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El pelinegro bufó con fastidió mientras salía de la estación del metro.

Era un imbécil

¿Para que lo fue a buscar?

Eso sólo comprobaba que era un imbécil

¿Qué esperaba? ¿Que Oikawa se fijará en él después de una noche de sexo? Estuvieron un año sin verse y cuando lo vio entrar al estudio con esa prepotencia plantada en su rostro y esa sonrisa socarrona, su corazón dió un vuelco.

Había entendido que estaba jodido y no sólo era por admiración al mejor bailarín, no. Estaba jodido

Tal vez fue iluso al pensar que tendría oportunidad, pero es que cuando el castaño lo eligió sobre todos para el papel del Cisne Negro sintió que de verdad podría estar a su nivel y que él se fijará en su persona de forma romántica y no como un estudiante.

Iluso

Tonto

Estúpido

Hacerse esas ilusiones lo estaban lastimando, ¿Por qué lo había hecho? Claro, él pensaba que era perfecto para el productor y no era el único que lo pensaba. Sus compañeros seguido hacían ese tipo de comentarios cuando les tocaba ensayar juntos, afirmaban que eran la pareja perfecta y la fuerza que despedían de sus poros era palpable y arrolladora. Pero Oikawa no lo pensaba, era tan indiferente a su persona, lo ignoraba de tal forma que muchas veces estuvo tentado a gritar en todo el estudio la forma en que se habían conocido sólo para darle un escarmiento a su productor.

Cosa que no hizo por dignidad propia.

¿Él hablando de dignidad después de ir a buscarlo? Debía estar de broma 

Dobló en la esquina y vió el auto del castaño aparcarse enfrente de la Academia, tal vez debería pedir disculpas por su comportamiento mañanero y decirle que lo dejaría ahí si él accedía a tener una última noche compartiendo el lecho.

Sus pasos se detuvieron cuando sus ojos zafiros se fijaron en una escena que le estaba destrozando la razón y poniéndole fin a su intención de terminar todo de buena manera; Oikawa le estaba abriendo la puerta del copiloto a nadie más y nadie menos que su contraparte en la obra, Sugawara Koushi, el Cisne Blanco.

Tooru lo miraba casi con devoción y lo ayudaba a bajar del auto con delicadeza como si se tratara de un fino copo de nieve. Fue en ese momento que comprendió que él nunca lo miraría así, ni mucho menos lo trataría con tal finura y adoración. Ni siquiera la noche que habían pasado juntos había sido dulce, había sido un animal y aún así, en contra de todo pronóstico, se enamoró del castaño de forma irremediable.

¿Por qué él? ¿Qué había hecho? ¿Ya se habrían acostado? ¿Por qué Oikawa era tan amable con él?

Koushi se colocó de puntillas y le dió un beso en la mejilla del productor para entrar a la Academia. Esa escena encendió unos celos terribles en el pelinegro quien apretó los puños a sus costados y la mandíbula para detener su furia creciente

¿Qué había hecho el Cisne Blanco para tener encantado al castaño?

Ahora entendía todo, las miradas que se lanzaban, la forma en qué Oikawa tomaba al peligris mientras bailaban, las sonrisas qué él le dedicaba. Se coqueteaban de forma silenciosa y en su propia presencia, en un inicio sólo eran sospechas, pensaba que tal vez ambos se habían metido en su papel, pero ahora lo confirmaba. Ellos tenían algo.

El Cisne Blanco tenía algo que él no.

Tooru se adentro después mientras se dirigía a las oficinas para ver a Iwaizumi y contarle lo que había pasado después de su charla.

Kageyama entró acomodándose la maleta en su hombro y se dirigía a los vestidores para encontrarse con un peligris quien se estaba amarrando las zapatillas de baile ajeno a todo y sumido en sus pensamientos dónde revivía los breves momentos que había tenido con Oikawa y lograba ponerle las mejillas coloradas.

Kageyama dejó caer la maleta al suelo sacándole un susto al Cisne Blanco y alzaba la vista

—Buenos días, Kageyama— saludó y sonrió de forma sincera

Si bien no tenía una buena relación con el pelinegro trataba de llevarse bien para el bien de la obra, pero la actitud hostil por parte de su compañero ponía las cosas difíciles y bastante complicadas para sobrellevarlas

—¿Qué mierda hiciste?— preguntó el Cisne Negro con el ceño fruncido haciendo alusión a la relación que tenía Sugawara con Oikawa

—No entiendo a que te refieres— contestó sutilmente Koushi siendo presa de su propia confusión

¿De qué estaba hablando? ¿Hacer qué? Kageyama estaba más hostil que ocasiones pasadas, tal vez su mañana no iba como esperaba

Y estaba en lo cierto, su mañana había sido arruinada al ser rechazado por Oikawa quien había preferido a un niñato sin experiencia.

Era obvio que no lo habían hecho aún y eso marcó un punto a favor de Tobio, aún podría seducir al castaño con otros métodos más convencionales.

Sugawara no era un rival del cual preocuparse. Conociendo a Oikawa seguro se aburriría e iría a sus brazos buscando su calor entre sus sábanas.

Sí, no había nada de lo que preocuparse

—Olvidalo— bufó mientras sus ojos zafiros lo miraban con recelo inspeccionando cada parte que el peligris dejaba ver en busca de alguna marca y al no encontrar ninguna se sintió satisfecho.

Oikawa no lo había tocado

Recogió su maleta y sacó sus zapatillas para ponerselas dejando a un Koushi bastante contrariado quien salió de los vestidores y se dirigía al salón para empezar a calentar.

Definitivamente Kageyama Tobio haría de todo para conquistar a ese caprichoso castaño...

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora