5. Silenzio per lui senior

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Un primer día largo y atareado, mientras caminaba en dirección a casa, pensaba en lo que ocurrió a tan sólo horas, "Hueningie" Un espasmo paso por mi espalda, me daba una escalofriante sensación al recordar aquel día.

Yo llorando en el suelo, mientras Choi me apuntaba con el lente de una cámara, diciéndome un racimo de barbaridades para hacerme sentir peor de lo que ya me sentía, no recordaba ni la mitad de lo que me había dicho esa noche, solo recordaba cuando me dijo con una voz que haría llorar a cualquiera; "Escucha atentamente lo que te voy a decir, eres idiota, raro y horrible, por eso nadie te querrá, debes tener eso muy en cuenta cuando alguien intenta acercarse a ti..."

Un punto importante en mi vida, desde entonces no volví a enrollarme con una chica, más bien por temor a que ocurra algo similar, a que piensen que soy un raro, o más atrocidades. Como la vida era tan graciosa y le encantaba burlarse de las personas, al año siguiente, yo me encontraba estudiando en Hawaii, y como mi vida se había transformado en una tragicomedia muy cliché, una noche mientras recorría las orillas del mar conocí a un chico, unos años mayor que yo.

Él es realmente increíble. Me enseñó a tocar el ukelele una tarde, me enseñó a nadar, me acompañaba a casa cada vez que salía de la escuela, hablábamos por teléfono por horas sin aburrirnos, y así poco a poco, fui descubriendo que era pensar en alguien todos los días.

Jamás imaginé que yo tuviera eso tan guardado en mi, no me volví loco al sospechar que quizás era bisexual o directamente gay, pero lo más genial de la historia es que, Christopher, si era un hombre bi, y él no se preocupaba en negarlo. Él me enseñó muchas cosas.

Él también me enseñó a disfrutar el silencio.

Sonreí al recordar como jugábamos en el mar, él solía burlarse de mi muy seguido, pero él no lo hacía de mala manera, y me divertía verlo reírse de mí. Sin darme cuenta, llegué a las puertas de mi casa mucho más antes de lo que creí que pudiera llegar navegando en mis memorias. Con lentitud ingrese al portal, la casa de mis padres en Seúl podría perfectamente describirse la típica casa americana.

Un jardín con arbustos bien mantenido, teníamos el garage en frente, y la fachada del frente dejaba ver la enorme ventana de la sala. A mi papá le gustaban esas cosas. Mis padres trabajaban haciendo documentales en Australia, y mis hermanas eran más difíciles de tratar así que mis padres se las llevaron para allá, siendo custodiadas por ellos mismos. Ellos confiaban en mi, así que me dejaban por mi cuenta, claro que cinco o diez llamadas en una semana no faltaban, y hoy ya habíamos hablado en la mañana, así que probablemente no volvería a hacerlo.

Una vez adentro, observé la sala de estar en oscuridad iluminada por la luz de los faroles de afuera, la casa estaba en silencio, este ambiente me recordaba a la vez que regrese a casa esa noche. Helado, cansado, y llorando, pesque un resfriado esa vez. No había nadie como esa vez.

Suspiré, me despeje de los zapatos y solté un bostezo, quizás no me bañe hoy. La señora que limpiaba la casa había dejado la cena en el microondas, mañana le agradecería. Mientras calentaba la sopa de pollo que había ahí, escuche el timbre de mi celular.

—¿Hola?—dije una vez atendí a la llamada. El otro lado de la línea estaba en silencio. Fruncí el ceño—¿Hola?.

Estaba por colgar hasta que me detuve al escuchar un susurro—
Eres tan patético-y luego colgó. No podría decir quién sería por la voz, básicamente había sido un suspiro, pero sólo había una persona que me llamaría de esa manera.

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Maldición, lo había hecho, lo llamé con la intención de insultarlo por haber vuelto pero simplemente me quedé estático, y cuando por fin pude pronunciar algo apenas salió, estaba jodido y borracho en el bar, maldecía el hecho de que el muy patético de Hueningkai había dejado su número anotado en los tableros del pasillo de la universidad ofreciendo tutoría.

Había terminado nuestro turno y me convertí en un desastre, está en definitiva no fue nuestra mejor noche. Yo tenía un serio problema. Yoongi estaba de mal humor, Jin había tomado demás, el único estable que salvo el show había sido Namjoon quien como pudo se encargó de la guitarra.

—Quiero más, Nayeon—pedí ofreciendo mi vaso. La chica me miro con desaprobación y negó.

—Es suficiente para ti, ve a casa—ordenó, le hubiera respondido si pudiera mantener la cabeza en su lugar, pero me encontraba en la mierda.

Los demás se habían ido a casa hace rato. Y el bar estaba por cerrar.

—Mierda—dije cuando mire a mi alrededor, el bar estaba vacío.

—Ya es hora de que te vayas, Yeonjun, déjame cerrar el bar—sentenció Nayeon, tironeándome para que saliera.

—Ya. No me toques, puedo ir solo—me sacudí de su agarre, como pude, tome mi guitarra junto con mi mochila y salí tambaleante del lugar.

Ah, joder. Mañana tenía clases a primera hora, y si me atrevía a volver a faltar, mi padre haría un escándalo. Tengo suerte de que él trabaje toda la noche. Quizás así se me ahorraría una regañada enorme al llegar a casa borracho.

Luego de media hora, en lo que se hacían las una de la madrugada, llegué en casa, y sin pensarlo mucho después de cerrar la puerta me tire en el sofá para dormir, ni siquiera me quité los zapatos, estaba exhausto y mareado, y apestaba a cerveza barata.

A la mañana siguiente, mi padre inventando todo tipo de maneras me regañó, él había sentido el aroma de alcohol. Decía estar tan decepcionado y más cosas que no alcance a procesar, se fue directamente a su recamara y yo estaba tan miserable que ni siquiera esas palabras me llegaron.

Jodida vida.

'di nuovo tu?' ─yeonkai.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora