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—Ecarte— su brazo se estiró con armonía por encima de su cabeza, un pie dió un ligero paso al frente y su mirada se dirigió hacia el techo, sus ojos estaban llenos de pasión y su emoción se escapaba de forma deliberada por los poros de su piel.

Fluía con la música y se mezclaban hasta hacerse uno mismo. El principe Sigfrido estaba presente en el salón, ya no era Oikawa, ni un profesor o productor. Era un hombre perdidamente enamorado de un cisne, de su joven Odette.

La puerta del estudio se abrió y Oikawa regresó con delicadeza a su posición natural y su mirada se centró en el recién llegado; su cisne.

Koushi admiraba a Tooru como lo que era: bailarín talentoso. Le parecía totalmente grato el hecho de que ahora podría conocer otra faceta de él, una como profesor y productor. Sin duda aprendería todo lo que pudiera de él

Esos ojos avellana brillaron con emoción al ver esa silueta estilizada en una perfecta posición, tan armoniosa que cualquiera llegaría a la conclusión de que Oikawa había nacido para el ballet. Todas sus acciones daban de y prueba de ello.

—Pase a buscarte esta mañana— comentó el castaño con una sonrisa mientras se acercaba a su botella de agua.

—¿Fue a buscarme, Oikawa-San?— el peligris estaba confundido con su interlocutor, Tooru frunció el ceño cuando escuchó el sufijo y Koushi se sonrojó apenado— Lo siento—

—Claro, pero no estabas— el productor se encogió de hombros con despreocupación y soltó un sonoro suspiro mientras le daba un sorbo a su botella.

—Lo siento— se volvió a disculpar — Me quedé en la casa de un amigo — explicó con brevedad

— ¿Un amigo? — al castaño se le revolvió algo en su interior, por alguna razón no le gustó escuchar aquello

¿Acaso estaba celoso? Negó con la cabeza espantando esas ideas bastante descabelladas.

No era posible ¿O sí? Sabía perfectamente que estaba encantando por el Cisne Blanco, pero también sabía que ese encanto se debía a querer saber qué tan alto podría volar y cuan lejos podría llegar. Pero... Lo que sintió al escuchar tal cosa, lo descolocó y se hizo cuestionar qué era lo que estaba sintiendo; eso no era curiosidad, ni un encanto por querer ver su talento florecer, iba más allá.

¿Qué más daba? Sugawara era un persona hermosa, era imposible no fijarse en él. No lo negaría, se sentía atraído por aquel quien representaba a Odette.

—No importa, debo agradecerte el hecho de que llegué temprano— Tooru soltó una ligera risa.

Era bien sabido que el castaño era la reencarnación de la impuntualidad, rara vez llegaba a tiempo y por esa razón Hajime se la pasaba discutiendo con el castaño, no obstante Oikawa hacía caso omiso y terminaba arribando bastante tarde que se perdía el calentamiento y provocando la ira de su querido Iwaizumi.

—Iwa-Chan no me golpeará esta vez. Además...— sonrió ligeramente y bajó la vista hacia el suelo, parecía un niño pequeño —Hace tiempo que no practicaba por mi cuenta – 

—¿El profesor Iwaizumi y usted son...?— Sugawara trató de inquirir algo que desde hace tiempo le molestaba

— Familia — contestó —Somos primos—  

Koushi relajó los hombros y pareció que ese dato lo hacía feliz. La idea que su profesor y la persona a quien más admiraba tuvieran una relación lo ponía bastante incómodo con su propia persona. Ahora sabía que no había razón aparente de que preocuparse, pero ¿Por qué le interesaba tanto eso?

—Tengo una idea mi bello Cisne— el castaño sonrió y se paró de puntillas con emoción —¿Qué te parece si te invito a cenar para agradecerte el hecho de que hoy llegué temprano gracias a ti?— preguntó coquetamente

—¿Cenar? ¿Por qué?— había confusión y sus facciones pintaron un puchero que el castaño consideró de lo más adorable

—Ya te lo dije— alzó una ceja con espectación —¿Qué dices bello Cisne?—

—Y...yo— Sugawara estaba a punto de contestar, sin embargo el sonido de la puerta lo interrumpió

—Lamento llegar tarde— el Cisne Negro hizo una reverencia frente al productor y aventó su maleta en una esquina sin consideración alguna y se acercó a Tooru y a Koushi

—¿Acaso no te enseñaron modales en casa?— Oikawa se cruzó de brazos molesto por la actitud del pelinegro.

—Ya pedí disculpas, no se va acabar el maldito mundo— Kageyama rodó los ojos fastidiado —No soy un niño—

Esa contestación por fin había acabado con la paciencia que Tooru le estaba dedicando, ya estaba cansado de la rebeldía, necedad y prepotencia del Cisne Negro. No tenía por qué seguir aguantando tal cosa.

—Tobio-Chan— el castaño sostuvo el mentón del menor y lo acercó a él de forma peligrosa mientras sonreía con soberbia —Tu rebeldía debería ser reprendida —susurró —No me gusta tener que educar, pero no me estás dejando opción. Tus provocaciones empiezan a molestarme— terminó de decir y lo soltó mientras se daba la vuelta. Kageyama no dijo otra palabra y sólo volteó a mirar al suelo con el entrecejo fruncido.

Sugawara quien había mirado esa escena sintió cierta incertidumbre al ver al castaño muy cerca del pelinegro ¿Será que le atraía?

No, no debía hacerse ideas equivocadas. Oikawa era un profesional, actuaba como tal, pero...

Volteó a ver al pelinegro, parecía que estaba descolocado ¿También admiraba al castaño? Kageyama alzó la mirada y le dedicó una la mala cara al peligris

¿Acaso lo odiaba? Parecía que sí y que odiaba a todo el mundo

—Bien, es hora de calentar— Oikawa aplaudió dos veces llamando la atención de sus dos Cisnes —Ire a ver unas cosas en el estudio, cuando regrese espero que estén listos. No hay tiempo que perder

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora