Capítulo 6.

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—¿Problemas en el paraíso?

—¿Que tanto escuchaste? —respondí con otra pregunta.

—Nada, acabo de llegar —dijo. Lo miré con desconfianza— en fin, solo quería saber si querías un aventón —dijo mostrándome su casco.

—No te preocupes. Ben me llevará —su sonrisa se borró. Lo miré, un músculo de su barbilla tembló.

—Vale —dijo rendido— ¿Harás algo mañana?

—¿Venir al colegio?

—Después de clases.

—Aun nada.

—¿Quieres ir por un helado mañana después de clases?

—No creo que sea buena idea. No quiero que se confundan las cosas.

—Como amigos —añadió.

—Déjame pensarlo ¿sí?

—Vale —me dio un beso en la mejilla y se fue, solo mire su espalda mientras se marchaba. Suspire. No quería más rollos que después no pudiese resolver.

—Te hare una pregunta, es tradición —pregunto Hannah con una sonrisa, apenas subía al Jeep, asentí expectante— ¿Cuál es la cosa que más te gusta? Por más raro que sea, pero que para ti, tiene mucho significado. Sé que es extraña la pregunta, pero responde.

—¿Cualquier cosa? —Hannah asintió, no lo pensé mucho— los atrapa sueños.

—¿Atrapa sueños? —preguntaron Hannah y Tyler al unísono.

—Sí, mamá decía que servían para atrapar los sueños y así nunca olvidarlos, tener plena fe de que se harán realidad, que sirven para recordarnos que aun somos capaces de soñar —dije recordando sus palabras cuando cumplí diez años, el último cumpleaños juntas.

Recordar eso, me daba muchísima nostalgia, recordar lo que ocurrió después me dan mucha más ganas de llorar. Reprimí todo aquello y mire a los chicos. Ben me miraba a través del espejo retrovisor. Intenté sonreír

—¿Por qué la pregunta?

—Curiosidad y tradición, se la hacemos a todos los chicos, que entran al grupo de baile —respondió Hannah. Los mire a los tres y me encogí de hombros.

Llegamos a la cafetería. Por fuera era un simple local, un poco colorido al que acudían los jóvenes del área a pasar el rato. Hannah se bajo del auto y entro corriendo al local sin decirnos una palabra.

—¿No quieren una malteada? —Pregunté y los chicos me miraron— vamos, yo invito —dije bajando del auto, escuche sus pasos a mis espaldas y la campanilla al abrir y cerrar las puertas del lugar.

El local era aun más colorido por dentro que por fuera. Los colores rojo y azul eran predominantes, era mucho más grande de lo que se veía por fuera, incontables maquinas tragamonedas al final de la habitación y mesas, decoraban el lugar, con chicos parloteando. Al final vi una mesa vacía y caminé hasta ella, me senté y unos segundos después llegaron los chicos.

—¿Te gusta? —preguntó Tyler.

—Es muy pintoresco.

La música salía por los altavoces, dándole mucho más color al lugar.

—Bienvenidos, espero ser de su agrado. ¿Qué desean ordenar? —preguntó Hannah con una gran sonrisa. Su uniforme era una falda acampanada roja y una camisa ajustada azul con dos tiras a cada lado y dos trenzas con un lazo cada una haciendo juego con su uniforme. Los chicos me miraron.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora