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Oikawa abrió con cautela la puerta de su casa, entró encontrando todo en penumbras y de forma solitaria, aquello parecía un mal augurio de su situación, Iwaizumi le había llamado diciéndole lo que había pasado en la Academia y eso le causó furia al mayor, Kageyama había roto su trato.

Ese maldito mocoso

Subió las escaleras y abrió la puerta de su habitación encontrando la escena más desgarradora; Sugawara lo miraba con frialdad desde el suelo y las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas de forma rebelde y copiosa.

—Y...yo— trató de hablar el castaño, pero un nudo en su garganta se formó impidiendo que formará oración alguna.

—Veo que te divertiste en Tokio ¿No?— Koushi se levantó del suelo.

—Sé que es probable no quieras escucharme, sé que no merezco tu perdón, pero por favor déjame explicarte mis motivos— pidió a modo de suplica mientras trataba de acercarse y el platinado se alejaba de él, no quería que lo tocara, ya no más...

—¿Motivos? Si es obvio que lo hiciste por pura calentura— dijo él —No me quieras engañar Oikawa— frunció el entrecejo — No has cambiado en lo absoluto y yo... Yo soy un idiota por haber confiado en ti— se reprochó y Tooru volvió a intentar acercarse, quería abrazarlo y limpiarle las mejillas que salían de sus ojos, decirle que todo era una mala jugada, que podrían olvidar el incidente y empezar de nuevo

—No fue por eso— se tropezó con su propias palabras —Lo hice por nosotros, por ti— jadeó

—¿Por mi?— el Cisne Blanco estaba indignado tras escuchar esto y soltó una carcajada —¿cómo te atreves a decir tal cosa? ¿Si quiera escuchas lo que estás diciendo?—

—Koushi, déjame explicarte. No tuve opción, lo hice por nosotros— alzó la voz ligeramente, sólo había sido víctima de las circunstancias y todo estaba mal

—¿Así que también lo hiciste por nosotros cuando te acostaste con tu antigua maestra?— bramó con coraje.

Sugawara había ido al bar sólo para desmentir o comprobar aquello que le habían dicho con toda la malicia y cuando llegó el barman le platicó que efectivamente una mujer pelinegra y atractiva se había estado besando con un apuesto castaño y que ambos salieron juntos del bar, no obstante eso sólo era la mitad de la historia, debido a los celos que lo embargaba no se molestó por comprobar la otra mitad y dió por sentado la traición creyendo al castaño como el peor de los cretinos.

Oikawa abrió los ojos sorprendido por lo dicho

Eso no era cierto, nunca llegó a nada con ella.

—¿Qué?— no podía salir de su estupor —¿De dónde sacas esa estupidez?—

—Dime Oikawa ¿eso también lo hiciste por qué me amas?— el Cisne evadió la pregunta —Eres un maldito egoísta y mentiroso. Todo lo hiciste porque quisiste, porque se te dio la gana y porque tenías las bolas calientes ¿Por que quieres engañarme? ¿Por que no puedes ser sincero por una vez? ¿Necesitas estar hasta las pelotas en alcohol para decirme la verdad?— sollozó de manera lastimera

—Es que no sé de qué carajos estas hablando— se defendió el castaño con indignación

—De Kageyama, de Shimizu, de mi— gritó con fuerza —De que te revuelcas con cualquiera y luego vienes a decirme que me amas ¿Estás mal de la cabeza?—

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo? Si has sido la única persona a la que le he abierto todo de mi ¿Crees que miento? ¿Tanta confianza me tienes? ¿Le crees a un maldito mocoso imbécil antes que a mi? No vamos a llegar a ninguna parte si seguimos discutiendo en círculos porque lo único que puedo afirmar en este momento es que no entiendo ni un carajo—

—Tienes razón— vociferó Sugawara —No vamos a llegar a ninguna parte, no pienso seguir contigo si sigues siendo un reverendo imbécil— dictaminó rompiendo el corazón del mayor

—Espera Sug...

—Ya basta—detuvo Koushi interrumpiendo al productor —No quiero verte más, por favor déjame en paz— se abrazó el mismo y le dio la espalda al productor mientras las lagrimas ya caían a cantaros  —Me estás lastimando—

Esas palabras habían sido como un balde de agua fría para el mayor

Tooru no supo que decir, después de todo él se lo había buscado, queriendo protegerlo lo lastimó, debía aceptar la decisión del Cisne Blanco aún si eso amenazaba con robarle lo último de estabilidad y cordura que había conseguido en esos meses que había estado junto al dueño de su más puro amor, pero que por imprudencias suyas todo se estaba destruyendo frente a sus ojos y supo que había perdido la última oportunidad de ser feliz...

*

*

*

El castaño se encontraba sentado en el despacho de su oficina en la Academia en total soledad, mientras fumaba otro cigarrillo y le daba un sorbo a su vaso con whisky. El devastado príncipe recordaba con añoro todos los momentos que había vivido junto a Sugawara, las lágrimas ya no salían por alguna razón, suponía que era porque había estado llorando toda la noche que ya se le habían acabado agotandose de su propia melancolía. Si tan sólo no la hubiera cagado podría olvidar sus miedos entre los brazos de su Cisne, observó como las cenizas del cigarro caían lentamente y sonrió con amargura, estaba seguro que su alma se estaba cayendo a pedazos de igual forma.

Su situación ya no tenía arreglo y estaba seguro que seguir ahí sería un error, así que después de tanto pensar decidió que lo mejor sería volver a Tokio para quedarse siempre allí, pudriéndose en su soledad y desdicha, era lo menos que merecía después de todo lo que había causado.

Sacó una hoja blanca, tomó un boligrafo y empezó a escribir una carta con el destinatario para Sugawara, plasmando todo lo que sentía a modo de despedida y poniendo su corazón en cada letra escrita mientras el cigarro se seguía consumiendo y su alma lloraba silenciosamente resignandose a no volver a ver a su amor imposible, a su estrella más brillante y al guía en su infierno. 

Se iba porque no soportaba cargar con el pecado más grande: el de marchitar al más fino rayo de sol. 

Firmó la carta y la guardó junto al anillo de compromiso en el cajón de su escritorio, tomó su celular y marcó el número de Iwaizumi, donde un molesto moreno le contestó por la hora de la llamada, Tooru le explicó la situación a su primo y le pidió que lo sustituyera en la obra, que él velaría por la producción desde Tokio y que llegado el momento le entregara la carta al Cisne Blanco y este accedió sin preguntar más

—Iwa-chan— llamó antes de colgar

—¿Qué ocurre?— respondió Hajime algo cansado

—Gracias por no dejarme solo— agradeció toda la compañía que había tenido por parte del moreno en sus años más difíciles, lo había cuidado sin juzgarlo y algunas veces lo había hecho entrar en razón, pero nunca se atrevió agradecer hasta ahora... —Fue un gusto haber trabajado y bailado contigo todo este tiempo— sonrió

—No suenes como si te despidieras para siempre — regañó

—Lo siento, lo sentí necesario— soltó una leve risa —Nos vemos Iwa-chan— colgó 

Salió de la Academia, metió sus maletas al maletero y subió a su auto para ir de regreso a Tokio, los efectos del alcohol empezaban a surtir efecto y su corazón se estrujó a medida que cada kilometro avanzaba, de nuevo las lagrimas poblaban sus ojos revelando su miseria y lo mucho que le partía el corazón irse de ese tranquilo lugar, dejando una parte de si con Koushi de forma eterna. La visión se le tornó borrosa debido a la lagrimas que salían sin control de sus ojos y en una curva algo cerrada se le atravesó un trailer, trató de evitarlo perdiendo el control del auto, así  como ya había perdido el control de su vida y su tiempo...

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora