Hayir ( Hayir Robot - Hayir Yildiz)

32. No Quiero Alejarme

Dicen que mañanas más brillantes no son las más soleadas...
Ni las más dulces las que se llenan de tostadas con caramelo...
O tampoco son las más memorables aquellas que pretendían serlo...
Igual que las mañanas oceáno a veces no tienen porqué darse en mar.

Quizás las mañanas de oceáno y caramelo sean esas en las que puedes sentir la paz del sonido de las olas meciendo tus sensaciones y el aroma dulce del perfume de la persona indicada en tu regazo; despertando lentamente tu piel, tu tacto, tus sentidos, más que tus ojos... 

Así se sentía Serkan cuando toma conciencia de que hay una mano sosteniendo su cuerpo y el pelo de una flor cual pétalos bailando con los primeros rayos del día.
Inhala el olor de la mañana y se sorprende del aroma a rosa que le inunda, es consciente de que puede proceder de las rosaledas del jardín, pero juraría que nunca ha perfumado el ambiente esas de tal forma, no, ere perfuma lo asocia a Eda, quizás es un rosa particular en un mundo donde el caos deja de serlo para convertirse en calma, quizás es lo que estaba buscando aún sin saberlo para poder entender qué es vivir y no sobrevivir, para valorar todo más, porque las experiencias de vida como las rosas tienen espinas, pero es el tiempo que pasas con ellas lo que las haces valiosas.

Eda no está perfecta, su pelo ya no tiene las ondas definidas, y su pintalabios se borró hace muchas horas sonriendo, sienndo Serkan culpable en parte de ello, sus párpados aun juegan mostrando el rastro del rímel que corrió junto a lágrimas ayer, buenas y malas, emotivas, pero experiencias de vida que la hacen más bella y fuerte a sus ojos, y a los ojos de cualquiera que se detenga a mirarla, porque Eda es una mujer valiente y fuerte de la que nadie querría alejarse.

Eda está envuelta en su camisa azul arrugada y su pelo amenaza con enmarañarse. No, no está perfecta como ocurriría en cualquier escena épica de despertares, pero sí lo es para Serkan por el brillo que desprende su piel, esa calma que transmite ell vaivén de sus respiración, sus labios hinchados de los besos de las horas pasadas y sus pestañas rizadas tintileando, luchando por volver de los brazos de Morfeo para sentirse en los brazos de Serkan, que son los que realmente la sostienen con anhelo...

-Buenos días-susurra Serkan chocando su nariz con una dulce y somnolienta Eda.

Eda le cuesta un largo segundo con suspiro tomar conciencia de los brazos que la sostiene y su mano camina en sentido ascendente recordando el camino que hizo las yemas de sus dedos hace pocas horas bailando por la piel de Serkan Bolat.

-Buenos días-susurra Eda sonriendo a esos ojos brillantes como el océano y escondiéndose vergonzosa bajo el cuello de Serkan al notar una de las manos de Serkan en la parte baja de su cintura, donde ha descansado los últimos minutos pero le recuerdan que sus manos encontraron nuevos caminos hace unas horas por su piel melada.

Y melada es la caricia que recibe subiendo las yemas de sus dedos por su columna, sintiendo esas cosquillas tiernas que la hacen querer permanecer entre esos brazos y los de Morfeo, olvidando el caos vivido por un instante...

-¿Cómo estás hoy?-pregunta Eda acariciando el pecho de Serkan, a sabiendas de que el día anterior acabó bien entre ellos, aunque hubo un caos mayor que la explosión del Big Bang para la familia Bolat.

Serkan suspira, siente las manos de Eda acariciandolo y su mente no le permite ni tan siquiera recordar con claridad todas las decepcionantes palabras que escuchó de su padre de ayer, sino cómo Eda vino a su lado, soportando su caos y cómo le dijo que su madre había enfrentado al hombre que llevaba culpándolos de lamentar la pérdida de una persona que amaban y de la que porfin podía recordar sonriendo gracias a la persona que torneaba su barba con sus dedos, así que suelta un suspiro profundo y sonríe.

-No sé cómo, pero me siento en absoluta calma...-se sincera Serkan acariciando el pelo de Eda sobre la que apoya su cabeza y mantiene sus ojos cerrados.