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El brujo arrastraba con él al Cisne Blanco, lo envolvía entre sus brazos, mientras Koushi se desesperaba por querer salir.

La música del primer acto sonaba por el salón, envolviendo la escena dónde el brujo convertía al príncipe en una blanca ave quitándole la esperanza de encontrar a su amor y condenandolo al sufrimiento.

Oikawa estaba parado en una esquina con el ceño fruncido y en gesto pensativo mientras veía la escena llevarse a cabo, como siempre el peligris encantaba con sus movimientos en una serie de pasos bien coordinados, definidos y elocuentes, tanto que el brujo parecía ir cayendo en el hechizo de su Cisne.

No lo permitiría

Se tuvo que tragar las inmensas ganas de interrumpir el ensayo, no sería profesional. No tenía que preocuparse ¿O sí? Negó con la cabeza mientras se cruzaba de brazos y seguía su vista fija en ambos bailarines supervisando que el avance de la obra fuera el adecuado.

—Oye imbécil— llamó una voz molesta

—¿Imbécil?— volteó a verlo el castaño —Aqui y en dónde me encuentres soy Oikawa-san — sonrió con prepotencia y cinismo

—¿Y para el pequeño idiota del Cisne Blanco si eres lo que él quiera?— bramo Kageyama de forma provocativa y cerca del productor para que nadie más los escuchase.

Ese cuestionamiento sorprendió al castaño quien lo miró con incredulidad y una mirada seria se plantó en su faz clara.

—No sé de qué hablas. Creo que has perdido la cordura— regresó su mirada a Sugawara quien se encontraba en los brazos del brujo mientras este lo cargaba provocando que el mayor apretara la mandíbula con molestia

¿Por qué lo tocaba?

En ese momento por su mente se le atravesó cambiar a todos los protagonistas para que sólo él pudiera tocarlo mientras bailaba. ¿No sería mala idea que él también fuera el brujo, o sí?

No, debía concentrarse ¿Qué era? ¿Un adolescente?

—Mueres de celos ¿Quién lo diría? — insinuó el pelinegro con toda la malicia y burla intencional

—Deliras— Oikawa chasqueo la lengua con molestia —Fuera de mi vista—

—¿O si no qué?— Tobio se acercó y lo tomó del cuello de la camisa mientras sonreía con superioridad

—Pequeño bastardo— Oikawa le sonrió mientras se soltaba del agarre —¿Crees que puedes jugar con fuego y no quemarte?— susurró de forma cínica.

Tooru tomó la muñeca del pelinegro y lo jaló con él fuera del salón y con dirección a los vestidores dónde lo soltó casi de forma de agresiva y se pasaba las manos por el cabello castaño con frustración.

Sugawara quien había observado como el productor se llevaba a su compañero fuera del salón sintió cierta incertidumbre y algo en su interior se estrujó. Negó con la cabeza espantando sus inseguridades, él no tenía por qué dudar, el castaño le había dicho que sólo tenía ojos para su persona y debía creerle.

El peligris siguió bailando con el brujo en el relato de su persecución, debía pulir esa parte sin importar qué.

Tooru parecía un león enjaulado, desde esa distancia no podría ver a su hermosa ave ni tampoco podría ver el avance la escena y todo a causa de un Cisne Negro bastante caprichoso.

—¿Qué quieres Tobio?— preguntó mirándolo fijamente a los ojos

¿Por qué no podía terminar de una maldita vez? ¿Por qué todo debía complicarse? Ahora sabía y comprobaba que haberse revolcado con alguien menor era un error

—No es obvio— el Cisne Negro caminó decidido y acorralaba al castaño y coloca sus manos en el cinturón del mayor de forma ansiosa —A ti— susurró mientras pegaba sus caderas y Tooru se apartó de forma inmediata

—Ya habíamos hablado de esto— se cruzó de brazos —¿Por qué no lo entiendes de una maldita vez?— alzó una ceja —No me interesa lo que tengas para ofrecer— el productor se dió la vuelta dándole la espalda al pelinegro y dispuesto a regresar al salón para seguir con su trabajo

—El no te dará lo que buscas— atacó en tono prepotente —Lo sabes ¿Cierto?— cuestionó — ¿Te dió su culo a cambio del papel? Porque considero que había mejores prospectos para el Cisne Blanco.

Oikawa se descolocó y enfureció al instante, no podría permitir que alguien mancillara el honor de alguien tan puro. Con cólera en su interior y una expresión indescifrable se acercó al pelinegro y lo arrinconó de forma violenta contra los casilleros mientras tomaba sus muñecas y las colocaba por encima de su cabeza

—Escuchame bien, Kageyama Tobio— en sus ojos chocolate se podría apreciar esa ira que el mencionado había provocado —Sugawara Koushi es mucho más que una cara bonita y apuesto mi cabeza a que tiene más talento que todos aquí — se acercó más casi rozando sus labios y su rodillas se abría paso en la entrepierna del Cisne Negro quien sintió un hormigueo recorrer su espina dorsal por aquel contacto y la sangre se le subía a la cabeza. La mano del castaño le sostuvo el mentón al menor para que lo mirara y no olvidará sus palabras.

Esa mirada feroz en el castaño era lo que más le fascinaba, era tan expresivo que no ocultaba lo que sentía y supo que quería ser tomado por él en ese mismo momento y lugar.

Cuando lo deseaba y lo ansiaba que parecía un masoquismo total.

—No eres competencia para él— dictaminó Oikawa alejándose de Tobio y encontrandose con un Iwaizumi bastante molesto a la entrada de los vestidores

—Me alegra que nuestra charla haya sido funcional para ti, idiota— exclamó él moreno con desaprobación — A mi oficina, Oikawa y tú— señaló a Kageyama —Vuelve al maldito ensayo, esto no es burdel—

Tooru suspiró resignado y asintió siguiendo al moreno de su primo. Parecía que tendría más problemas y que no podría ver a su hermosa ave bailar ese día...

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora