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Sus pensamientos se perdían entre las nubes que se dejaban ver de la ventanilla del avión, iba directo a Tokio para entregar las invitaciones oficiales para los patrocinadores principales, pronto sería el estreno y debut de muchos bailarines y de él como productor. Debía ser un éxito para que su carrera pudiera seguir a flote.

Suspiró profundamente anhelando estar con Koushi aunque sea unos minutos más, daría lo que fuera por regresar a esa noche que pasaron juntos a la Academia y poder inmortalizar tal momento porque no estaba seguro que tanto tiempo podría gozar de la paz que aún tenía antes de que todo le explotara en la cara causando el peor de los escenarios bélicos y caóticos.

Esa noche lo había amado tanto que lo tomó de todas las formas posibles y como su imaginación se lo permitió, lo besó, lo mordió y lo marco de mil maneras y aún así se sentía insatisfecho, tomó cada parte del Cisne durante toda la noche recorriendo cada curva, cada cóncavo y convexo de su fino cuerpo, acariciando, anhelando y quemando todo de él, absorbiendo toda su esencia en una arremetida pasión, en un vaivén lleno de la más perfecta sincronía y en un compás carente de respeto alguno y justo cuando el dueño de toda su pasión estaba a punto de sucumbir ante el cansancio, Oikawa lo despertaba con besos y lo mantenía conciente a base de las más atentas caricias para continuar derrochando todo esa adoración que sentía porque lo único que quería en ese momento era inmortalizarlo, porque quería demostrarle cuánto lo amaba, cuánto lo enamoraba y encandilaba, como se aferraba a esa luz para salir de su infierno personal y como estaba dispuesto a dar hasta la última gota de su ser y el último aliento únicamente para y con él.

Se pasó una mano por las hebras castaña lleno de frustración ¿Cómo iba a protegerlo? ¿Cómo? Si él era esa sombra que lo ponía en peligro ¿Cómo protegerlo de él? No quería alejarse porque estaba seguro que sí lo hacía le dolería en lo más profundo de su alma, pero...

Todo era complicado, todo se estaba saliendo de proporción y de nueva cuenta estaba en una encrucijada y su batalla interna mas grande se estaba llevando acabo debatiendo dos posibilidades, dos caminos y dos opciones, ninguna era viable, sin embargo no sabía que más hacer ¿Cómo evitar ese destino que se le venía encima como una fuerte avalanchas? No tenía idea, no sabía cómo o si existía una solución sencilla y sin darle tanta complejidad al asunto.

Dios

Las ruedas de su maleta resonando en el asfalto de la banqueta mientras caminaba con cierta rapidez hacía su departamento que lo había albergado durante casi toda su vida profesional y en dónde mucho tiempo había ocultado su esencia natural que terminó siendo descubierta por la más inocente de las criaturas. Algo era claro y eso era que estaba en aprietos y en una gran problema de la magnitud a sus pecados e idioteces

No podía dejar de reprocharse, sabía que el Cisne Negro era de armas tomar y esa amenaza o advertencia podría tornarse una agria realidad, que era lo que menos quería, ya no quería más farándula, ni chismes, fama alguna o polémica rondando su enigmática figura, no. Eso sólo le había causado un fuerte vacío y una reputación de todo un rompecorazones sin escrúpulos, rumores sin fundamentos que tomaban credibilidad cuando se trataba de él porque lo primero que pensaban al mirarlo era que el mejor bailarín de Japón era probablemente el amante de los mil y un amores, el amante sin ataduras y al que le gustaba el libertinaje ¿Era cierto? En parte sí, mucho tiempo se había envuelto en muchas aventuras, pero otras carecían de sentido y le causaba gracia al castaño leer las historias ficticias de sus deslices de una noche.

Sin embargo y actualmente eso ya no le causaba tanta risa, se hecho ahora le preocupaba que su imagen fuera manchada y con ella la de Sugawara

Por eso accedió que se jubilaria el año siguiente y se quedaría en la Academia de Iwaizumi para sólo pasar desapercibido y tener la paz que tanto anhelaba sentir dentro de su vida llena de altibajos y rebeldes caprichos. Cerrar por fin esa etapa de la que no estaba orgulloso y dedicarle su vida al baile y al amor que sentía por aquel peligris de mirada avellana.

Se detuvo en seco cuando algo llamó su atención, una joyería lo había atrapado y se acercó admirando una fina pieza de plata cortando todo lo que venía pensando y sustituyendo su mal humor por el sentimiento de una ilusión naciente imaginándose un futuro de lo más prometedor y sin sombras persiguiendolo dándole por fin esa felicidad que hace mucho tiempo se le había negado disfrutar.

Es perfecto para él

Entró y compró un fino anillo de plata que encerraba a un cisne mientras sus alas se extendían con orgullo y estaba finamente adornado por algunos diamantes en blanco incrustados dándole un aspecto elegante, sencillo, pero refinado, de un gusto exquisito que la señorita que lo atendió aseguro que su prometida estaría maravillada ante tal pieza

Y por dios esperaba que así fuera, se imaginó la expresión de Koushi recibiendo el anillo junto a una propuesta que encerraria mil promesas.

Estaba tan seguro que quería pasar el resto de su vida junto a él en una unión tan eterna como su devoción que de repente todo se aclaró y supo que tal vez tendría que realizar un último sacrificio, uno que él mismo sabía que era estúpido pero que no había de otra si quería que su ilusión de un buen matrimonio se llevará acabo.

Él quería casarse ¿Cierto? Quería ser feliz y para eso tendría que guardar su orgullo y aceptar el capricho impuesto aún si eso lo dejaba ver cómo un hijo de puta, porque ya no sabía que hacer y estaba desesperado por terminar con todo lo que lo atormentaba que no medió sus acciones y tomó la decisión aunque muy en el fondo su conciencia le gritaba que era un error, que no era la correcta y ni siquiera estaba cerca de serlo, sin embargo...

Guardó la caja de terciopelo en su pantalón y sacó su celular buscando el contacto de su verdugo, marcó y al segundo timbrazo la llamado fue tomada

—Esta bien Tobio-chan, accedere a estar una última noche contigo

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora