Capítulo 3.

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Nueve días.

Doscientas dieciséis horas.

Doce mil novecientos sesenta minutos.

Setecientos setenta y siete mil seiscientos segundos.

Había pasado una semana y dos días, desde que había iniciado el colegio.

Era una completa mierda. Pero no todo era malo, había transcurrido sin percances, nada del otro mundo. Pero sin la llamada de hace unos días y eso, me tenía en ascuas.

Caminaba por el pasillo hacía la biblioteca, se suponía que debía encontrar un libro de historia y hacer un resumen sobre la historia de América. Lindo.

Y solo teníamos una hora.

Mejor aun.

Cincuenta minutos. Pues había tardado diez en encontrar la biblioteca.

Una mierda.

Una completa mierda.

—¿Vas a la biblioteca? —pregunto Tyler, llegando junto a mí.

—Ahí van todos ¿no? —él me sonrió.

—Pues sí —anduvimos uno al lado del otro y en silencio, el parecía querer preguntarme algo, pues me lanzaba miradas de reojo— ¿Quiere sentarte con nosotros? Tenemos un grupo de estudio —gire la cabeza y lo mire.

—No lo sé.

—¿Donde te has metido? No te has sentado en el almuerzo con nosotros. ¿Tan mal te caímos? —él hundió el cuello entre los hombros y las manos en los bolsillos.

—No, por supuesto que no —dije rápidamente, levanto una ceja— es solo que... no estoy acostumbrada a... nunca quise que pensasen eso. Pensé bueno... olvídalo.

—No, está bien. Pensé que habíamos dado la impresión de los locos Adams.

—No, que va. La única que tuvo que haber dado una impresión de loca, fui yo —él me sonrió.

—Para nada, es más. Para remediar el daño puedes sentarte con nosotros hoy. Ya verás somos buena onda y comemos chocolates. ¿Qué dices? —lo pensé. No creí que fuese mala idea, asentí.

—Me convenciste con lo del chocolate —ambos reímos.

Entramos a la biblioteca donde estaban ya, la mayoría de los chicos de mi curso.

En una mesa al fondo estaban los chicos: Hannah, Sophie, Sara, Seth y Ben y algunos otros de los cuales no recuerdo nombre.

Hasta arriba de libros.

—Hey chicos, miren a quien me encontré —dijo Tyler y todos me miraron.

—Cassy —Hannah me recibió con una linda sonrisa, de dientes perfectos. Ben me miro y ocupo su libro nuevamente, fue tan rápido que creí haberlo imaginado.

—Si es nuestra hermosa amiga —saludo Seth. Ben le lanzo una miradita de soslayo—ven, siéntate —me hizo espacio en una silla a su lado. Yo tome asiento y Tyler también—¿dónde te metes? Te estuve buscando.

—Me perdí, acabe en un... depósito —ellos rieron. mis mejillas se ruborizaron.

—Me refiero a los últimos días.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora