Capítulo 32.

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Los días pasaban y el encierro me afectaba más de lo que quería creer, estaba irascible por todo. Había pasado seis malditos meses custodiada en aquella casa y ahora tenía que volver a hacerlo, pero de forma voluntaria. Los rumores sobre la aparición de Jake en las listas de los más buscados tenían a todo el mundo revolucionado, era extenuante y lo eran aun más, sobre la fiesta del regreso de Cassidy Vanderwall.

Todo un acontecimiento. Ironice.

Los chicos no habían parado de llamarme y enviar mensajes ni un segundo, sabía que estaba siendo una perra, que debía contestar, pero no podía, porque no sabría que decirles. Los preparativos de la casa tampoco mejoraban mi estado catatónico, el hecho era que me sentía en un lapsus mental donde el tiempo pasaba y pasaba, pero yo seguía aquí encerrada, en estas cuatros paredes y esta vez por mi voluntad.

Después de lamentarme y rodar en mi cama una y otra vez, decidí levantarme y sentarme en el balcón y no es que, no me dejasen salir de la habitación, es que no me sentía a gusto. El balcón de mi habitación estaba acondicionado con una tumbona y una ratona, unos sofás y ante mí se extendía el verde de la vegetación, de los terrenos de la mansión que delimitaba en varios kilómetros con la otra propiedad en un hermoso atardecer. La brisa golpeaba mi rostro y cerré mis ojos para dejarme llevar, tenía el pelo revuelto, mi barbilla estaba apoyada en la barandilla del balcón y mis pies sobresalían cuando mi celular comenzó a sonar como por decima vez.

Suspire.

Era Ben.

No había dejado de llamar y a mí me partía el corazón no contestarle, pero más me partía el corazón tener que mentirle una vez más. Inspire hondo y deslicé un dedo por la pantalla de mi celular.

—¿Hola? —dije.

—Hasta que al fin contestas, Cassy —lo oí suspirar— ¿donde estas? ¿Porque no has venido al colegio? Ayer fui a tu casa y tampoco estabas.

—Tuvimos algunos problemas y salimos de la ciudad —dije cerrando los ojos.

—¿Que problemas? ¿Por qué no me avisaste?

—La abuela enfermo y como salimos de improvisto, olvide llamarte.

—Ya son tres días, Cassy.

—Lo sé y lo lamento.

—¿Y la competencia?

—Intentare llegar mañana.

—Vale —lo oí mover algunas cosas— ¿y nosotros?

—¿Qué pasa con nosotros?

—¿Como estamos, Cassy? Hace días que no se de ti, eso me deja mucho que pensar —me másajee las sienes.

—Estamos bien, Ben. En lo que a mí respecta —suspire— solo quiero que entiendas algo Ben —dije con voz pausada— pase lo que pase te quiero de mil formás diferentes e inimaginables. Tú me hiciste ver el mundo en otras forma y colores. Amo tu forma de sonreír, de fruncir el ceño, de pensar, de ser... Amo la forma en la que cuidas a los demás, te metiste muy dentro de mí. Te quiero, no lo olvides.

—Cassy ¿Que sucede? ¿Por qué dices todo eso? ¿Por que siento que es una despedida?.

—No hace falta que lo entiendas y dile a los chicos que ellos marcaron un antes y un después en mi vida —limpies una lágrima que resbalo por mi mejilla.

—Eso puedes hacerlo tu misma, vuelve a casa.

—Claro. Debo colgar, tengo cosas por hacer.

—Vale, pero tu tampoco olvides que te quiero más allá de las estrella —reí.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora