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El destino has cambiado ya, evitaste tu triste final condenando a alguien más. Perderás lo que crees recuperado sin cambio en el juicio. Se ofreció un trato que a la vida le pareció irresistible y aceptó el canje de almas.

Una por la otra

Oh, pequeña Odette ¿Ganarás la contienda?

Sintió como unos brazos lo envolvían con una ligera presión sobre él y abrió los ojos con lentitud llevándose la grata sorpresa de encontrarse a una atractiva presencia qué lo envolvía con ternura y posesividad, se removió y besó su mentón causando que el castaño sonriera y empezará abrir los ojos.

—Buenos días Cisne— lo miró con tanto amor que hacía parecer que lo que había ocurrido hace unos días sólo se había tratado de una fea pesadilla.

Las cosas entre Sugawara y Oikawa parecía que habían regresado a la normalidad, reiniciando de cero y como si nada hubiera pasado. Su relación la seguían manteniendo fuera de la Academia para evitar los rumores que mancharan la reputación del peligris, Tooru daría lo que fuera por mantener a su bailarín en un pedestal de la más pura pulcritud, tan inocente y limpio, no necesitaba que lo ensuciaran por envidia. No

Sugawara se enderezó y se colocó encima del productor mientras peinaba con una de sus manos el cabello rebelde castaño de ese amor que lo tenía tan encandilado

—Buenos días, Oikawa— sonrió iluminando la habitación con ese sólo gesto

—¿Dormiste bien?— preguntó el mayor mientras tomaba la cintura del Cisne Blanco con delicadeza

—¿Cómo no podría si tengo al soltero más codiciado entre mis brazos?— habló con coquetería —Debo ser la envidia— soltó una pequeña risa

—El envidiado debo ser yo por tenerte a ti— lo acercó a él y depositó un beso sobre sus labios de forma casta —Eres sumamente hermoso— y volvió a darle otro beso que el peligris aprovechó para profundizar sosteniendo sus mejillas.

Desde que se habían perdonado sus errores pasados, su amor no había sido consumado de otra forma. Tooru se negaba rotundamente a tomar al Cisne después de sus viles acciones y ahora trataba al peligris como si se tratara de la flor más delicada cuidando cada uno de sus pétalos para que no se marchitara.

El productor se atemorizaba de su propia persona, no quería cometer alguna estupidez, no quería lastimarlo y por esa razón se había abstenido de tocar a Sugawara con otro tipo de intenciones, pero en ese momento las cosas en esa blanca habitación empezaban a calentarse, Koushi mordió el labio inferior del castaño con suavidad despertando los instintos más lascivos y codiciosos, quería poseerlo en ese momento, hacerlo suyo porque tenerlo a su lado representaba la tentación más dulce y resistirse se había vuelto una de las tareas más complicadas de cumplir. Sin embargo, juntó todo su autocontrol y se separó mientras soltaba una pequeña risa traviesa

—Debemos ir a la Academia— susurró cerca de los labios contrarios

—Eres el productor apuesto que puedes faltar las veces que quieras— Sugawara pasó sus brazos alrededor del cuello de su príncipe

—Pero tú no— volvió a reír

—Puedo reportarme enfermo y pasaríamos el día juntos— sonrió con fingida inocencia

—Escucha— Oikawa sonrió e hizo amago de levantarse — Sería una total maravilla pasar todo el día a tu lado, es lo que más quiero. Pero eso levantaría muchas sospechas— hizo un puchero — ¿Qué te parece si te invito a cenar?— ofreció con galantería

—Bueno— el bailarín cedió no muy convencido con un gesto algo infantil que causó ternura en el mayor

—Eres tan lindo cuando te enojas— depositó un beso sobre la punta de su nariz —Vamos, Amor— tal adjetivo descolocó al Cisne quien se sonrojo de sobremanera, Oikawa tomó al peligris entre sus brazos y Sugawara escondió su rostro en el pecho del mayor.

Después de todos los preparativos ambos ya habían llegado a la Academia, el ambiente se había relajado desde que Shimizu había regresado a Tokio y los ensayos seguían su curso natural, los preparativos cada vez eran más demandantes y abarcaban casi todo el tiempo del productor perdiéndose unos cuantos ensayos aunque ciertamente más de uno estaba de acuerdo que el Príncipe Sigfrido no necesitaba tal cosa pues la conexión que había con Odette era envidiable y la rivalidad con el brujo y Odile era palpable

—Shittykawa necesito hablar contigo— Hajime entró a la oficina del castaño quien miraba unos papeles y tenía una computadora portátil encendida, seguro estaba organizando los presupuestos de la obra

—¿Qué ocurre, Iwa-chan?— cuestionó el castaño sin levantar la vista de los papeles

—¿Has pensado lo que harás después de tu retiro?— preguntó el moreno

—No— contestó con simpleza —Tal vez me dedique a dirigir obras, ser director y productor es algo que me está gustando— sonrió mientras dejaba los papeles en el escritorio y le prestaba toda su atención a su primo

—Escucha— Iwaizumi habló con seriedad — Tu retiro como bailarín será pronto así que ¿Por qué no te quedas en la Academia?— ofertó, el profesor lo estuvo pensando mucho tiempo antes de hacer tal propuesta, pero estaba seguro que sería un buen cambio para su primo aunque no sabría si él estaría de acuerdo cuando siempre estuvo acostumbrado a estar rodeado de miradas, atención y reflectores realzando su figura y ego

—Bueno— Oikawa acepto

—Puedes tomarte el tiempo que ne...— Iwaizumi volvió a pensar lo anteriormente dicho por el castaño—¿Qué dijiste?—

—Bueno— Tooru sonrió— Me quedaré—

—¿Hablas enserio?— Hajime se acercó

—Sí— el castaño asintió con la cabeza — Mis prioridades han cambiado y creo que... Me mudare, es más tranquilo que Tokio.— suspiró —Por primera vez en mucho tiempo me siento en mi hogar—

—¿Es por él, cierto?— el moreno inquirio haciendo referencia a cierto platinado y Tooru sonrió de forma bobalicona mientras desviaba la mirada con un ligero sonrojo

—Sí— admitió —He estado pensando en... Declararme abiertamente como su pretendiente para no entrar agresivamente a su vida. No quiero que los rumores lo ensucien —

—Oikawa— Iwaizumi lo miró —Me alegro que esta vez hagas las cosas bien

—Realmente me siento en casa— miró hacía la ventana con una sonrisa

La ilusión de tener un futuro menos tortuoso que su pasado lo llenaba de dicha, esperaba que fuera de esa forma.

Esperaba que nada opacara aquellos planes

Esperaba que la discordia ya no lo castigará más...

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora