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El beso de un amor no correspondido, el beso de quien no era, el beso hacia quien le había robado todo, su hogar, familia, su vida e incluso ese amor juvenil. Ese beso que se atrevía a romperle el corazón, alma y mente al momento en que lo vio suceder frente a sus ojos y como si Odette fuera invisible.

Sugawara volvió a despertar con lágrimas en los ojos, era la tercera vez en la semana que le pasaba y realmente quería entender por qué. Volteó en busca de la hora del reloj de su mesita de noche, aún era temprano, pero dudaba de que pudiera volver a conciliar el sueño. Se limpió las lágrimas de sus ojos avellanas y se acarició los labios recordando un cálido contacto, uno soñado y anhelado, uno que no sabía que necesitaba hasta que sucedió. 

La noche anterior, después de haber ido a cenar con Oikawa todo empezaba a fluir con total naturalidad y no había incomodidades aunque ahora que lo pensaba nunca las hubo. El castaño lo había dejado en su casa y antes de que él pudiera poner un pie dentro de su casa, sus labios se había estampado con torpeza y seguridad en los de Tooru tomando desprevenido al productor, pero pintando una sonrisa en tez que sin pensarlo dos veces se encontraba correspondiendo ese tierno beso lleno de dulzura e inocencia, llevándolo a un ritmo un poco más suave y guiandolo en el proceso para el disfrute de ambos.   

Al separarse, las mejillas del peligris estaban sonrojadas de matices escarlata resaltando la blancura de su piel y la finura de su complexión, no sabía de donde había sacado el valor para haber hecho semejante acto, pero estaba dichoso y antes de que el castaño dijera palabra alguna, se metió y se encerró en su casa con el corazón alborotado y con mil emociones queriendo salir de su garganta. 

Koushi se preparó una taza de café mientras hacía algunos estiramientos en su habitación, le encantaba eso, su flexibilidad mejoraba cada vez más, era lo necesario para poder interpretar un cisne bello en pleno vuelo.

Desayunó ligero y empezó a alistar sus cosas para partir al estudio, sus mejillas se llenaron de un ligero rubor ¿Cómo iba a ver a su profesor después de ese beso? La idea lo avergonzó y se llevó las manos a la cara bastante apenado mientras negaba con la cabeza, si su madre lo viera en ese momento diría que se comportaba igual a una colegiala viviendo su primer amor, ciertamente no era su primer amor, pero sí era la primera vez en ser correspondido sin reparos. 

Tomó su maleta y salió de su casa mientras se dirigía a la estación del metro, a su lado de nueva cuenta se estacionó un auto, no habría que ser un genio para saber quién era, eso lo hizo sonreír y detuvo su andar 

—Oikawa-san —saludó formalmente lo que desconcertó al mencionado 

—Sube, te llevaré —Tooru abrió la puerta de su auto y Sugawara subió sin pensarlo dos veces. Una vez que ambos estaban dentro del auto el castaño se acercó y le robó un beso a Koushi quien quedó estático ante semejante acción, los labios de Oikawa eran cálidos y le despertaban mil emociones que apenas y podía  procesar lo que estaba pasando. Casi de manera involuntaria el cisne correspondió y enredo sus manos en la cabellera del mayor dejándose llevar por las sensaciones. 

El bailarín mayor estuvo tentado a profundizar el beso ante tal contacto, quería sentirlo, quería profanarlo y corromperlo, sacar la contraparte de ese lado dulce, quería el primero en muchas cosas y vaya que lo lograría o se dejaría de llamar Oikawa Tooru.

El productor se separó mientras relamía sus labios con coquetería y galantería dejando a un peligris sonrojado hasta las orejas y sentía los latidos de su corazón en sus oídos

—No me diste la oportunidad de regresar el beso de ayer — comentó algo divertido  —Cada que quieras hacer algo, yo me comprometo a devolverte al doble —sonrió con confianza y como si de un niño se tratara 

—Pero...—Suga trató de objetar palabra alguna

—Sí, lo sé -—interrumpió el castaño —Falta un beso, pero no te dire cuando te lo devuelva, me gustan las sorpresas — explicó con sencillez y se encogió de hombros

Encendió el motor del auto y lo echó andar con la mirada puesta en el camino, el recorrido fue algo silencioso, pero no incomodo. Al parecer ese beso había terminado de despertar al Cisne Blanco quien estaba atento a las posibles acciones del castaño, no quería ser sorprendido de nuevo. 

No quería que Tooru pensara que era un niñato que no sabía como reaccionar, no. Dirigió su mano a la del contrario que estaba en la caja de velocidades y la tomó mientras la llevaba a sus labios casi con devoción. Oikawa parecía sorprendido, pero satisfecho, así que sonrió, se soltó y acarició con suavidad la cara del Cisne para después entrelazar sus dedos con los de él.

¿Qué era lo que estaba haciendo Sugawara Koushi con él? Por primera vez se sentía a los pies de alguien, se sentía domado por alguien de apariencia dócil y fragil, su campo electromagnético lo llevaba directo a esa fina figura llena de pasión por el baile y se sintió condenado a la más dulce tortura. Era una bocanada de aire fresco, se sentía en calma y disperso a la vez. Sí, estaba dispuesto a entregarle lo que no le había entregado a nadie en todos sus años ¿qué podría salir mal?

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora