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El restaurante era alumbrado levemente por unas pequeñas lámparas ambientadores y un peligris se removía algo incómodo mientras se mordía el labio inferior con algo de nerviosismo. Acto que no pasó desapercibido por el productor.

—¿No te agrada el lugar?— preguntó Oikawa mientras leía el menú —Podemos ir a otro sitio si este no es...

—No— interrumpió Sugawara y Tooru alzó una ceja con expectacion —No es eso, es sólo que...— Suga arrugó un poco la servilleta —Temo estar avergonzandote— suspiró

—¿De qué hablas?— el castaño parecía algo confundido —Apuesto a qué más de la mitad de la población me está envidiando por tener a alguien tan bello como acompañante— sonrió coquetamente

—No es eso— un sonrojo invadió sus mejillas —Creo que no vengo vestido apropiadamente— volvió a suspirar

—Y eso es bueno— Oikawa se encogió de hombros

—¿Qué?— Koushi estaba confundido

—Mi bello y hermoso Cisne— tomó la mano de su acompañante y depositó un beso sobre el dorso de la misma mientras hablaba melosamente —Considero que si vinieras destacando tu belleza, en este momento me estaría disputando tu honor y atención de todos los presentes— su tono era galante y lleno de confianza —Eres hermoso sin importar lo que te pongas— confirmó

—No estoy seguro de eso— volteó a ver a otro lado y eso provocó una mirada incrédula por parte del castaño

—Lo eres, Koushi— sonrió con picardía —Eres jodidamente hermoso y si la gente te viera bailar también sabrían que eres jodidamente ardiente— comentó sin pudor o vergüenza alguna

—¿Qué dices? — Sugawara se sonrojó hasta las orejas

—La verdad— Oikawa se encogió de hombros y un mesero se acercó para tomar su orden —Una copa de vino tinto para mí y para...— señaló al peligris sentado frente a él

—Un vaso de agua— acompleto y Tooru alzó una ceja mientras asentía

—Queremos el especial de la casa— terminó de pedir y el mesero se retiró con una ligera reverencia

—¿No te parece algo caro?— Koushi preguntó apenado

—Estoy aburrido de gastar el dinero solo— Tooru hizo un puchero —Iwa-Chan a veces me acompaña, pero es un idiota— suspiró —Y...— alzó una ceja con expectacion— ¿Agua?— cuestionó como si no quedará clara la situación anterior

—No tomo alcohol— admitió con simpleza y se encogió de hombros con despreocupación

—Definitivamente eres un Cisne Blanco— soltó una ligera risa

Se quedaron mirando algunos instantes con cierta intensidad, los ojos avellana de Koushi reflejaban inocencia y los chocolate de Oikawa una ardiente pasión y necesidad por querer tocar esa tersa piel blanca, si tan sólo pudiera tocar su mano unos segundos más... Esa necesidad lo consumía ¿Por qué? ¿Quién era Sugawara Koushi que se atrevía a despertar esos sentimientos en su interior de una forma tan descontrolada?

El contacto visual se rompió cuando los meseros se acercaron para servir lo que habían pedido, uno de ellos servía el vino sobre una copa y otro dejaba sobre la mesa el especial de la casa; dos platos llanos reducidos de un pulcro blanco, con un aroma que provocó que el estómago de Oikawa rugiera, parecía que tenía más hambre de lo que pensaba

—Disculpa la falta de modales de mi estómago— Oikawa se sonrojó apenado mostrando un panorama diferente a Suga

Una faceta que sólo él pudo apreciar porque en frente de todos el productor se envolvía en su propio narcisismo, haber visto esa actitud por parte del castaño se había vuelto una vista totalmente espectacular.

—No hay problema— contestó y dirigió su vista a los alimentos recién traídos.

Se trataba de un suave puré de papas con medio salmón con un montículo de arroz perfectamente bien preparado, definitivamente era una buena y agradable presentación.

Ambos no emitieron ninguna palabra y empezaron a degustar sus alimentos, la compañía era grata y para sorpresa de Oikawa la comida no le supo insipida después de mucho tiempo, tal vez era porque estaba compartiendo su cena.

De vez en cuando se permitía observar con discreción al Cisne Blanco maravillandose por la etiqueta que mostraba, era tan propio de él, que parecía que comía bailando o por lo menos daba esa impresión.

—¿Y bien?— cuestionó Tooru una vez que ambos terminaron sus respectivos platos

—¿Y bien qué?— preguntó algo divertido el peligris

—¿Desde cuándo empezaste a bailar?—

—Ouh— Suga se llevó un dedo a la comisura de los labios pensando ¿Qué debía decir? No podía admitir que había empezado después de haber quedado embelasado por una presentación de su productor, no. Eso sería muy cliché —Creo que desde siempre—

—Mientes— acusó Oikawa

—No puedes afirmar eso— Koushi frunció el seño

—Claro qué sí— volvió a confirmar —Lo sé—  sonrió con confianza y altanería

—¿Cómo?

—Tu primera presentación fue hace dos años en la obra de Iwa-chan— explicó —Fue el cascanueces— Sugawara estaba realmente sorprendido ¿Cómo sabía eso?

—Eso no quiere decir que no haya practicado desde siempre— Koushi se defendió

—No, no demuestra nada. Pero...— hizo una pausa mientras pedía la cuenta — Sé que eres el alumno favorito de mi queridísimo primo, él me ha dicho que floreces y te haces fuerte igual que un árbol de cerezo y creo firmemente en sus palabras— chasqueo la lengua —Pero también sé que eras pésimo cuando iniciaste—

—¿Cómo estás tan seguro de eso?— el mesero colocó la cuenta en la mesa y Oikawa sacó su billetera para pagar

—Solo lo sé— le guiñó un ojo y le dió la cuenta al mesero.

No podría decirle que quedó encantado desde ese primer baile en que lo vió, aunque era bastante malo, y que desde ese momento había estado asistiendo a todas las presentaciones de la escuela de Iwaizumi sólo para verlo a él en específico. No, no podía decir eso, así que se mordió la lengua y guardó sus palabras

—Te llevaré a casa como lo prometí

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora