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Y ahi estaba, parado en el pasillo sin hacer nada, debatiendose sobre si debía tocar o irse antes de que fuera muy tarde. Le dolió el estómago mientras su vista se perdía en la madera de la puerta del motel barato donde Kageyama lo había citado para cumplir su voluntad.

Se sentía como un imbecil sin saber que hacer.

Dio un paso hacia atrás con la intensión de huir, esto no iba a funcionar, sin embargo la puerta emitió un crujido deteniendo su intención y regresandolo a su posición inicial   y miraba con severidad ese par de gélidos ojos azules quien lo observaba triunfante.

—Escuche algo y abrí por casualidad, que sorpresa tenerte aquí, Oikawa— comentó burlón

Tobio le indicó que pasará manteniendo esa sonrisa llena de orgullo y soberbia

—Tardaste mucho en aceptar— comentó el pelinegro —Dime ¿Qué fue lo que te terminó de convencer? —preguntó con interés una vez que el castaño ya había entrado por completo a la habitación

—Los motivos que me hayan orillado a cumplir tu estúpido berrinche no son de tu incumbencia— contestó Oikawa a la defensiva

—Debes amarlo demasiado— arrastró la lengua con rencor —Deber hacerlo para querer protegerlo de esa manera—  rodó los ojos con molestia y envidia

Debía aceptar que ardía en celos si de Sugawara se trataba, no era justo. Kageyama lo había conocido antes y era mejor en todos los aspectos y aún así Tooru había preferido sobre todas las cosas a la escuálida figura del Cisne Blanco

—Él no necesita un montón de mierda en el inicio de su carrera— lo defendió —él no necesita verse envuelto en rumores por culpa de un mocoso malcriado— refutó con un tono frío en su voz

—¿Aun si eso significa que quedes como un prostituto?— soltó con malicia y Oikawa suspiró con dolor

¿Estaba dispuesto? Se estaba vendiendo a cambio de un poco de paz, se estaba poniendo sumiso con tal de proteger lo que más le importaba

—Sí— afirmó con convicción y resignación. Durante toda su juventud se había acostado con diferentes amantes ahora pagaba el precio a tal acción, pero no soportaba esa expresión de dominancia en el menor, lo detestaba, lo odiaba por hacerle esto, por haberle puesto la espada en el cuello y por arrinconarlo a esa situación carente de todo sentido. Si iban a jugar él pondría sus reglas, así que hizo a un lado sus reproches y sonrió de forma petulante, soberbio y burlón confundiendo a Kageyama en el proceso —No serás diferentes a mis acostones del pasado— soltó con sorna y chasqueo la lengua —Solo eres uno más— tal comentario encendió la irá del Cisne Negro quien estaba rabiando y ardiendo en ira por dentro —Solo eres una noche más de las tantas que tuve— volvió a decir retomando el control de la situación y detuvo la bofetada que amenazaba con aterrizar en su mejilla sin quitar esa expresión llena de confianza en él. Quería mofarse de Kageyama porque en esa posición le resultaba realmente patético, no obstante se contuvo, no quería más provocaciones

—¿Así que sólo soy una noche más? ¿Crees que ese Cisne te esperará toda la vida?— cuestionó Tobio mientras se jaloneaba y se soltaba del agarre de Tooru —¿Enserio crees que estás haciendo lo correcto?— el tono del pelinegro era agrio y soltaba el veneno tal y como lo pensaba —Pronto llegara alguien mejor que él y te olvidarás de él porque esa es tu naturaleza. No eres capaz de cambiar porque todo lo que está a tu alrededor lo haces mierda—

Mentiras

—Lo destrozaras, como me destrozaste a mi— predicó

No es cierto

—¿Y sabes que es lo peor?— hizo una pausa —Que él ni siquiera vale la pena, que entre tantas personas que son mejores lo elegiste a él, él que es tan genérico y lo único novedoso es su cara bonita que seguro la usó para encantarte y le dieras preferencia, te sedujo y tú te dejaste, es un maldito cualquiera

—Basta— Oikawa vocifero perdiendo los estribos mientras tomaba a Kageyama del cuello de la camisa y lo acercaba a él —No te atrevas a decir una ofensa más ni a ensuciar su nombre— amenazó —Él no es como tú y tú... No eres competencia para él, nunca lo has sido, ni lo serás ¿Entiendes?— Tobio frunció el ceño y no dijo palabra alguna —Terminemos con esta mierda y déjame en paz de una puta vez— aventó a Kageyama a la cama con brusquedad mientras él empezaba a desabotonar los botones de su camisa celeste.

Si lo que quería era que lo tomarán, lo tomaría sin delicadeza desquitando la creciente ira que nacía en él porque no podías jugar con fuego sin quemarte o agarrarle la cola al tigre sin que un zarpazo te recibiera. Sin consideración o previa preparación se enterró en Kageyama provocando un grito de dolor en el menor por la agresiva invasión. Oikawa le sostuvo las manos por encima de su cabeza mientras seguía con su labor, no quería que lo tocará, no él, no cuando cada fibra ya estaba firmada por Koushi, a medida que avanzaba el tiempo Tobio dejaba de quejarse y ahora sólo sentía placer mientras el productor arremetia con fuerza, enojo, brusquedad y agresividad

Y... entonces le dio coraje escuchar su nombre de otra voz que no era la su Cisne y su furia creció cuando lo soltó y las caricias no eran tan delicadas y entregadas como las de su amor eterno y lo invadió la irá cuando observó que los gestos y gemidos  no eran igual de tímidos a los de su bello bailarín que siempre le dedicaba. Y se frustró de su propia persona, se llenó de impotencia por no poder proteger a la persona que amaba de otra forma, porque no lo merecía y siempre lo supo, pero su egoísmo por tenerlo lo había llevado a ese punto irreparable. Ahora sabía que tal vez haberlo dejado en libertad le hubiera resultado más fácil, pero...

El error ya estaba ahí y no había marcha atrás. Un pecado más se había sumado a su lista de los más terribles crimines, sólo esperaba que todo terminara ahí y no hubiera repercusiones debido a su insensatez.

CisneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora