Capítulo 8.

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Estaba de camino al hospital, había pasado por la caja de música de Melanie, que al ser un encargo especial, ya estaba lista, cuando llegue solo estaban Dinah y Hannah, metí el regalo de Melanie en mi mochila.

—Hola pequeña —saludé.

—Cassy, adivina que...

—¿Qué?

—A mamá le gusto mucho tu regalo, pero dice que es muy costoso y que debo devolverlo —dijo haciendo puchero.

—Para nada, es un regalo. No se aceptan devoluciones.

—Cassy...— regaño Hannah, casi me recordó a Lilly.

—Vamos Hannah, no pasa nada.

—Cassy, se ve que es costoso.

—Para nada —hice un gesto despectivo con las manos.

—Pero...

—¿No confías en mi? —pregunté haciéndome la ofendida.

—Claro Cassy, pero es muy valiosa

—Claro que es valiosa, es un regalo y más valiosa seria si la aceptaran —les dije. Ella lo pensó y al final suspiro.

—Vale, está bien

—¿Lo ves? Ya no hay problema

—Si —sonrió la niña.

Ben y Melanie no se aparecieron por el hospital así que tendría que entregársela luego. Pasamos la tarde entre risas, pero nuevamente la enfermera fue a informarnos que ya se había acabado la hora de la visita, me despedí de Hannah y Dinah y espere en el estacionamiento a que fuesen por mí

(..)

—¿Como esta Dinah?— pregunté.

—De maravillas —contestó con una sonrisa y yo asentí. Justo entonces la mirada de Ben se desvió a un punto a mis espaldas, Hannah también miro en esa dirección.

Y como vieja chismosa que soy.

Aja, si.

También gire a mirar.

—¿Quiénes son? —pregunté por el grupo de chicos a quienes mirábamos.

—Un montón de niños ricos, que vienen a nuestro colegio a buscar diversión —dijo Ben.

Alrededor de varios autos, habían ocho chicos, todos de uniformes que yo conocía perfectamente, observándolos un poco más, los identifique.

Toda la sangre bajo hasta mis pies, me tense. Tome a Hannah del brazo.

—Creo que será mejor que entremos —dije y ella asintió, cuando estuvimos en la seguridad del colegio, pude respirar un poco. ¿Qué hacían ellos allí? No entendía y tampoco quería entenderlo, no me importaba, no quería involucrarme o tener problemas.

Pero al parecer ellos solitos venían a mí.

(...)

En el transcurso de las clases no deje de pensar en esos chicos. Claro que eran ellos, pero ¿Qué demonios hacían ellos justo en ese colegio? Los nervios no me dejaron concentrarme ni un poco, a la salida no fue mucho mejor.

Apenas salí de clases, un alboroto llamó mi atención, me acerqué cautelosa. Desde mi posición solo podía ver un círculo con dos chicos en el centro. Mirando un poco más vislumbre a Hannah en alboroto y me pidió ayuda, me acerque a ella, sin hacerme notar mucho y cuando pude apreciar mejor el espectáculo, mi respiración se atascó, justo en el centro estaban Ben con la persona que más odiaba, deje mi miedo atrás y sin pensar me metí entre ellos, de frente a Ben.

Los Colores de una Mentira ©®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora