Mire a Ben y unas lágrimas resbalaron por mis mejillas.
—Hey ¿Porque lloras? —dijo mientras pasaba su pulgar por mi mejilla y enjuagaba mis lágrimas.
—Solo recordé algo —dije sin más.
—¿Se puede saber qué? —asentí.
—Recordaba a una vieja amiga, hace mucho tiempo que no sé nada de ella, se fue y no se despidió —el me miro y asintió, entonces me dio un casto beso en la frente para tomar el volante nuevamente, piso el acelerador y me llevo al apartamento.
—¿Estarás bien?
—Por su supuesto —dije— por cierto ¿le darías esto a Melanie? —dije dándole una bolsa similar a la de Dinah, él la miro con el ceño fruncido.
—¿Cómo...?
—Es un regalo —corte yo.
—No puedo aceptarlo —dijo él.
—Claro que no, es para Melanie —dije y el me miro mal— es para Melanie —repetí— ella lo necesita.
—No tenías que hacerlo.
—No, pero quería hacerlo —el no dejaba de mirarme y me estaba incomodando— vamos Ben tómalo —insistí.
—Debió de costarte una fortuna junto con lo de Dinah.
—En realidad no, cuando era más pequeña mamá era enfermera de una señora muy rica que no tenía hijos —la mentira me salió más natural de lo que pensaba— mamá me llevaba con ella cuando no había quien me cuidara y la señora me cogió mucho cariño, cuando comencé mis clases de ballet, para mi primer recital, me compro bailarinas y mallas y todo lo que necesitase a montones, pero ya no soy una niña y hay dos niñas que lo necesitan.
—¿Qué paso con la señora?
—Murió poco después y su fortuna la heredo una sobrina —concluí— vamos Ben no soporto verla triste —el suavizo su mirada y asintió.
—Te estará muy agradecida, y te lo pagare todo.
—No seas tonto y no le digas que fui yo, dile que fuiste tú —el sonrió y negó.
—No, tú, eres su amiga, se pondrá muy feliz.
—Vale —iba a bajar del auto pero él me detuvo.
—Ya lo había dicho antes, pero te lo repetiré ahora. Eres perfecta —negué con vehemencia.
—No, no lo soy.
—Para mi si —volvió a besarme.
—Debo irme mamá debe estar esperándome.
(...)
Cuando llegue a casa no había nadie. ¿y cómo lo sabía? conocía mejor que nadie el sonido del silencio, solo se escuchaba el traquetear de la cocina.
Me dirigí allí y efectivamente solo estaban la cocinera y dos chicas de servicio. Me sirvieron la cena y engullí todo lo que me dieron. a través de la corredera se veían los chicos de seguridad. ¿Donde se habían metido papá y Lilly? me pregunte, mientras subía las escaleras a mi habitación, tire la mochila a un lado, me desvestí y me metí a la ducha, una vez lista me puse mi pijama que consistía en un suéter y un short corto de algodón.
Mientras me recogía el cabello en un moño, ocurrió lo más extraño que había ocurrido en mis diecisiete años de vida. Habían cortado la luz. Todo se había sumido en una tétrica oscuridad. Espere a que llegara nuevamente o se encendieran las luces de emergencia que sabía que había, pero no sucedió nada, solo se escucho un silencio sepulcral.
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Los Colores de una Mentira ©®
Teen FictionUna Mentira iniciara la vida de Cassy. Se sumergerá en una burbuja que se inflara cada vez mas. Una nueva identidad. Nuevo color de cabello. Nuevo color de ojos y el mundo debe seguir girando. Amigos, risas, aventuras, competencias y un sin fin de e...