26

437 89 8
                                    

Sus párpados se abrieron con pesadez, extendió una mano a su lado buscando a alguien y sólo encontró el espacio vacío y frío, de nuevo Tooru no había ido a la cama.

Suspiró

Se levantó de la cama y abrió las persianas dándole la bienvenida a los rayos de la mañana de ese día algo frío por el clima. Salió de la habitación y arrugó la nariz al percibir un olor a tabaco.

Últimamente la casa se veía albergada por ese olor y no era lo único, la ropa de Oikawa que de vez en cuando echaba a lavar también desprendía ese hedor que se combinaba con la fragancia de su colonia.

No sabía que Oikawa fumara, pero decidió no preguntar, era bien sabido que en el mundo del ballet la mayoría de los bailarines estaban sumergidos en ese má hábito para mantener sus nervios a raya, sin embargo Tooru no era el tipo de persona que se viera afectada por el estrés y eso le extrañó.

Se preparó y salió con dirección a la academia, seguramente el castaño ya estaría ahí, él siempre se iba temprano porque Shimizu se lo había pedido, porque él no sabía que al productor no le gustaba ensayar enfrente de todos y prefería la soledad, porque ese detalle no había sido comentado entre los dos, no obstante ella lo sabía.

Ella

Ella que aún en contra de la voluntad de Tooru seguía despertando sensaciones en su persona.

Ella y él

Ellos que tuvieron historia

Ellos que se conocían con aparente perfección

Ellos que ahora compartían tiempo a solas entre las cuatro paredes de un salón de baile

La distancia cada vez era más grande, sus tiempos no coincidían de ninguna manera, pero ¿Que podía hacer él? Tenía la esperanza de que fuera algo momentáneo y fugaz y cuando se volvieran a reunir lo haría con tanto fervor y adoración que lo que ahora vivían simplemente pasaría a ser un breve mal sabor de boca.

¿Debería declararse culpable de algo?

Por supuesto

Él era el culpable del poco tiempo que le regalaba al castaño y es que no se lo había comentado al productor que decía quererlo sobre todas las cosas para evitar escenas llenas de celos, pero había estado saliendo con Daichi después de los ensayos: salían a caminar, a cenar e incluso algunas veces se sentaban en silencio en el parque mientras los primeros copos de invierno caían de forma delicada sobre el suelo

¿La razón?

La ex prima ballerina lo había sugerido para entablar un vínculo entre cisne y brujo y el romance se viera aún más creíble , desgraciadamente nadie se puso a pensar que el lío que se había creado dentro de la trama de la obra amenazaba con salir a la vida real para generar un gran caos entre los bailarines.

Llegó a la Academia, se cambió y se colocó sus zapatillas de ballet mientras con suficiente sigilo entraba al salón donde sabía que estaría Oikawa y Kiyoko, abrió ligeramente la puerta mientras espiaba por el pequeño espacio generado

La pelinegra sostenía el cuello del castaño y él en respuesta la tomaba de la cintura, ambos se miraban con tal intensidad que estremeció al Cisne Blanco. Shimizu deslizó una de sus manos al rostro de Tooru y le sonrió con ternura, no pudo ver la reacción del varón porque estaba de espaldas, pero por lo más sagrado rogaba que no estuviera correspondiendo ese gesto.

—Oika-kun ¿A qué te aferras?— preguntó ella mientras le sostenía el rostro al castaño

—¿A qué me aferro?— volvió a repetir él con la mirada apagada y sin quitar las manos de la cintura de su antigua mentora

—Hasta hace unos días brillabas con tanta intensidad que me hiciste recordar la primera vez que entraste a una de mis clases, pero ahora...— suspiró —Bailas con dolor—

¿Bailaba con dolor?

—Tu no eres así, mi dulce niño— le sonrió —cada paso que das lo haces con melancolía como si te estuvieras resignado y al mismo tiempo aferrando—

—Y...yo— Oikawa tomó la mano de Shimizu y le dio un beso en su palma —Tal vez esté cansado—

Sugawara siguió observando la escena en silencio ¿De que hablaban? ¿Por qué sentía el ambiente menos pesado que otras veces? ¿Será posible que...

No

—Volvamos a Tokio, pequeño— acurrucó su cabeza en el pecho del castaño —Destruye lo que te encadena aquí y vámonos— pidió

Oikawa la miró y se sintió agitado, angustiado y sentía que la sangre le hervía al tener tan cerca esa feminina presencia

¿Cuánto deseó escuchar eso? La respuesta era fácil, mucho. Pero ya no sentía lo mismo, de hecho ahora todo era más complicado porque no sabía que sentir, porque estaba confundido si de Kiyoko se trataba y porque algunas cosas estaban fuera de su lugar

—No puedo— negó con la cabeza —Debo estar aquí— suspiró ¿Con que caso? Tal vez ninguno, pero quería estar ahí

—Si es por la obra, esperaré a que termine— susurró —Termina la gira y volvamos a estar juntos— dijo, porque así debía ser y porque jamás debieron separarse en primer lugar

Koushi al ver como Tooru albergaba entre sus brazos a la pelinegra le estaba doliendo en demasía, le causaba un vacío y solo observaba como la distancia entre los dos crecía aún más

Dios... No sé que hacer

No sabía cómo actuar o pensar así que decidió salir de ahí y se dirigió al salón dónde él ensayaba junto a Kageyama y Daichi, debía despejar sus ideas, debía pensar con calma, debía, pero no podía...

—Es momento de juntar lo que llevamos, Shimizu-san— Oikawa se separó de Kiyoko y se miró al espejo viendo las ojeras en su rostro producto de su falta de sueño

—Sí— murmuró —Vayamos a crear el más interesante lío amoroso

Pero el lío ya estaba ahí, creciendo silenciosamente y consumiendo almas y sentimientos entre las sombras de un tormentoso presente

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora