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Los ojos del castaño se abrieron con lentitud al ser tocados por los rayos del sol que entraban a través de las persianas y una punzada en su cabeza le dio la bienvenida  siendo presa de un fuerte dolor a causa de su resaca. Se llevó una mano a la cabeza y se enderezó buscando una presencia anhelada, sus ojos se detuvieron y se confundió al ver a Sugawara listo para partir.

—Ya despertaste— habló seriamente el peligris —Veo que fue una gran noche para ti— se colocó una sudadera dispuesto a salir, mientras Tooru se levantaba con dificultad para seguir al Cisne —Hay analgésicos en la cocina. Me voy a la Academia y a mi casa también— dictaminó y se colocó sus zapatos

—Espera, Koushi— Oikawa lo detuvo del brazo y otra punzada en su cabeza lo invadió —¿Qué pasó?— preguntó bastante confundido tras el comportamiento del joven bailarín

—Eso mismo me gustaría saber Oikawa— contestó— Creo qué fue una buena noche para ti ¿No?— cuestionó y eso sólo produjo mil dudas en la cabeza del castaño quien no ataba cabos y no sabía de lo que era culpable o de que se le acusaba —¿Acaso soy un juego para ti?— suspiró, negó con la cabeza y se soltó del agarre del castaño para salir de la casa e irse a la Academia

El productor no pudo ni siquiera decir nada, lo había dejado con la palabras en la boca y con muchas preguntas en la cabeza, fue a la cocina y se tomó los analgésicos mientras trataba de recordar lo que había hecho en su momento de ebriedad

¿Qué estupidez hizo? Sólo recordaba que Iwaizumi lo había traido a su casa ¿Le había hecho algo a Koushi? De ser asi jamas se lo perdonaría. Subió hacía el baño dispuesto a darse un baño y salir para alcanzar al Cisne, se vio al espejo y fue en ese momento que captó por fin su error, en su mejilla estaba la marca del labial de Kiyoko, seguramente el bailarín lo había tomado a mal ¿Por qué esto le pasaba a él? La furia lo invadió y apretó la mandíbula.

Sugawara no era un juego para él

Se dió un baño rápido y salió de ahí con dirección a la Academia, una vez que llegó se llevó la no tan grata sorpresa de que Shimizu aún seguía ahí y observaba con determinada atención a ambos cisnes durante su calentamiento

—Oika-kun— llamó la pelinegra y todas las intenciones de pasar desapercibido había desaparecido —No te agradecí por el trago de ayer— dijo mientras tomaba su falda en un acto de fingida inocencia y causando malas sensaciones en el interior de Sugawara quien había escuchado eso ¿Se había metido con ella?

—No hay nada que agradecer, además me lo pediste— Oikawa buscaba una forma fácil de desafanarse de esa incómoda situación —Debo ir a ver a mis alumnos— se disculpó mientras hacía amago de irse

—¿Ellos no son tus alumnos? — preguntó con curiosidad

—Por el momento Iwaizumi se está encargando de eso— contestó

—Asi es pedazo de idiota. —confirmo el pelinegro que acababa de entrar —Llegas tarde, maestro ejemplar— dijo con sarcasmo

—¿Lo ve? Si me disculpa, debo retirarme— Tooru hizo una reverencia y salió casi corriendo del salón

Los ensayos se iban cumpliendo en tiempo y forma, desgraciadamente la mente del Cisne Blanco era ocupada por un castaño llevándose toda su atención y haciéndolo torpe en sus movimientos. Le había dolido tanto esa traición ¿Por qué jugaba así con él cuando le ofreció todo de sí?

Su distracción era tanta que al momento de dar el salto calculó mal y cayó

—Sera todo por hoy— habló Hajime —Por favor descansen, yo también lo necesito— dijo mientras se sobaba el cuello con cansancio mientras el Cisne Negro salía casi de forma rápida, también quería descansar, habían ensayado más de la cuenta por los errores de Sugawara

—Iwaizumi-sama— llamó el Cisne — ¿Me puedo quedar? Y...yo quiero corregir lo que he hecho mal— Hajime lo miró

¿Qué le había pasado a su mejor estudiante?

—Parece que has olvidado ciertas partes, llamaré a Oikawa para que te las muestre con precisión— el moreno fue al salón de a lado buscando a su primo dejando a un Sugawara algo pensativo ¿Cómo decirle que no quería ver al castaño?

Al cabo de unos minutos Tooru entró al salón cambiado, parecía que estaba listo para irse

—¿Podemos hablar?— preguntó el castaño

—¿Podemos limitarnos a qué me enseñes lo que olvidé?— Sugawara frunció el entrecejo, aún estaba molesto y no daría su brazo a torcer —No hay nada que debíamos hablar, lo has dejado todo muy claro—

Y eso molestó al productor, él ni siquiera tuvo la oportunidad de objetar nada y ya se había tomado una desición

—Si es lo que quieres está bien— Tooru frunció el entrecejo y se acercó al espejo donde estaba Sugawara y lo tomó de la cintura, si él no quería escucharlo, lo haría escuchar— Te enseñaré cómo olvidaste que lo que siento por ti es sincero— sus manos envolvieron todo su vientre y depositó unos cuantos besos en su cuello y Sugawara se sonrojo casi al borde de dejarse hacer, se sentía tan bien ese contacto. Pero no, también tenía su orgullo y se separó

—¿Eso le dijiste a la mujer con la que te acostaste ayer?— vocifero

—¿Qué? Yo no me acosté con nadie— contraataco —Esa mujer, con la crees que yo te traicione fue la que me hundió en la miseria ¿Cómo crees que yo pueda estar con la persona que me destruyó?— un nudo en su garganta se formó —Esta bien, si quieres irte de la casa no te detendré— cedió y le dio la espalda —Me embriagué porque no pude soportar la ira que me dio verla de nuevo y lo desquite de forma estúpida— dió un paso dispuesto a retirarse y unos brazos se envolvieron en su estómago por la espalda

—Lo siento— la cabeza del Cisne se recargó en la espalda del mayor. Se sentía como un tonto

Oikawa se volteó y acunó su rostro entre sus manos

—No— negó con la cabeza —Perdoname a mi por haberte hecho dudar. Todo es... Complicado— suspiró con amargura

Tooru terminó de explicarle al peligris lo que había pasado en el bar y como esa mala mujer le había dado un beso en su mejilla en su despedida y tras varias copas habia olvidado borrarlo, se disculpó de todas las formas posibles y Koushi depositó un beso corto en sus labios en forma de consuelo

Él que había prometido curar la heridas del castaño le había causado una.

El productor sonrió y le enseñó las partes faltantes de la obra, ambos bailaban armónicamente y por un momento el encuentro entre el príncipe Sigfrido y Odette se dejó ver en esas cuatro paredes.

El amor más inocente sería opacado por el capricho

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora