Capítulo 36.

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—Cállate Tyler —gruño Seth.

Esperen ¿Seth?

Uy ¿Acaso estaba soñando? ¿O seguía bajo los efectos del medicamento?

—Pero mira la vista —exclamo Tyler emocionado— mira la piscina. Es una piscina cubierta —chillo emocionado.

—Mira su closet —dijo Sara o eso creía.

—Sara deja eso —regaño Hannah.

—Por Dios ¿Podrían comportarse antes de que venga alguien? —Regaño Seth.

—Su guardarropa es más grande que toda mi habitación ¿Qué digo? Mi casa.

Ante eso, decidí a hacer un esfuerzo y abrir mis ojos. Aún estaba somnolienta, pero quería comprobar por mí misma que no estaba soñando. Los medicamentos eran muy fuertes tanto que mi conciencia había despertado, pero mis ojos se negaban a abrirse, me removí en la cama.

—Hey chicos, está despertando —mencionó Sara, cuando por fin pude abrir mis ojos, me tomo un minuto adaptarme. Tenía la cabeza embotada y la boca pastosa.

Estaba comenzando a creer que me daban ese medicamento como castigo por haberme escapado. Cuando me acostumbre a la luz, ellos me miraban como si fuese un espécimen raro al que apreciar.

Pero si, efectivamente eran ellos, mirándome directamente.

Pestañee varias veces.

Casi me caí de la cama.

—Hey tranquila —dijo Han, acercándose para ayudarme a incorporarme.

—¿No estoy soñando? —pregunte como idiota, dado a lo incomprensible de que estuvieran allí.

—El secuestro la dejo más tonta —dijo Tyler recibiendo un golpe por parte de Seth.

—Pues no, no estás soñando —señalo Sophie.

—Ya tu ma... Lilly nos advirtió, que el medicamento que te están suministrando para la infección que cogiste al ir al colegio, es bastante fuerte.

—¿Que hacen aquí? —pregunté confundida.

—Podemos irnos —refunfuño Sara y Seth le lanzo una mirada mordaz que hasta a mi me dejo temblando— Vale me callo.

—Como fuiste al colegio antes de que yo regresara y hablara con estos cabezones, Hannah me puso al corriente de todo y entre los dos hablamos con los demás —sonrió Seth.

—La prensa exagera —imito Han con voz sumamente chillona.

—Lo siento —dije a media voz— Vale, ¿están molestos conmigo? —pregunte con voz quebrada.

—Más que molestos, heridos —comenzó Sophie— pero un mosquito por ahí nos contó ciertas cosas, que nos hace cuestionar nuestras acciones.

—Lo siento —dijo rápidamente, cuando me gire a mirarla.

—Lo prometiste —me queje.

—En realidad nunca prometí nada.

—Tu concepto de promesa, está obsoleto —bufe.

—Bueno como decía, Sophie —comenzó Seth— ya yo hablé contigo y te dije como me sentía, pero estamos aquí para aclarar esto, nos lastimó muchísimo que no nos dijeras la verdad.

—Es cierto, ¿es que acaso no nos considerabas tus amigos?

—No se trataba de eso, solo tenía miedo

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora