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—¿Se puede saber qué mierda estabas haciendo?— gruñó Hajime una vez que Oikawa cerró la puerta de la oficina.

—¿Yo?— el castaño se señaló a si mismo

Claramente no estaba orgulloso de lo que había hecho, pero... ¿Que más podría hacer? Ese pelinegro buscaba hasta la más mínima oportunidad para provocarlo.

Había sido así desde que llegó la Academia, para ser sinceros verlo ahí lo había sorprendido y le dió el papel porque de verdad confiaba en su talento y porque dudaba que alguien más tuviera esa mirada rebelde que se necesitaba para representar a alguien tan codicioso y egoísta

—Eres el único pedazo de mierda que veo en esta oficina— contraataco el moreno con molestia —Dijiste que habías cambiado—

—Y lo hice— se defendió el productor

—¿Esperas que te crea después que casi observo como te lo cojes ahí?— la voz de Iwaizumi reflejaba una furia creciente

¿Por qué Tooru tenía que complicar todo? ¿Por qué no podía hacerle caso por lo menos una maldita vez?

—Y...yo no me lo iba a coger— susurró mientras bajaba la cabeza con pena

—Yo creo que lo mejor es que vuelvas a Tokio, buscaremos un reemplazo para la obra— dictaminó el moreno mientras tomaba un teléfono para marcar el número del siguiente productor en la lista

—Iwa-chan, no lo hagas— suplicó el castaño —Yo sé que hice mal, pero...— Hajime colgó de nueva cuenta el teléfono mientras esperaba la respuesta de su primo

—¿Pero...—

—Oye, ya sé que soy un pedazo de mierda y que todo lo que está cerca de mi inevitablemente se marchita, pero esta vez quiero hacer las cosas bien— habló rápidamente —Ese chico, mi Cisne — remarcó con posesividad —realmente me hace bien y y...yo— hizo una pausa —Creo que me he aferrado a su imagen como si fuera una ilusión y ahora que lo tengo enfrente...

—Solamente la cagas— acompleto el moreno y Tooru hizo un puchero

—Realmente estoy tratando de cambiar, quiero ser alguien digno de su atención— Oikawa se pasó una mano por sus cabellos castaños con frustración —Mi maldito pasado trata de arrastrarme al fango de nuevo— su voz se entrecorto

Hajime observó cada facción que su rostro pintaba, había arrepentimiento en esos ojos y se veía desanimado como si algo le pesara, su ansia por querer regresar al salón era palpable, definitivamente el productor que había sido un sinvergüenza durante muchos años había sido hechizado por alguien totalmente contrario a él y... Temió por él, porque él más que nadie sabía lo entregado que era, porque lo vio desmoronarse por un amor no correspondido hundiendolo en hábitos de todo un imbécil y llevándolo por el camino que nunca debió seguir

Oikawa había encontrado una ancla y un Virgilio quien lo sacaría de su propio infierno, que le pareció injusto quitarle esa oportunidad

—Esta bien— dijo con resignación —Pero haremos unos cambios —

—¿Qué clase de cambios?— preguntó con curiosidad sembrada en su mirada

—Ya no podrás estar a cargo de los ensayos de ambos cisnes— dictaminó

—¿Qué?— no, debía estar de broma

Eso era una puta broma

¿Cómo iba a proteger a su hermoso Cisne si no lo iba a ver? Ese maldito brujo iba a poder tocarlo sin reparo porque él no iba a estar ahí

—Lo que oíste— Hajime se dirigió a la salida —Eres la manzana de la discordia entre mis dos alumnos, más vale que estés fuera de su vista para evitar confrontaciones—

Maldición

Maldición

Maldición

—Iwa-chan— reprochó el castaño

—Y retirate, los ánimos siguen muy tensos como para que regreses como si nada hubiera pasado— le dió la espalda —Kageyama...— se aclaró la garganta —¿Fue una de tus conquistas?— preguntó sin rodeos

—No gano nada con ocultarlo, lo fue hace mucho tiempo— admitió

—Sera mejor así— Iwaizumi no se digno a verlo y sólo asintió al recibir la afirmativa —Manten esto fuera y por favor Oikawa— llamó — espero por tu bien y el de ese chico que me estés diciendo la verdad sobre cambiar o yo mismo me encargaré de que jamás vuelvas a follar con alguien—

—Estoy diciendo la verdad— repitió el castaño con espanto

—Largo de aquí, vuelve mañana para que empieces con las clases para los demás cisnes— ordenó

—Vale—

Tooru salió resignado mientras se subía al auto y pegaba su frente contra el volante

¿Por qué todo debía estar del carajo?

Con resignación encendió el auto y condujo hasta su casa, pero se sintió perdido y como si la razón le fallara, ese lugar siempre estuvo solitario que le pareció deprimente refugiarse ahí

Todo estaba del carajo, bajó del auto y miró la puerta de su casa. No tenía ganas de entrar así que empezó a caminar sin rumbo aparente, tal vez podría despejar un poco sus ideas o por lo menos intentarlo.

El aire soplaba con suavidad y las hojas caramelo seguían cayendo sin dejar ni una sola en los follajes de los árboles, fue hasta ese momento que Tooru sintió la brisa colarse por su camisa. Que idiota, ni siquiera se había tomado la molestia de tomar algo más abrigador, pero ya estaba muy lejos para volver. Siguió caminando hasta que sin darse cuenta terminó frente a la puerta del peligris, no se atrevió a tocar, era imposible que ya hubiera vuelto y se quedó ahí, con la mente hecha un lío

Si hubiera sabido que más adelante conocería a alguien de una hermosa aura jamás se habría enredado con todos aquellos quienes se le ofrecían sin descaro y hubiera esperado, esperado a esa persona que hoy se atrevía a removerle el piso, a la cual le anhelaba su toque, le profesaba su devoción y era preso de sentimientos que creyó muertos

—¿Qué haces aquí?— una voz dulce le encantó los oídos y alzó la vista admirando la perfección que encerraba esa silueta frágil y delicada.

Se acercó y lo abrazó fuertemente ¿Cuando se había sentido tan desprotegido?

—Estas temblando— Sugawara se sorprendió ¿Tanto frío hacía o sólo era su ansia y propia impotencia por no poder cambiar el pasado?—Vamos adentro antes de que te enfermes—

Tooru quiso decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta y sólo atinó a asentir y a obedecer lo que el peligris había dicho.

Quería cambiar por él, pero ¿Podría hacerlo?

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora