Ingredients: Billie+Tu, bañera, juegos.
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Los últimos vasos habían sido recogidos, el montón de globos seguían en el suelo, tomé una de las copas limpias que posaban sobre la mesa, caminando tranquila hasta la habitación con los pies descalzos, los botines al final del día me resultaron molestos.
Las luces se encontraban ya encendidas, al fondo estaba una enorme puerta de cristal, que hacia un camino de piedra y verde césped hasta el jacuzzi.Sonreí un poco al divisar a Billie allí, tomando vino con los ojos cerrados, su pecho estaba desnudo, con algunas gotas escurriendo por sus brazos, mordí mi labio, mirando los diseños en su piel.
Tomé aire y retiré las prendas de mi cuerpo, me quedé sólo con la bata encima, y la ropa interior, salí, dirigiéndome a él silenciosamente.
Era una visión preciosa.
Alrededor colgando de la pared de piedra, estaban unas series de luces color blanca y amarillas, el cielo estaba estrellado, las flores alrededor habían abierto sus pétalos, la noche era calurosa. Se escuchaba el tenue burbujeo del agua, y algunos autos a lo lejos.
-¿Puedo acompañarte?- dije llamando su atención
El cuerpo me tembló entera
La sonrisa en su rostro se extendió ladina, sus ojos me recorrieron sin vergüenza alguna, mordió su labio inferior, quise correr y besarle esos labios.
-Pensé que nunca lo dirías- rió un poco, y me derreti ahi mismo, escuchar sus pequeñas repentinas carcajadas era lo mejor que tenía -Tardaste mucho-
-Bueno, quedó un desastre en la sala- quité la bata de encima, haciéndola caer al suelo lentamente, balbuceó un poco, quise reír también por su reacción -Pero, quizá quieras tu último regalo- solté sin saber de dónde había sacado el valor para decir aquello
Yo no sabía coquetear, ni ser provocativa, no me consideraba sexy, ni mucho menos buena con las palabras en casos así, pero, con Billie, podía ser lo que sea por él, cualquier cosa para sorprenderlo
-Quítate eso- dijo, su voz se había vuelto más ronca y provocativa, atrapó su labio entre sus dientes
-Ah no, no tan rápido- sonreí, de verdad deseando no lucir como tonta -Decide, lo de arriba o lo de abajo-
-Es difícil pensarlo ahora- tardó unos segundos, su vista se detuvo en mis pechos, mi rostro se puso caliente -El sostén-
Solté un pequeño jadeo involuntario, sentí mi centro humedecer
Llevé mis manos tras mi espalda, mis dedos estaban fríos y temblaba. Desabroché el seguro, bajé un tirante, y luego, al igual que la bata, dejé que se resbalara de mi cuerpo. Bajé la mirada al suelo, mis mejillas se sonrojaron, el estómago me dio un cosquilleo
-Vamos, mírame cariño- hice el esfuerzo por sostenerle la mirada, su sonrisa no desaparecía -Sabes lo mucho que me gustas, eres preciosa, no sientas vergüenza alguna- gruñó ésto último, yo sólo asentí con los ojos llorosos -Ven aquí-
No tuvo que pedirmelo dos veces, pensé que si seguía de pie caería en cualquier momento de rodillas, por suerte mis piernas reaccionaron. Temblé un poco al entrar al agua, cerré los ojos un momento, dejando que el agua fuera un pequeño consuelo, esperando a que lo frío ayudara a quitarme el calor de encima
Su mano se extendió hasta la botella, sirviendome en su copa.-Dije aquí- hizo un movimiento con la cabeza, señalando lo que quería. Me moví hasta él, posicionándome encima, con las piernas a cada lado de las suyas, y mis manos temblorosas a sus hombros, aún después de tanto tiempo, me ponía nerviosa. Acercó la copa a mi boca, bebí hasta la mitad, y luego, miré su rostro, tocando sus mejillas, los mechones rizos de su frente -¿Qué ocurre?- susurró
-No sabes lo feliz que me hace estar contigo, festejando tu día otro año más- besó mi frente, dejó el vino y sus brazos me rodearon, escondí mi rostro en su cuello, dejando besos por esa zona, el agua mojaba mis labios
-A mi me hace feliz tenerte conmigo- dijo a mi oído, el corazón me latió rápido.
Quería llorar, pero no porque estuviera triste, sino porque en todo el día él había disfrutado su cumpleaños, había repartido sonrisas al mundo, y verlo así, tan lleno de vida, me había puesto feliz también a mí. Deseaba que fuéramos eternos.
-Si ya lo noté- reí, cambiando nuestra tema de conversación, sino me pondría a llorar toda la noche. Moví mis caderas en círculos, sobre su semi erección
-Si, pues me vuelves loco- gimió un poco. Tomé sus manos y las posé sobre mis senos, no dijo nada, al principio me miró confuso, luego hubo un brillo especial en sus ojos, sus pupilas se dilataron, pellizco mis pezones, gemí y arquee la espalda.
Mientras sus manos me acariciaban, las mías bajaron por su torso, mordí mis labios, hasta tocar la zona esperada. Tomé la base de su miembro, miré como separó su rojiza boca, jadeando, mientras lo masturbaba.
-Uhm, ne,na- llevó su cabeza hacia atrás, hice círculos sobre la punta, bajando y subiendo rápido por su longitud, cambiando la velocidad de mi mano para provocarlo -Tan buena, dios, ahh-
-Te deseo tanto Joe- dije dejando marcas en su cuello, hasta el tatuaje del tigre, besando, mordisqueando su piel -¿Quieres que te monte? Necesito tenerte ya- hice un falso puchero, él rió
-Fuck- sus manos apretaron mis caderas -Por favor nena-
-Esperé todo el día por esto- confesé, retirando la ultima prenda, alineándolo contra mí, junté nuestras frentes, apreté los ojos cuando lo sentí, empujé mis caderas hacia abajo de a poco, mi piel se acoplaba a su ya conocido tamaño, nunca sin acostumbrarme del todo, alzó su pelvis y me encontró en el camino -¡Joder si!- solté
Mis labios chocaron con los suyos necesitados, su lengua exploró mi boca, al mismo tiempo que empezaba a moverme, haciendo círculos, sin saber exactamente si era el agua o mi humedad la que sentía en ese momento, pero no importaba ya nada, sólo nuestros besos, sus caricias, y lo bien que se sentía tenerlo, me moví arriba abajo con más rapidez, salpicando sin querer la pared tras nosotros
-Estás tan apretada... Tan buena...- gemí más fuerte sin poder formular palabra alguna, mi mano que seguía en su pelo, bajó hasta su espalda, rasguñandolo, sin siquiera darme cuenta de que lo hacía, mis dedos se enredaron en su pelo, el cosquilleo bajo mi ombligo crecía más y más.
Bajó sus caricias hasta mi espalda baja, me sostuvo de allí, apretándome contra él, comenzando a embestirme duro, rápido y brusco, yendo más profundo, encontrando ese dulce punto en mí, grité su nombre repentinas veces
-¡Ahh... Si... Por favor, Billie!- su miembro golpeó profundo, que tocó mi punto g por última vez, los músculos de mi coño se apretaron alrededor de él, llegando al orgasmo, llevándolo allá también, sin aviso. Sentí como de a poco mi cuerpo se relajaba, cada centímetro de mí estaba temblando, y él no paraba de besarme.
-Ha sido tan jodidamente increíble- susurró, después de un buen rato, acariciaba mi pelo, jadeabamos aún, tomando aire, calmando nuestras respiraciones. Dejó besos por mis mejillas hasta tocar mis labios de nuevo -Te amo-
Sonreí
-Feliz cumpleaños Billie- le abracé con fuerza, escuchándolo reír.