Llevaba dos días en casa y no me dejaban levantarme de la cama y era un completo fastidio, aún así en contra de todo lo que me dijeron me levanté y me dirigí a mi vestidor, tomé unos vaqueros sueltos, un sweater color crema y unas converses.
Me vestí rápidamente e hice una mueca de dolor ante lo brusco de mis movimientos. Recogí mi flequillo inexistente y lo peine hacía atrás sosteniéndolo con una pequeña peineta y debo aclarar había vuelto a mi rubio brillante y adiós a las lentillas.
No sabía cómo sentirme respecto a eso.
Cassy había tenido que despedirse de alguna forma u otra.
—¿Se puede saber a dónde vas? —pregunto el tío Rhoy entrando en la habitación y haciéndome sobresaltar.
—No.
—Entonces supongo que tú papá tampoco lo sabe —dijo cruzándose de brazos, negué con la cabeza— ¿Estás loca? Esa herida aún no ha cicatrizado y puede soltarse alguna de las puntadas.
—Tengo cosas que resolver —dije simplemente.
—Seria una persona muy irresponsable, si te dejase salir —dijo cuando caminé hasta la puerta
—No es como que lleves un cartel que diga responsabilidad en la frente.
—Auch, eso me dolió.
—Vamos tío, tengo asuntos que resolver.
—Pueden esperar.
—No, no pueden.
—¿Es por la carta que recibiste ayer?
—Deberías dejar de husmear.
—Quien lo dice —el bufo yo lo mire mal— Vale me rindo si tú papá pregunta...
—Si papá pregunta lo distraerás lo mejor que puedas o pueda que se entere que el vino que lleva añejando veinte años, desapareció —el limpio una lágrima imaginaria.
—Te entrene tan bien y ahora lo usas en mi contra —sonreí inocente.
Tomé mi mochila y metí todo lo necesario. Salí de la habitación y baje las escaleras muy lentamente, paso a paso. Sentía cada pisada como si me estuviesen clavando agujas.
Fui al garaje y tomé las llaves de mi auto, quite el plástico que lo cubría, me acomode en él y lo encendí, pise el acelerador no sin antes ponerme el cinturón de seguridad. Conduje durante treinta minutos al colegio. Cuando estacione todos giraron a mirarlo cual exhibición de circo.
Mi rostro estaba pálido y ya casi no quedaba vestigio de que me hubiesen golpeado. Mis ojos grises me devolvían la mirada a través del espejo retrovisor, tomé mi mochila baje del auto y caminé hasta la entrada del colegio. Los chicos ocupaban la misma banca de siempre. Ben me miró y negó con la cabeza, me dio la espalda y se introdujo en el colegio. Mi corazón de comprimió, los demás me miraron y siguieron a Ben. Tomé mi arrugado corazón y seguí sus pasos.
Luego de hablar con el director. Me reuní con algunos profesores para ponerme al día con mis clases. La mayoría me había tratado como si fuese de la realeza, yo suspiré e intente no gritarles a la cara. Muchos se sorprendieron cuando me vieron aparacer, pero no mentía cuando decía que me graduaría.
Cuando termine caminé en solitario hasta el campo de fútbol americano que tanto me gustaba. Se había vuelto mi lugar favorito del colegio hacía bastante tiempo, aunque subir las gradas no fue nada fácil. Estuve mucho rato mirando el campo vacío, cuando alguien tomo asiento a mi lado.
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Los Colores de una Mentira ©®
Teen FictionUna Mentira iniciara la vida de Cassy. Se sumergerá en una burbuja que se inflara cada vez mas. Una nueva identidad. Nuevo color de cabello. Nuevo color de ojos y el mundo debe seguir girando. Amigos, risas, aventuras, competencias y un sin fin de e...