Capítulo 4.

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Estuve hecha un ovillo, no se por cuanto tiempo, los ojos me ardían y sentía los brazos y las piernas entumecidas. La puerta de la habitación fue abierta, no me moleste en mirar de quien se trataba, sabía que era Lilly. Ella era la única que entraba sin tocar.

—Cassy ¿qué pasa? —sollocé una vez más, como si aun me quedasen fuerzas para hacerlo. Oí sus pasos por la habitación— Cassy ¿qué ocurre? —no dije nada— ¿Ocurrió algo en el colegio? ¿Alguien te hizo algo? —pregunto en última estancia, dado a mi reticencia por contestarle. Ella se coloco a mi altura— ¿qué pasa Cassy? —volvió a preguntar.

—Papá llamo hoy —dije entre hipidos, no quería levantar la cabeza, no quería saber nada, ni ver a nadie.

—¿No deberías estar contenta? —Negué con la cabeza— ¿Qué te dijo?

—Que soy una completa decepción.

—No creo que tu padre hubiese dicho eso —replicó.

—No, pero lo pensó.

—Cassy... —exclamó ella.

—¿Qué? Se fue hace seis meses, ni una llamada, una carta, un E-mail. ¿Qué se yo? Cualquier cosa. Pero no se comunicó conmigo ¿y sabes que es lo peor? Que me lo merezco — de cierta forma, sabía que lo merecía.

Yo era la única responsable de mi situación.

—Cassy, no puedes seguir así.

—Si puedo.

—No, no puedes seguir castigándote de este modo.

—Yo sola me busque esta situación —repetí por millonésima vez— si te hubiese escuchado, nada de esto estaría pasando —me lamenté.

—Pero paso —la oí suspirar— no se puede cambiar el pasado, pero si puedes marcar lo que harás, de ahora en adelante. Puedes elegir, Cassy.

—¿A qué costo? Lo extraño.

—Lo sé, hablare con él.

—No, él no tiene que enterarse de esto —la mire— no quiero que regrese porque su hija es un alijo de problemas emocionales.

—Cassy...

—No, yo sola me metí en esto. Yo sola salgo. Si él quiere volver. Que sea porque quiere hacerlo, no porque tiene que venir a arreglar el desastre que soy. Ya no más —dije decidida, limpiando mis lágrimas.

—Está bien, Cassy. Es tu decisión —dijo rendida ante mi negativa— vamos levántate —y eso hice, quedando frente a ella.

Ella desvió la mirada hacía a donde había caído el portarretratos, o lo que quedaba de él.

—Te conseguiré uno nuevo.

—Lo siento.

—No, está bien —dijo, mirándome con dulzura. Aparte la mirada. ¿Cómo me miraba así, después de lo que había hecho?— límpiate y baja a comer. Mandare a alguien a que recoja esto— dicho eso, abandonó la habitación.

Pase el resto de la tarde haciendo desaparecer a Cassidy Vanderwall de todas las redes sociales y apareciendo a Cassy Hudson.

Para el resto del mundo, Cassidy, había desaparecido.

Aunque de eso, ya había pasado bastante tiempo.

Según rumores y chismes que apenas llegaban a mis oídos, se encontraba en un centro de rehabilitación a las afueras de la ciudad, otros que estaba en alguna isla remota, propiedad de mi padre, quien no había escapitulado en gastos para sacarme de ciertos líos o la peor de todas: Que simplemente había muerto de una sobredosis -y sabia Dios que en mi vida había probado un gramo de drogas o una gota de alcohol.- Y que no se había divulgado mucho, pues mi papá no soportaba la idea.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora