para mi estaba bien.
El olor a veladora inundó mi nariz, madres viendo las vestimentas de las hijas de otras, los papás con traje saludando al sacerdote Tomas, un viejo de cincuenta años que toma el poder de 'sabe lo todo' en el pueblo.
-De pie- anunció, y todos lo hicieron, incluyéndome; odiaba los Domingos. Empezó a hablar sobre las obras divinas, la cuaresma, cosas así, milagros, etc. No es que no me importara sino que se me hacia algo tedioso la idea de golpearte el pecho arrepintiéndose por tus pecados. Literal. -Y ahora, los nuevos padres de nuestra iglesia: Michael Pritchard, Frank Wrigth, y Billie Armstrong!- murmullos y aplausos invadieron el lugar, debe ser un chiste.
Nade lo creía, ellos eran los mas rebeldes del pueblo, no podían ser sacerdotes ni con diez exorcismos a cada uno.
Los tres se pusieron de pie, vestidos de negro y el pequeño espacio en el cuello color blanco.
No los habia visto tan detallado, Michael o Mike Dirnt como se le conocía; tenia el pelo rubio y sus ojos eran increíblemente azules al igual que los de Frank, el mas bajito de los tres, y Billie Joe... sus ojos eran verdes esmeralda, cabello negro rebelde; suspire, así si iba a venir todos los Domingos.* * *
Desperté cubierta por una fina capa de sudor en la frente, noté que mis bragas estaban empapadas, frunci el ceño al recordar mi sueño; me miraba yo sentada en una silla y luego llegaban ellos, los tres....
Me cubrí con la sabana. Apenas un mes desde que llegaron y ya eran tres veces el mismo sueño, algunos parecidos.
Estaba mal. No podía tener deseos impuros. Era un pecado. Yo estaba pecando.
Mañana es Jueves ¿Debia confesarme?.* * *
Me aseguré de que ya no había nadie, me quede al final, al acercarme al confesionario me puse muy nerviosa, el padre Tomas conoce a mis padres, él puede contarles.
-Padre bendigame porque he pecado- bajé la mirada. ¿Le diría o no?.
-El señor, esté, en tu corazón... para.... que te puedas, confesar, humildemente- dijo, entre pausas, como si leyera, no era el padre Tomas. -ya me dirás tus pecados?-
-Frank Wrigth?- sus ojos azules se asomaron por los pequeños agujeros que nos dividían. Quería morir en ese instante.
-Así es. Pero por favor llámame Tré- una risa leve se escuchó. -¿Vas a confesarte ya muñeca?- trague saliva.
-Padre Wrigth, bueno, Tré. Tengo que hacer una confesión pero, me da mucha vergüenza-
¿Me tenia que quedar callada?
-No te preocupes solo dila- aseguró.
-Es que, es de algo que, involucra a usted, Michael y Billie Armstrong-
-Vamos, no le diré a nadie, ni te juzgaré- al menos ya tenia la confianza de que no le diría a mis padres.
-Lo que pasa es que desde hace días, he tenido deseos, impuros- me ruboricé por completo.
-¿Acerca de nosotros?- asentí con la cabeza. -¿Que clase de deseos?-
-Sueños, pensamientos. Eso no importa, sino que, he pecado no?-
-Me temo que si- susurró.
-¿Que debo hacer?-
-Deberás ir a la cabaña del lago ¿La conoces?- asentí, todo mundo la conocía, era una de las mas alejadas del pueblo, con una linda vista al lago. -Bien, el Domingo a las diez de la noche y sin que nadie lo sepa ¿No quieres que tus padres se enteren verdad?-
-Oh no, claro que no....- pensé unos minutos ¿Ir a la cabaña de que me serviría? -Esta bien, iré a la hora acordada-
-Bien muñeca, hasta ese día, te aseguro que tus pecados estarán sacia... Perdonados- le di las gracias y me fui.
Nadie se iba a enterar, e iba a hacer lo correcto. Todo iba a terminar.
(Continuará....)