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—Shittykawa— llamó Hajime entrando al salón donde el castaño les enseñaba a los cisnes que le harían compañía a Sugawara.

Así había sido desde que ellos habían hablado, Oikawa le contó a Sugawara que ya no podría darle más clases en la Academia pero que sintiera libre de pedírselas fuera del horario, el peligris estaba un poco confundido con el cambio de maestros, pero tampoco objetó nada, de esta forma habían transcurrido algunas semanas.

—¿Que ocurre Iwa-chan?— preguntó mientras terminaba de despedir a sus alumnos, había sido un día bastante cansado y lo único que quería era irse a acostar para poder descansar mientras su Cisne le brindaba caricias tiernas en sus cabellos.

—Hoy vienen los patrocinadores, así que no se te ocurra largarte— amenazó el moreno a lo que Oikawa sólo atinó a hacer un puchero de molestia

Sacó su celular y texteo un mensaje rápido para Koushi en el que se leía que lo veía en su casa y que se quedaría algún par de horas para arreglar la publicidad, fondos y patrocinio de la obra.

Sugawara leyó el mensaje mientras guardaba sus cosas y resoplo con gesto cancino, eso complicaba un poco sus planes. Terminó de guardar sus cosas y salió de la Academia siendo vigilado por una mirada zafiro bastante resentida, hacía tiempo que no los veía juntos, de hecho siempre llegaban separados y Oikawa ni siquiera se asomaba durante los ensayos, eso lo molestó un poco ¿De que habrían hablado Iwaizumi-san y él para tal cambio de comportamiento? Bien sabía que Tooru era caprichoso y lo que quería lo obtenía, entonces ¿Por que había dejado libre al Cisne Blanco con tanta facilidad? Eso lo tenía desconcertado.

Koushi llegó a la casa del castaño y sacó el juego de llaves que el mismo productor le había dado para que él fuera cada que quisiera, abrió la puerta y acomodó su maleta aun lado mientras subía a la habitación en la que algunas veces dormían juntos pues Oikawa por alguna razón prefería ir a la casa del peligris a pasar la noche. Le dolían un poco los músculos así que decidió darse un baño para relajarse y prepararse, tal vez y con suerte Tooru llegaría temprano y podría consumar sus planes que había hecho esa misma mañana.

Una vez que salió del cuarto de baño se colocó un suéter holgado café, le quedaba algo grande que le llegaba a la mitad de los muslos, era obvio, el suéter era de Tooru, esperaba que no le molestará pues no trajo suficiente ropa para pasar otro día más en la casa del castaño, esa noche le tocaba a Koushi ser el anfitrión, pero los planes cambiaron a último minuto.

La puerta principal se escuchó abrir y Oikawa entró con una expresión de cansancio en el rostro, esa junta había sido complicada y algo larga para su gusto, sin embargo aún quedaron algunas cosas pendientes que tendría que resolver personalmente en Tokio, caminó hasta el sillón y se desplomó mientras cerraba los ojos y recargaba su cabeza en el respaldo del mismo. Sintió un peso sobre sus piernas y sonrió sin abrir sus ojos, sabía quién era

—Hueles bien— comentó el castaño quien sintió como el peligris se acomodaba en su regaso. Koushi acercó sus labios al cuello del mayor y depositó un beso causando estragos en Tooru quien abrió los ojos y se descolocaba totalmente de la belleza del Cisne —Tú— observó toda su figura estilizada y como ese suéter apenas y dejaba algo a la imaginación, sus manos se acercaron a los muslos desnudos de Suga y los acarició con deseo —Tu realmente me tienes encantado— murmuró mientras se acercaba a sus labios y lo besaba con una pasión apenas contenida. Oikawa lo siguió besando mientras sus manos se aferraban a esos blanquecinos muslos —Por favor sé mío, quiero que seas mío— su voz era algo ronca y suplicante, era la primera vez que él rogaba por algo así, estaba a la voluntad del bailarín y eso... Le gustó

—Quiero pertenecerte sólo a ti— confirmó el platinado a los deseos de mayor, quien lo tomó en brazos y subió a la habitación, lo depositó con cuidado sobre el lecho y se acercó a su oído para dejar un casto beso en su lóbulo

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora