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Tiempo atrás...

—¿Muñequita de porcelana?— los ojos jóvenes de ese inocente bailarín no daban crédito a lo que estaban viendo, debía tratarse de algún tipo de ilusión o una mala broma. Ahí, en el salón principal de esa prestigiosa academia la pelinegra que tanto amaba estaba en brazos de alguien más, alguien un poco más mayor que él, pero que sin duda alguna parecía que había cierta conexión entre ellos compartiendo lo prohibido.

—¿Qué haces aquí Oika-kun?— preguntó ella sin ningún remordimiento pintado en sus hermosas facciones, incluso parecía que se regocijaba de su confusión

—Y...yo, vine a buscarte— murmuró tímidamente mientras se tomaba las mangas del suéter café—Hace tiempo que no estamos juntos y pensé que...

—¿Pensaste?— repitió Kiyoko —¿Que pensaste?— cuestionó sin separarse de ese hombre que no dejaba de besar su cuello enfrente de aquel adolescente novato e ingenuo, sin pudor ni vergüenza.

—Que podríamos vernos hoy...— susurró con duda y Shimizu se carcajeo en su cara

—¿Por qué?— preguntó— Espera— lo señaló con burla —¿Estás enamorado de mi?— Oikawa no contestó, pero la respuesta era tan obvia que no hacía falta. Shimizu era una mujer que le encantaba llamar la atención de los hombres, parecía que entre más miradas levantará su femeneidad y hermosura crecían de sobremanera, no era un secreto que la pelinegra le encantaba ir conquistando hombres para su beneficio, pero cuando llegó al joven castaño se sintió aún más halagada y de entre todos sus amantes le tenía cierto trato diferente dándole una que otra concesión. Que un estudiante se hubiera encaprichado tanto debía ser motivo del más alto orgullo, sin embargo sabía que pronto se aburría de su inexperiencia así que había decidido terminar todo de raíz de una manera no convencional y con la esperanza de levantar el odio hacia ella para que Oikawa no la volviera a buscar —Ow— la mentora se enternecio —No seas iluso, aún eres un niño— dijo con una sonrisa llena de  prepotencia

—Pero— trató de replicar

—¿Enserio creíste que sentía algo por ti? — dijo con sorna —¿Acaso no me contaste que tu madre te abandonó? No busques en mi lo que no tuviste— recalcó haciendo añicos el fragil corazón de un joven que apenas iniciaba su vida y rompiendo toda ilusión de sus más puras esperanzas, cayendo en la bajeza atreviéndose a usar esos secretos que su estudiante le había confiado en un momento de debilidad

Debía odiarla porque esto no podría seguir y porque si alguien más se enterará acabaría con su reputación, su carrera y su vida y no podría darse tal lujo después de todo su trabajo

—¿Por qué me dijiste todo eso?— cuestionó mientras las lágrimas llenas de ira empapaban su rostro  —¿Por qué dijiste que era especial para ti?— vocifero —¿Por qué?— se lamentaba por ser tan ingenuo y dejarse llevar por un dulce trato.

¿Acaso todas esas palabras de amor que le dijo habían sido mentira? Las palabras tienen alma y cuerpo es por eso que nos quedamos a escuchar ¿Sólo se trataba de un engaño?

—Porque me pareció divertido entretenerme contigo— se encogió de hombros. Había cierta verdad en ese predicamento, se había divertido al ver cómo ese inocente chico le entregaba cada pizca de su adolescencia en cada caricia y beso. Sí, se había divertido

El hombre que no se había separado de su amor no correspondido por fin le dió la cara y le frunció el ceño

—Vete de aquí niño— ordenó —Ya tienes tus respuestas ahora lárgate—

Tooru se llevó una mano al pecho mientras sus ojos se iban apagando y el brillo que alguna vez los adornó con ambición desapareció, la luz que había iluminado su vida se iba esfumando con cada beso que presenciaba de aquella pareja de amantes.

Con ira prometió que nadie lo volvería a usar de tal forma, que no se dejaría llevar por sus sentimientos y emociones, prometió que nadie volvería a tener la osadía de destrozarlo profundamente, así se condenará al mismo infierno.

*
*
*

—Perdona...

Y un golpe sordo interrumpió esa disculpa, el Cisne blanco había abofeteado al Príncipe Sigfrido.

Oikawa quedó estupefacto y se llevó una mano a la mejilla enrojecida con ardor, Sugawara ni siquiera podía creer lo que había hecho y tomó su mano con temor, las lágrimas por parte del castaño seguían saliendo pero no emitía sollozo alguno, se había vuelto un lamento totalmente silencioso y tortuoso

Se miraron a los ojos tratando de entender lo que acababa de ocurrir, finalmente el castaño bajó la mirada sintiéndose derrotado

—Y...yo, te necesito— susurró abrumado por sus propios sentimientos —Sé que soy mierda, soy consciente de eso, incluso sé que tal vez no merezca misericordia, pero...— pasó saliva — No quiero que me dejes— se lamentó — No quiero que te vayas porque... T... — las palabras se le atoraban en la garganta igual que espinas del rosal clavándose en su tráquea dificultando su expresión — T... Te amo Koushi— terminó de decir sin separar la vista del suelo

El Cisne Blanco abrió los ojos sorprendido, jadeó tratando de procesar lo dicho, apretó las solapas de la chaqueta de Oikawa que tenía sobre los hombros y se relamio los labios. Dios, ninguna idea salía, no sabía cómo reaccionar y su pulso se aceleró, casi por inercia e involuntariamente se encontraba abrazando al castaño. Tooru seguía llorando igual a un niño pero cuando sintió esos delicados brazos se aferró tan fuerte mientras su tristeza lo consumía y se destilaba en cada lágrima que sus ojos dejaban salir.

Sugawara se separó y lo miró fijamente, con sus pulgares limpió el agua salada de esa mirada dolida y depositaba un beso sobre sus párpados de forma consoladora, la cara del príncipe era un desastre, estaba todo hinchado y sonrojado, no obstante eso no le quitaba su encanto natural.

Todo ese enojo que guardaba el bailarín despareció al escuchar esas palabras, acunó su rostro y Tooru se dejó hacer mientras cerraba sus ojos irritados y disfrutaba de esa cálida sensación invadir su frío corazón.

Lo necesitaba

Las cosas nunca debieron distorcionarse de esa forma tan cruel

—Oikawa— llamó y el mencionado besó la palma de su mano con ternura mientras abría de nuevo sus ojos. —Tambien te amo— contestó el platinado con una sonrisa y las lágrimas saliendo invadido por su sentimentalismo

Se aferraron entre sí, envolviendo sus cuerpos y calentando sus almas perdidas, se sintieron consolados, completos y cálidos. Se abrazaron, se envolvieron con amor y fervor, con ternura y fuerza como si no quisieran perderse, como si temieran que fuera alguna ilusión lo que acababa de pasar  entre ellos.

Por más caótico que fueron los últimos días ese sentimiento no desaparecía, seguía tan fuerte y presente y las pesadas cadenas de Oikawa rompieron sus grilletes liberandolo de su confusión y dándole la libertad que anhelaba.

Dejó ir de una vez por todas a ese viejo y mal amor para corresponder enteramente al ser más inocente frente a él.

No la volvería a cagar, protegería a su Cisne así le costará la vida porque lo que sentía era algo tan precioso que la idea de no volver a sentir algo así era devastadora






¿Fin?


Ahveda, aún sigo en hiatus, pero este cap ya lo tenía en borrador así que lo saque de una jajaja. Aún no acabamos, aún faltan cosas por resolver

¿Que pasará con Kags? ¿Será cierto que el pasado de Oikawa por fin se fue? ¿Daichi si se enculó de Suga? ¿Tooru ya no la cagara?

Próximamente...

Los tqm 💕

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora