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Hajime estaba aún en la oficina de la Academia mientras organizaba unos cuantos papeles sobre los recursos recibidos para el vestuario, escenografía y publicidad de la obra, fue en ese momento que su celular empezó a sonar y contestó algo hastiado al percatarse de quién era.

—Iwa-chaaaaan— se escuchó con energía al otro lado de la línea

—¿Qué quieres Shittykawa?— preguntó mientras se pasaba una mano por la cara con cansancio

—Te quiero mucho, mucho, muchísimo— habló arrastrando la lengua —Aunque eres un traidoooor— canturreo —Pero te quiero mucho—

—¿Estás ebrio?— Iwaizumi no daba crédito a lo que estaba escuchando

—No sé, tal vez— hubo duda en su voz —Definamos ebrio— soltó una carcajada

—¿Dónde estás, Trashkawa?— preguntó preocupado

—Aqui— contestó

—¿Dónde es aquí?— cuestionó con cierta molestia

—Eres un tonto— se burló el castaño —¿Cuántos bared conoces que estén cerca? — volvió a reír

—Esperame dónde estás y no te muevas— ordenó el moreno

—A la orden capitán— canturreo y colgó la llamada

El pelinegro se levantó con rapidez mientras tomaba su chaqueta y se dirigía al único bar cercano ¿Que era lo que había pasado? Hacía bastante tiempo que Oikawa no tomaba cantidades exuberantes de alcohol ¿Entonces por qué? ¿Por qué había decidido perder su razocinio en el licor de nuevo? ¿Había sido por ella? Los vio salir juntos ¿Que le había dicho que lo había afectado tanto?

Entro al bar y la primera impresión que tuvo no fue de las mejores, en la barra el castaño se encontraba bebiendo otro vaso más de whisky y su aspecto lucía desarreglado, nada propio en él

—Vamonos de aquí Oikawa— el moreno lo tomó del brazo con la intención de sujetarlo

—El es de quién te hablé— le dijo Tooru al barman —Yo sé que me quiere mucho aunque parezca que me odia — Hajime nego con la cabeza y se lo llevó mientras recargaba su peso en su cuerpo

Lo subió a su auto y le abrochó el cinturón mientras él se acomodaba en el asiento del copiloto. La mirada de Oikawa era triste, había algo que le molestaba y eso preocupó al moreno

—¿Qué fue lo que...

—¿Sabes por qué me acosté con Kageyama?— Tooru interrumpió la pregunta de Iwaizumi

Parecía que un momento de lucidez había llegado a él, pero por qué había sacado semejante tema

—Porque es igual a ella— un nudo en su garganta se empezó a formar —Su cabello negro, su piel blanca y esos ojos azules, y...yo— sus ojos chocolate se empezaron a tornar acuosos —Yo quería sentir su tacto de nuevo, yo la extrañaba y buscaba su consuelo— habló arrastrando algunas palabras —Por eso lo seduje y me lo cogí, pero mientras lo hacía no pude evitar sentir odio hacia ella, por lo que me había hecho y la forma en que me usó— una lágrima recorrió su mejilla blanca

—Oikawa — al parecer el recuerdo de Shimizu aún pesaba sobre el castaño de una forma terrible

—Asi que pensé que todo ese amor que le tenía al fin se había convertido en odio— siguió hablando con dolor —No fue así, no puedo odiarla por más que quiera y lo desee, pero tampoco sé que sentir. Soy tan imbécil— sollozó

El amor y el odio son sentimientos tan parecidos, de uno deriva el otro y ambos causaban un gran dolor a quien lo albergaba, Iwaizumi quería decirle que era mejor no odiarla porque sí lo hacía era una forma diferente de amarla y eso sería aún más cruel para su atormentada cabeza

—Tengo miedo Iwaizumi— hacía tanto tiempo que Oikawa no lo llamaba de esa forma —No quiero que me rompan el corazón de nuevo— admitió

—No lo harán— afirmó Hajime —Ya no lo harán—

—Llevame a casa— pidió en un susurro e Iwaizumi asintió mientras arrancaba el motor

***

—¿Oikawa y tus llaves?— preguntó el pelinegro mientras cargaba al castaño

—¿Mis llaves?— repitió el mencionado y empezó a buscar las llaves entre su ropa —Creo que las perdí— soltó una ligera risa divertido de su situación

—Te quedarás como mierda aquí afuera— amenazó el moreno

—Nonono— negó con la cabeza —Toca— pidió —Alguien te abrirá—

Sus palabras lo habían confundido, no obstante obedeció y tocó la puerta principal, se escucharon unos pasos y una cabellera platinadas lo recibía

—¿Iwaizumi-sama?— preguntó asombrado Koushi

—¿Sugawara?— repitió con confusión, eso sí era una sorpresa. Así que el Cisne Blanco ya vivía con el idiota de su primo

—Oikawa— exclamó el castaño en tono risueño —Oh mi Cisne, mi bello Cisne— Tooru extendió sus brazos en dirección al peligris y Hajime se apresuró a entrar a la propiedad

—Lo llevaré a su cama— comunicó el maestro de ballet y subió las escaleras con el castaño

Una vez que lo dejó en su cama se despidió de su joven estudiante y salió de la casa del productor con mil preguntas en su cabeza.

Sugawara subió a la habitación y se acercó al castaño quien parecía haber quedado dormido ¿Qué había pasado? ¿Por qué se había embriagado a tal magnitud? Acarició sus cabellos y Oikawa pareció abrir ligeramente sus ojos

—Mi Cisne ¿Serás mío siempre o me romperas el corazón?— preguntó para volver a cerrar sus ojos cayendo en un sueño profundo.

Koushi lo observó y recorrió su rostro hasta que su vista se detuvo en una marca en su mejilla, eso era... ¿Labial? El corazón del bailarín se apretujo y sintió una presión en el pecho, Oikawa aún no cambiaba y quién sabe con quien había estado esa noche ¿Por qué le hacía eso después de haberse entregado de tal forma? ¿Por qué, cuando le había demostrado lo que sentía de una forma pasional? ¿Por qué? ¿Por qué, si él le había entregado una parte de su ser?   Era un tonto

Nunca debió ilusionarse...


CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora