15

637 119 11
                                    

La alarma sonó y el castaño estiró su mano para apagarla, miró a su alrededor viendo como su habitación estaba igual que siempre, el mismo color blanco en las paredes, las persianas grises y la puerta ligeramente abierta, sólo que esta vez había una diferencia.

La habitación ya no se sentía solitaria, entre sus brazos tenía a la persona más hermosa que habría conocido dándole una calidez nunca antes sentida. Lo miró dormir de forma apacible y depositó un beso sobre sus cabellos plateados mientras salía con cuidado de las sábanas para no despertarlo, hacia algunas semanas que el castaño se quedaba a dormir con él en su casa o viceversa aunque casi no le agradaba traer a Sugawara a su propiedad por el temor de que Kageyama se le ocurriera montar algún espectáculo.

Él no lo sabía y no se lo diría, no lo hacía porque fuera un cobarde, no. Pero no quería hacer que su relación con el pelinegro se volviera incómoda por su causa, así que decidió guardar silencio como forma de protegerlo.

Caminó fuera de la habitación mientras se acercaba a la cocina para preparar un poco de café, desde que dormían juntos Sugawara ya no tenía pesadillas y el castaño por fin pudo vencer a su temible insomnio, era como si sólo necesitaran el uno del otro para poder conciliar el sueño.

La cafetera sirvió el agua en la jarra y Oikawa la sirvió sobre dos tazas de color blanco, tomó uno y le dio un sorbo mientras la otra la llevaba en la mano con dirección a su habitación de nuevo. Al llegar al marco de la puerta en su rostro se dibujó una sonrisa al ver como su Cisne Blanco ya estaba sentado sobre la cama tallandose los ojos y lo miraba juguetonamente.

—¿Te quedarás ahí parado viéndome?— preguntó en tono de burla y Oikawa le sonrió aún más

—Oh Koushi, podría mirarte todos los días de mi vida y decir que eres la estrella más hermosa del firmamento— comentó el castaño mientras se acercaba —Eres condenadamente hermoso — volvió a decir mientras depositaba un beso casto sobre sus labios y le extendía su taza de café.

Sugawara la tomó con un sonrojo es sus mejillas y la colocó en el buró

—Solo dices eso porque estamos saliendo— un puchero se dibujó en ese rostro de porcelana

—¿Estás diciendo que soy un mentiroso?— Oikawa soltó una risita coqueta y se acercó al peligris con la intención de besarlo, pero Suga esquivó hábilmente el movimiento mientras le quitaba su taza y le daba un sorbo —Eso es mío— reprochó Tooru

—¿Yo? Aún no— dijo Sugawara mientras reía y dejaba el café junto a la otra taza, se acercó al productor y lo atrajo a él jalando la playera de su pijama mientras le regalaba un beso un poco más largo —Pero tal vez pronto lo sea— susurró al separarse del mayor mientras se quitaba la sábanas de encima para meterse a la regadera y darse un baño

Koushi estaba consciente de las necesidades de Tooru y por su puesto que se esforzaba por cumplirlas, pero el temor de no ser suficiente para él lo atemorizaban ¿Con cuántos hombres ya se había enredado Oikawa? Seguro todos ellos tenía más experiencia que él y no quería ser una decepción para el mayor, es por eso que siempre lo postergaba y evitaba hacer entrar en calor al castaño.

Aunque ahora lo que temia era que Oikawa se aburriera de él y lo terminará dejando por alguien que estuviera dispuesto a experimentar, debía terminar con sus inseguridades pronto, por su bien y el de su relación. Porque no era sano estar pensando en como otras personas ya había pasado por las manos del castaño, ya no quería pensar cuántas personas vieron esa faceta que tanto él quería ver y  ya no quería imaginar cómo Oikawa se había entregado a diferentes amantes.

Quería ser el único para él

El mayor lo miró caminar y no pudo resistirse a tal panorama, se levantó de la cama y lo abrazó por atrás enterrando su cabeza en su cuello mientras daba pequeños besos en este

—Oikawa— suspiró Sugawara y el mencionado seguía sin soltarlo, mentiría si dijera que no quería ser tomado por ese hombre, lo quería, pero también le temia —Debemos ir a la Academia—

—La Academia se puede ir al carajo— susurró cerca de su oído causando estragos en el Cisne

—Dijiste que debíamos ser discretos— Suga mencionó y Oikawa soltó una bocanada de aire resignado

—Ya, está bien. Tienes razón— soltó el agarre dándole el paso libre a Koushi —Preparare el desayuno en lo que te alistas— dijo mientras salía de la habitación y dejaba al platinado solo

El castaño sabía que debía ir lento y estaba bien, no estaba molesto porque esa inocencia era lo que lo había atraído en primera instancia y lo atesoraba, atesoraba esos gestos que sólo él podía ver, no había prisas ¿Cierto? Todo iba a su ritmo natural y estaba seguro que cuando Sugawara se le entregará sería la noche más memorable para ambos.

Al cabo de unos minutos Koushi salió totalmente listo y tomaba asiento en el taburete de la cocina donde un plato de fruta lo esperaba

—Ire a darme un baño— Oikawa sonrió y salió con dirección a la habitación

El Cisne lo vio partir y resoplo mientras tomaba un pedazo de melón y se lo llevaba a la boca. Su mente estaba hecho un revoltijo mientras trataba de resolver una encrucijada. Miró el calendario, la fecha marcaba un viernes, lo que significaba que tendría libre los próximos dos días y... Se sintió convencido por primera vez.

Sería esa noche...

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora