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La música inundó el salón, sonando con gracia gentil mientras en ella se desarrollaba una historia, una tragedia, el cuento ruso de un amor antiguo.

Un par de ojos chocolate no apartaban la vista de esa silueta estilizada y bien formada, totalmente armoniosa a simple vista, cada movimiento era ejercido con fuerza y precisión. Esos ojos zafiros revelaban rebeldía, obstinación, necedad y fiereza.

Sí, el Cisne Negro estaba logrando un trabajo extraordinario bajo la supervisión del castaño quien sonreía complacido y con burla como si supiera que eso no era suficiente y que lo único que buscaba era retarlo con cada paso dado.

Cuánta soberbia había en el Cisne Negro...

Idiota engreído

Eso era lo que siempre le decía Iwaizumi que era y por alguna razón, vió esas mismas cualidades en Kageyama, la única diferencia es que el pelinegro era un bailarín solitario, huraño y muy reservado.

Era claro que no se dejaba mangonear por nadie y el hecho de que lo quitarán de sus clases normales no le había sentado de la mejor manera y esa cuestión no la entendía, es decir ¿Tenía el protagónico? ¿Cuál era la molestia?

Tenía tantas ganas de arrollar esa actitud indiferente y llena de prepotencia, no obstante se contenía por no querer dar una mala impresión al Cisne Blanco que se encontraba observando con suma atención.

Sugawara se sintió abrumado por el talento de Kageyama, era clara la pasión que el pelinegro ponía en cada movimiento natural  y por primera vez en mucho tiempo se sintió realmente insuficiente, el Cisne Negro se estaba llevando la atención del castaño, la atención de la persona quien más admiraba y sintió como su estómago se revolvía, su interior se sentía en pleno huracán y la impotencia lo invadió

—Suficiente Kageyama — espeto Oikawa dando dos palmadas y deteniendo la música en el proceso — Estuvo bien—

Mentía

Estuvo perfecto, pero prefería tragar clavos antes que halagar alguien tan soberbio como él

—Gracias – agradeció Tobio con voz escueta y monótona

—Puedes irte, me quedaré con el joven Sugawara – dictaminó mientras le daba la espalda  y miraba al mencionado con una sonrisa afable

Tobio hizo una reverencia despidiéndose y se retiró del estudio dejando a solas al castaño y peligris.

Oikawa soltó un suspiro y se talló los ojos con cansancio, ese había sido un día largo y algo pesado. Había ido a supervisar a los acompañantes con Iwaizumi y posteriormente le había enseñado cada uno de los pasos a Kageyama Tobio. Todo había salido bien, sin embargo debía recordar que un día antes su descanso había sido casi nulo

—¿Se encuentra bien Oikawa-sama?— preguntó con timidez Koushi mientras se acercaba a su profesor y productor

—Nada sin importancia— sonrió de forma amable — Creo que habíamos acordado algo ayer, pequeño Cisne — se acercó y lo tomó del mentón

—Pero...— Koushi se sonrojó ligeramente ante tal tacto — Aún no termina la clase—

— ¿Ese es el problema?— Tooru preguntó en tono amigable — No veo a nadie más en esta habitación, no creo que alguien piense que te estoy dando un trato diferente— se encogió de hombros con despreocupación

—Lo siento, me cuesta llamarlo de la forma en que me lo pide— se disculpó apenado por no hacer una actividad tan sencilla como era llamarlo sin los sufijos

—Supongo que tienes razón, bello Cisne— Oikawa pareció entender que esa parte era fundamental en su protagonista, ser amable y educado le daban un aspecto totalmente refinado y elegante sin siquiera intentarlo o esforzarse, era tan natural y nato, tan armonioso y bello.

Él era bello

Él era hermoso

Él era...

—Lo intentaré— propuso Koushi

—Esta bien. Todo bien— Oikawa exhaló mientras miraba el reflejo de Sugawara en el espejo de manera disimulada.

Le atraía tanto su presencia, su delicadeza y finura, él era una persona que irradiaba una luz propia, deslumbrante y refrescante.

Desde esa primera vez que lo vió en una presentación de su querido amigo Hajime había quedado hinoptizado por su encanto, en ese entonces Koushi era un bailarín principiante, novato y torpe, pero era poseedor de un gran potencial y talento.

Sí, estaba seguro de ello

Quiero ver tu pasión arder, quiero ver tu talento florecer, quiero verte volar...

Frecuentó las presentaciones de Hajime sólo para ver al peligris y tampoco pasó desapercibido el hecho de que Koushi había ido a verlo a muchas de las suyas. Por alguna razón, siempre lo encontraba en medio del público, como si sus miradas siempre conectarán a pesar de las grandes cantidades de gente que había en el recinto

—Es todo por hoy— dictaminó el castaño —Estira y puedes retirarte—

Oikawa salió con dirección al baño dejando al peligris solo en el estudio. Sugawara quedó un poco confundido, pensó que practicarían va de nuevo, él quería hacerlo...

No quería quedarse atrás de Kageyama con su arrollante acto ¿Acaso Oikawa pensaba que no era necesario? ¿Oikawa pensaría que él era un mal bailarín que ya no tenía remedio?

No

Negó con la cabeza, espantando sus inseguridades y procedió a estirar, sus piernas se abrían en compás y su tronco bajaba con lentitud, su respiración era tranquila hasta que sintió un par de manos en su espalda erizando su piel y provocando que su tronco bajará aún más

—Tienes una muy buena flexibilidad, casi como un Cisne— el castaño bromeó

Tooru había regresado del baño, se enjuagó un poco la cara para espantar el sueño que lo invadía, debía regresar.

Quería verlo por lo menos una vez más antes de que se marchara y ahí está él, estirando casi de manera perfecta. Decidió ayudarlo para sentir esa blanca piel quemar la suya

Lo ayudó a levantarse y posó una mano en su cintura mientras lo alzaba en el aire

—Tambien eres muy liviano— soltó una ligera risa

—¿Qué haces Oikawa?— preguntó alarmado Sugawara mientras mantenía el equilibrio para no caer

—Ah, por fin me llamas sin ese inútil sufijo— se expresó el castaño mientras lo bajaba con suavidad y sonreí galantemente —Eres una persona muy linda, Sugawara— Tooru quería tocar ese rostro, quería sentir esa blanca piel, quería hacerla florecer de mil maneras

—Shittykawa— se escuchó antes de que la puerta se abriera y mostrará a un moreno interrumpiendo la acción del productor

—Mierda— susurró Tooru —¿Qué ocurre, Iwa-chan? — preguntó mientras se alejaba del peligris y dirigía su mirada hacia el inoportuno que había anulado esa atmósfera tan peculiar

—Necesito hablar contigo de algunas cosas para la presentación— explicó con el ceño fruncido e impaciencia en su voz

—Bien— se volteó de nuevo a Koushi y le sonrió —Nos vemos mañana, bello Cisne— se despidió y salió del estudio dejando a un atolondrado bailarín

¿Qué era lo que acababa de suceder?

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora