1. Llegada

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Los días de final de verano e inicio de otoño en Estambul son increíblemente luminosos, tanto que los girasoles miran hacia toda la cúpula celeste inundada de cálida luz.

Una  hermoso día para una llegada a tu tierra natal.

Eda siempre busca en el sol el amarillo de los girasoles, que su madre  le enseñó a cuidar desde pequeña, que con tanto cariño había dejado plantados en la entrada de su casa y así su recuerdo, algunos buscan a los seres amados en las estrellas, en cambio ella lo busca en las flores.

Es por ello que el souvenir más valioso que ha traído de su viaje de Italia es una pequeña caja con miles de semillas de la flora italiana; lavanda, lilas, boca de dragón...

Por esas semillas es que está tan emocionada cuando recoje su caja, la cual ha llegado intacta a la cinta del aeropuerto.

-Eda, ¡ha llegado bien tu caja de semillas! - exclama su amiga Ceren y compañera de viaje.

La joven rubia de metro setenta y tres y ojos claros, vuelve de su llamada de trabajo que ha tenido que atender nada más bajar del avión. Ser abogada tiene cosas buenas como permitirse unas vacaciones en Italia sin contar cuando le queda en la cartera como sigue haciendo Eda, pero también conlleva mucha responsabilidad y trabajo incluso a las ocho de la mañana tras horas y horas de vuelo.

-Evet-canturrea afirmando Eda a la vez que abrazando su caja que reposa sobre su maleta, solo la suya.

Son amigas desde los once años, fueron juntas al colegio y lo saben todo de la otra, y por eso mismo sabe que Eda es bastante despistada cuando está embebida en sus flores.

-Eda, ¿Cogiste mi maleta?-pregunta Ceren intentando aguantar la risa.

En ese momento los ojos de Eda se abren de par en par recordando la petición de su amiga abogada, que ha ocupado sus vacaciones para acompañarla a un país que Ceren ya conocía bien.

-¿Todo bien por la oficina? - pregunta Eda intentando desviar la atención-Ay Ceren... Uff... Te juro que estaba mirando la cinta, pero vi la preciosa caja y no pude resistirme a mirar si los semilleros no se habían movido... Uff... - se separa el pequeño fleco ladeado...

Una llamada vuelve a interrumpir a Eda y esta sonríe.

-Ve, contesta, seguro que vuelven a dar otra vuelta la cinta de las maletas y cojo la tuya mi Ceren-promete ella poniéndose en pie y tocando el brazo de su amiga haciendo que su contacto suavice su despiste.

-¿Prometido?-pregunta la rubia no pudiendo evitar la sonrisa que le provoca la cara de su amiga poniendole ojitos.

-Prometido-dice ella devolviéndole la sonrisa.

-Tamam-contesta Ceren antes de coger una llamada de nuevo y alejarse hacia una zona menos ruidosa.

Eda bufa y mira hacia la cinta, sin dejar de tocar con una mano el carrito en el que ha dejado su maleta y su querida caja.

Los aeropuertos siempre le han parecido lugares maravillosos donde pueden empezar historias, como en las películas de amor, pero realmente lo que le fascina son los techos y la edificación, el diseño de ventilación y sistemas que se necesitan, desde el punto de  vista de arquitecta adora mirar el entorno, aunque no puede entretenerse más que unos segundos y poner atención a la cinta para que no se le escape de nuevo la maleta de Ceren, que es la básica de señores de traje o bien de niños ricos como diría Fifi, su otra amiga de secundaria.

Y es que Ceren tiene una muy buena posición económica antes de graduarse, a diferencia de las del resto de amigas del grupo. Ceren si sabía que eran vacaciones en Europa, bolsos y maletas de marca y regalos que están muy lejos del alcance del resto.
Fifi es de ciudad pero no una niña pija, y Melo, al igual que Eda proviene de una ciudad alejada de la capital, cuyas familias vinieron a Estambul en busca de prosperar, unos con más suerte que otros, pero viviendo de forma cómoda.

Hayir ( Hayir Robot - Hayir Yildiz) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora