Epílogo

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Cuatro semanas.

Veintiocho días.

Seiscientos setenta y dos horas.

Cuarenta mil, trescientos veinte minutos.

Dos millones cuatrocientos diecinueve mil doscientos segundos.

Era el tiempo que le había dado a Ben para que tomase una decisión.

Los audífonos en mis oídos reproducían la música de forma aleatoria, mientras leía el último libro que había adquirido en el último mes.

Había tomado la manía de leer hasta cansarme, se había vuelto mi salvavidas, una forma de escapar de todo lo que me agobiaba, a parte del baile.

El último mes, lejos de lo que esperaba, fue bastante movido.

El juicio contra los Parker, en el que yo sería testigo se había llevado a cabo, condenándolos a muchos años de prisión. Como había prometido el agente Carter, Brandon había salido bien librado de todo y con todas las pruebas que habían conseguido gracias a él, y el micro chip de memoria que encontré en mi relicario fue más que suficientes para que nuestros abogados nos quitasen cualquier peso de la ley que pudiese caer sobre nosotros, dado que mi último encuentro ante juez había mentido y eso estaba penado por la ley, pero alegando que estaba bajo coacción, cosa que no era mentira, había salido bien librada, quitando todos los cargos en mi contra, limpiando mi expediente y volviendo a ser Cassidy Vanderwall.

Aún recordaba la expresión de Jake en el juzgado, en ningún momento bajo el rostro, siempre altivo demostrando que solo había sido una caída, yo no estaba segura de eso. Jake pasaría muchísimos años en prisión.

Y no iba a mentir, estaba aterrada, pero la presciencia de lo chicos, de papá, el tio Rhoy y Lilly fue suficiente para darme las agallas necesarias y enfrentarme a lo que ahora consideraba mi pasado.

Moví el pie al ritmo de la nueva canción que comenzó a reproducirse.

Recordaba que en este mismo aeropuerto vine a despedir a Hannah, quien se iría a Harvard para estudiar medicina, sus hermana lloró durante una hora y solo se calmó cuando Han casi pierde el vuelo. Entre abrazos, lágrimas, palabras de alientos y un beso de despedida entre ella y Seth, tomó el avión que la prepararía para el futuro, por el que tanto había trabajado.

Y una vez nos dejo, los chicos. Tyler, quien se quedaría puesto que el tío Rhoy abriría su nueva sede en la ciudad y sería aquí en donde trabajarían en la música de este. Seth, que tomaría un vuelo unos días después y Sophie que partiría al día siguiente a Nueva York, junto con la mamá de Han y Dinah, fuimos por un helado. Sara, ya había partido una semana atrás a Nueva York para comenzar sus pruebas. Y de Ben no habíamos vuelto a saber nada, así como se había alejado de mi, lo había hecho de los chicos y aunque ellos no quisiesen decírmelo, sabía que se mantenían en contacto y no los culpaba, ellos eran amigo mucho antes de que yo, llegases a sus vidas.

Pasee la mirada por el aeropuerto, las personas se despedían con lágrimas en los ojos de sus seres queridos, muchos se daban un beso de despedida y muchos padres habían venido a despedir a sus hijos, que partirían a la universidad.

Después de que fui aceptada en la Academia Internacional de Danza de Londres, me tomó un tiempo tomar la decisión, no quería irme, pero también entendía que este era mi sueño, por lo que había trabajado.

Aunque también estaba dispuesta a dejarlo por Ben, sabía que si el me perdonaba podíamos hacerlo funcionar, pero no quería estar más distanciada de él, y si él, en este momento se presenta ante mi, lo dejaría todo, porque era una tonta empedernida que estaba enamorada hasta los huesos de un chico, que no había querido darle ni la hora durante el último mes.

Sabía por boca de los demás que, había aceptado su beca a Stanford, que había hecho una exposición más, en aquella galería, y que aquello solo era el principio en su vida.

Pasee mi mirada nuevamente por el aeropuerto, mire el reloj. Mi vuelo saldría en cualquier momento, y no había nada a la vista que llamase mi atención.

Otra canción se reprodujo y mire la página de mi libro.

Otra hora más.

Mi celular vibró, era una llamada.

—¿Aún estas en el aeropuerto? —preguntó.

—Sí —dije en un susurro.

—¿A que hora es que sale tu vuelo?

—Dentro de una hora.

—Vale, era para estar al pendiente de ir a recogerte.

—Sabes que puedo tomar un taxi.

—Quiero ir por ti —suspire.

—Bien. —colgué.

Chase, era quien había estado más emocionado por mi viaje a Londres, y aunque le había dejado claro más de una vez, que, entre nosotros no volvería a ocurrir nada, no quitaba el hecho de que estuviese ansioso por mi presencia en la ciudad.

Otra canción, otra página pasada y una hora transcurrida.

Metí el libro en mi mochila, y me puse de pie. Había llegado la hora y no iba a mentirles, estaba decepcionada, había esperado, con todo mi corazón, que Ben se presentase, incluso había rechazado la oferta de papá, de llevarme él mismo en su avión privado.

No había querido que me acompañaran para evitar lágrimas derramadas, por parte de Lilly, bromáis por parte del tío Rhoy y advertencias por parte de papá.

Y es que en realidad, esperaba con toda el alma, tener mi final feliz, como en los libros que había estado leyendo, que Ben se presentase y me pidiese que no me fuese, o que por lo menos me dijera que me quería, porque así de masoquista era.

Si me hubiese ofrecido migajas, yo las hubiese aceptado, a pesar de saber que ya había pagado mi condena.

Pero esto no era una novela y yo no tendría mi final feliz.

Los altavoces sonaron, llamando a los pasajeros a que abordasen el avión. Suspire, miré mi reloj, otra canción reproducida, cerré los ojos, inspire con fuerza y volví a abrirlos. Mis ojos se habían cristalizados.

Esto no era una novela, no existían los finales felices y yo no era una princesa, con ese pensamiento, me enganché la mochila al hombro, pasee la mirada una última vez por el aeropuerto, en un último gesto de fe, le sonreí a la azafata y mostro mi pasaporte, miré una última vez el aeropuerto. Abordé el avión.

Y aunque entendía que el aún estuviese molesto conmigo, también sabía que merecía más que su indiferencia.

Me había ganado aquello a pulso, pero había pedido perdón, había pedido ser escuchada y él no lo había hecho. Y sabía muy en el fondo, que me merecía más que este desplante, por lo menos que hubiese tenido la cortesía de llamarme o de enviarme un último mensaje.

Aborde el avión con lágrimas en los ojos, no me moleste en ocultarlas.

Él había sido mi luz, en un cuarto oscuro, donde yo, era la oscuridad misma. Había mentido sí, pero me habían perdonado ¿por qué él no podía hacerlo? Nunca pedí nada de esto.

Pensé que yo sería su destrucción al envolverlo en mis mentiras, lo que no sabía, era que él, sería la mía, siendo mi más cruel verdad.

Siendo, los reflejos de una verdad.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora