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—Llegas tarde— comentó Tooru mientras se destapaba la cara y se enderezaba en la cama sacándole un respingo al Cisne por lo espontáneo que fue ese reclamo.

Volteó a ver al castaño mientras se retorcía las mangas del suéter, había prometido que no llegaría tarde esa noche y que se lo iba a compensar, pero su plan había fracasado, ahora Tooru lucía de mal humor.

Sugawara había estado llegando tarde por más de dos semanas, según el platinado era porque se quedaban hasta muy tarde ensayando junto a Shimizu, no obstante Oikawa empezaba a sospechar que había algo más ahí y que no le estaba comentando

—L...Lo siento— respondió Koushi mirando hacia el suelo, el productor alzó una ceja con molestia

¿Eso era todo? ¿Una simple disculpa?

El bailarín notó la inconformidad en su pareja y se acercó a él para brindarle una suave caricia, en un inicio Tooru se mostró reacio a recibirla, pero el realmente necesitaba sentir esa suave piel contra la suya así que cedió siendo sus deseos los ganadores en esa contienda interna.

El mayor dejó acunar su rostro por las tiernas manos de su Cisne Blanco recibiendo ese contacto terso y necesitado. Sugawara se acercó y besó los labios del castaño.

Cuánto lo necesitaba

Cuánto quería sentirlo

Cuánto quería hacerlo suyo de nuevo

Quería fundirse en su ser y no perdió la oportunidad para profundizar el beso encendiendo un anhelo ferviente, en medio de la oscuridad sus manos buscaron esa figura fina para acariciarla profesando el amor más codicioso e inocente en una total contradicción.

Recostó su presencia en el lecho mientras él se pocisionandose encima, Oikawa pasó sus labios por el cuello blanquecino del Cisne llevándose consigo esa fragancia que tanto le encantaba, pero... No fue su fragancia la que encontró, terminando así con todo el sentimiento de querer poseerlo.

¿Por qué olía diferente?

Se separó y se sentó al borde la cama con mil preguntas en su cabeza dejando a un platinado confundido quien se acercó y lo envolvió con sus brazos. Sin embargo Oikawa se levantó de la cama y negó con la cabeza

—Estoy cansado y supongo que tú también— suspiró —Te calentare la cena— hizo amago de salir de la habitación

—No te molestes— lo detuvo Koushi —Cene antes de venir— se justificó y el castaño volteó a verlo con confusión —Un compañero me invitó— de encogió de hombros

—¿Un compañero?— frunció el entrecejo con molestia

—Daichi—

—¿Daichi?— repitió

—Sawamura Daichi— acompletó y el productor guardó silencio

¿Sawamura? El brujo de la obra, ese tipo que a kilómetros se veía el interés que tenía puesto en su Cisne porque era suyo, sólo de él y nadie tenía el derecho de verlo de tal forma

Era un idiota, se lo estaba entregando en bandeja de plata a ese tal Daichi sólo por cumplir con los caprichos de su antigua maestra

—Ya veo— contestó escuetamente — Entonces descansa, estaré en mi oficina preparando la presentación para mí viaje a Tokio— no dijo otra palabra y salió de la habitación.

Mentiría si los celos no lo estaban torturando, lo hacían y de la peor manera, se sentía molesto

¿Por qué estaba pasando más tiempo con Daichi más que con él? ¿Desde cuándo se entendían? ¿Será la razón por la que el platinado siempre llegaba tarde? Por la forma en que lo había llamado podía inquirir que había cierta familiaridad ¿Él también lo llamaría por su nombre? La furia creció cuando se imagino al pelinegro mencionando e invocando un nombre tan bonito como lo era Koushi

Se encerró en la oficina y se frotó los cabellos con frustración

***

—Primer Arabesque— mencionó Tooru mientras se estiraba y realizaba la posición que había dibujado en su mente creando un estética figura llena de armonía, su mente seguía dispersa y no dejaba de atormentarse con imágenes de su Cines y el maldito que ahora lo codiciaba también, perdió el equilibrio sobre la punta de su pie y cayó al suelo. Resopló e hizo amago de levantarse

—Oikawa— una dulce voz le llenó los oídos sintiendo como su orgullo recibía otro golpe más —Te fuiste temprano—

—Lo sé— contestó de forma tajante y suspiró —No quise despertarte antes de tiempo— desvió la mirada, seguía molesto consigo mismo que no sabía cómo reaccionar

—¿Estás molesto?— el Cisne Blanco preguntó, quería aclarar esa duda. No era normal tal comportamiento en el castaño, lo había dejado confundido la noche anterior

¿Por qué lo había dejado alborotado? Estaba seguro que ambos querían hacerlo, sin embargo al último momento el castaño se negó sin dejarle ninguna explicación. Ni siquiera regresó a la habitación, pasó toda la noche encerrado en la oficina y eso le preocupó

¿Había hecho algo para que se molestará? No estaba seguro

—Y...yo— desvió la mirada al techo

—Oika-kun— llamó una pelinegra entrando con emoción al estudio y abalazandose sobre el mencionado en un abrazo algo empalagoso, atras de ella venía Sawamura el dueño del mal humor de Tooru y Kageyama el dueño de sus preocupaciones.  —Tu siempre tan puntual— sonrió envolviendo sus brazos en su cuello

Daichi se acercó al peligris y lo saludó con amabilidad mientras reían por lo bajo a causa de bromas locales, no obstante eso sólo encendió más los celos del productor quien a verlos frunció el ceño y pasó sus manos por la cintura de Kiyoko correspondiendo el abrazo

—Shimizu-san me honra tenerla de nuevo conmigo— dijo con coquetería en una clara provocación. Kageyama sólo alzó la ceja con confusión

¿Qué era lo que había pasado? Pero a simple vista se podía observar una brecha que él podría utilizar para lograr su cometido de volverse a meter con Oikawa

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora